RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 24 de agosto de 2025

AL RESCATE DE LA VERDADERA DEMOCRACIA - MAURICIO IBÁÑEZ

 

AL RESCATE DE LA VERDADERA DEMOCRACIA

 


 

Apreciados compañeros, amigos y oyentes de El Club de la Pluma, desde Colombia los saluda Mauricio Ibáñez, con nuestro acostumbrado abrazo por la hermandad latinoamericana.

 

La democracia, entendida como el sistema político en el que el poder reside en el pueblo y se ejerce directamente o a través de representantes elegidos por el mismo, ha sido uno de los logros más trascendentales en la historia de la humanidad. Su esencia radica en la participación libre y equitativa de las personas en los asuntos públicos, garantizando derechos y libertades fundamentales.

 

El término “democracia” proviene del griego “demos”, que significa pueblo, y “kratos”, que significa poder o gobierno. Sus raíces se encuentran en la antigua Grecia, particularmente en la ciudad-estado de Atenas durante el siglo quinto antes de la era cristiana, donde las y los ciudadanos se reunían en grandes asambleas para decidir sobre leyes y políticas. Ese modo de participación pública enfrentó limitaciones, ya que solo una parte de la población podía participar, pero sentó las bases para una serie de ideas y prácticas que evolucionarían con el paso de los siglos.

 

A lo largo de la historia, la democracia ha atravesado diferentes etapas: desde las formas directas en las polis griegas, pasando por las repúblicas romanas, hasta llegar a los sistemas representativos modernos. En el siglo XVIII, los movimientos revolucionarios en América y Europa, inspirados por el pensamiento ilustrado, impulsaron la creación de constituciones y la consagración de derechos individuales. La Declaración de Independencia de Estados Unidos y la Revolución Francesa marcaron hitos en la expansión del modelo democrático, fomentando la idea de gobiernos legítimos basados en el consentimiento y participación de las personas gobernadas.

 

En el presente, la democracia se manifiesta en diversas formas alrededor del mundo, con sistemas parlamentarios, presidenciales y mixtos. Si bien enfrenta desafíos y amenazas, sigue siendo el referente principal de aspiración colectiva para construir sociedades más justas, incluyentes y libres, donde prevalezca el diálogo y la pluralidad sobre la imposición y la arbitrariedad.

 

Paralelamente al crecimiento y desarrollo de las formas de participación propias de las democracias como método de procurar el bienestar de toda la población mediante el ejercicio de la política, también fueron tomando forma el capitalismo, originado como una transición del feudalismo entre los siglos XIII y XVII con la acumulación de riquezas como eje de la economía, y posteriormente el capitalismo comercial y la revolución industrial aseguraron el surgimiento de clases sociales con un nuevo catálogo de distorsiones basadas en el abuso de los derechos de los más pobres por parte de los más ricos, soportado en el uso de religiones como método de control del descontento popular. Una historia mucho más compleja y con más ramificaciones de lo que podríamos abarcar en este programa.

 

El manoseo descarado y la distorsión total del concepto y espíritu de la democracia se dio en los siglos XX y XXI, de la mano de los Estados Unidos y sus doctrinas imperialistas, todas al servicio de los grandes capitales y el mercado, al punto que estuvieron a punto de convencer al mundo que los inventores, precursores y policías de la democracia eran ellos, y sólo ellos.

 

Y en esa calidad de supuestos abanderados, destrozaron de un tajo, como Alejandro Magno con el intrincado nudo Gordiano en Frigia, el complejo e intrincado significado de la democracia, reduciéndolo a un término prostituido por ellos, simplificado y humillado a un simple “Democracia significa lo que nosotros queremos que signifique, nada más”.

 

Y con ese concepto se nos vinieron encima sus agencias, quitando y poniendo gobiernos a su acomodo, imponiendo sobre nosotros su guerra fría contra su enemigo, el satanizado “comunismo”, con su estrategia de distracción y su muerte colosal, eliminando toda resistencia y sometiendo a américa latina a su autoridad geopolítica. Con esa palabreja nos hicieron tragar sapos muy amargos hasta que, llenos de rebeldía, dejamos de creer en ella.

 

Pero la democracia como concepto, como principio, no era el problema. Nos dimos cuenta de ello cuando el capitalismo, ahora en manos del crimen organizado y con empresarios, políticos, gobiernos, fuerzas armadas y hasta iglesias como sus súbditos, inició una nueva dictadura basada en la economía. Con dinero y los más perversos métodos de manipulación comenzaron a romper la resistencia de los rebeldes y los invitaron al club del narcotráfico, el contrabando, la explotación ilegal de minerales preciosos, la trata de personas y el lavado de sus lucrativos negocios a través de empresas supuestamente legítimas… un cáncer que fue creciendo y esparciéndose en forma sutil por toda la sociedad, y sin ningún tipo de control, con la ayuda de los medios de su propiedad y sus redes sociales.

 

Ese crimen organizado sin rostro, representado en una casta política corrupta que hace lobby por los empresarios que lavan su dinero y se llenan sus bolsillos mientras destruyen el planeta sin que parezca que hay marcha atrás, se está encontrando con un nuevo tipo de resistencia: han sido identificados, descubiertos, expuestos, y nos están forzando, a punta de cansancio, a salir a las calles y a utilizar las redes sociales en su contra. Ya son muchos los escándalos que la prensa hegemónica no alcanza a ignorar o esconder antes que nos enteremos y reaccionemos. Los últimos estallidos sociales en américa latina han demostrado que desde el pueblo tenemos una capacidad creciente de reacción, y estamos creando nuevos modelos de resistencia que, poco a poco, se han ido convirtiendo en fuertes movilizaciones populares que, a la larga, terminan convirtiéndose en caudales electorales y eligiendo nuevos gobiernos, algo que tiene asustado al neo-imperialismo criminal, el cual ya no se esconde detrás de políticos y gobiernos títere… se está quitando las máscaras y atacando de frente, con lo que está dejando ver los rostros que lo representan: Milei, Boluarte, Noboa, Bukele, Trump… gobiernos que mienten descaradamente, manipulan sus estadísticas, encarcelan a sus opositores y eliminan programas sociales para fortalecer las capacidades de un sector privado que lava, servil, el dinero de las mafias con el cuentico de la “economía de mercado”. Ellos, que no quieren controles, que no obedecen más reglas que las que ellos mismos impongan, que destruyen la ciencia para poder negar los irreversibles impactos sociales y ambientales de su cadena de crímenes, se llaman a si mismos “libertarios”. Ellos, que son esclavos útiles de una mafia sin rostro que los maneja a su antojo, son el enemigo por derrotar.

 

Ya lo hemos hecho, y lo seguiremos haciendo, cada vez con mayor organización, entendiendo con mayor claridad cómo debemos copar a punta de pueblo, todos los espacios posibles. En Colombia aprendimos que no basta con elegir presidente, por bueno que sea. Debemos asegurarle mayorías en el Congreso. En México aprendimos que no solo había que tener mayorías en gobierno y congreso, también había que copar y limpiar el sistema judicial… En Venezuela aprendimos que gobierno y congreso no avanzarían si no copábamos los espacios políticos locales y regionales. Hemos tenido reveses en Bolivia, Argentina, Perú y Ecuador, pero hemos aprendido mucho y es mucho lo que podemos hacer.

 

Lo primero era rescatar el concepto de democracia participativa y en eso estamos. Lo que sigue es rescatar nuestras naciones de los criminales que las tienen secuestradas y las están violando. Vamos a educarnos unos a otros para sostener con fuerza la bandera, con la verdadera democracia como un solo brazo de acero.

 

Hasta la próxima semana, compañeros.   

 

MAURICIO IBÁÑEZ – Desde Colombia -Biólogo

Especialista En Estudios Socio-Ambientales

 

 

   

No hay comentarios: