EL
CAPITAL EN EL SIGLO XXI (SEGUNDA PARTE)
Hoy continuamos pensando el capital en este
siglo.
Lo que nosotros vemos es un nivel de
declinación general en la existencia de los sectores populares, pero vemos que
esa declinación no es igual en Berlín o
en Río de Janeiro o en Buenos Aires; al
mismo tiempo esa declinación, hay que decirlo,
también se ve, con sus particularidades,
en Washington, Nueva York y Tennessee, con variaciones temporarias según
el gobierno en curso, pero tendiendo siempre a la baja. Es decir, nosotros
estamos viendo la imposibilidad de los sectores populares de vivir
decorosamente, una declinación paralela a la del debate político, porque conviene recordar que
la calidad del debate político depende de la educación pública y si uno mira la
calidad del debate político en los Estados Unidos, por ejemplo, ve que la educación pública norteamericana es
paupérrima. Y para poder ingresar a las famosas Universidades no alcanza
simplemente con tener el dinero para poder pagarlas. Se requiere además capital
simbólico. Para poder ingresar allí de ninguna manera se obtiene capital
simbólico en la mayor parte de la estructura de estatal, por el cual se termina
la secundaria.La educación está segmentada no sólo económicamente, sino culturalmente: dos
terceras partes de la norteamericanos carecen de capital simbólico para poder
acceder a cualquiera de las universidades que plantean cierto nivel de
exigencias. Un curso de nivelación como el CBC que conocen en la UBA o en
similares, no existe, sino que lo que
existe es un curso de desnivelación que garantiza que los perdedores no salgan
nunca de su situación.
Hay, entonces, una precarización general de la
vida de los trabajadores, debida a dos elementos principales: el desarrollo del
capital tecnológico, la productividad social del trabajo alcanza niveles
insospechados, rangos jamás imaginados, lo que promete fabulosas crisis de
sobre producción y salarios miserables. Ahí podemos ver la segunda razón de
esta precarización: La disolución de la
URSS también permitió que al no haber antagonismo entre sistemas, al no existir
contra quién competir en la oferta de condiciones materiales de vida, las
condiciones puedan ser rebajadas.. Cuando el antagonista desaparece, esas
condiciones, que son las del estado de
bienestar, no son una necesidad política. La nueva lógica distributiva del
ingreso, que incluía en otros momentos algunos derechos garantizados como
trabajo y educación, permitía cierta dinámica donde el ascenso era una
posibilidad cierta, hoy son borrados e incluso cuestionados. El nuevo orden
político transforma en disvalores los valores anteriores, o viceversa.
No es que la economía política del capital
tiene una dirección determinada. La economía política del capital tiene una
dirección determinada cuando la capacidad de resistencia de las clases
antagónicas tiende a desaparecer, sumado
ello a una incapacidad ideológica para construir oposición verdadera y
organización... lo que provoca estos
resultados brutales a la vista de todos. Lo que nosotros estamos viendo no es
un enfrentamiento entre la derecha y la izquierda. No es que China expresa a la
izquierda y Donald Trump expresa a la derecha: es más simple: China expresa el
nuevo orden del mercado mundial.
Conviene entender que China no expresa ninguna variante de resistencia.
Fundamentalmente con la revolución tecnológica,
China alcanzó un final relativamente feliz y esto le permite ser la
locomotora del mercado mundial y disputar a corto plazo la hegemonía con los
Estados Unidos, a imponer otros términos en el intercambio internacional. Esto
no supone como algunos creen un multilateralismo. Este multilateralismo solo
existe imaginariamente. Nosotros vemos
un conflicto en la lucha por el poder global y en el que ese conflicto
en determinadas circunstancias favorece a determinado estado. Le puede convenir
una cosa o la otra.
Lo que Horowicz llamó "la democracia de
la derrota" no se agota en la
crisis del peronismo, sino que abarca todo el orden político nacional. No es
otra cosa que la democracia de la derrota jugada en sus términos más crueles
que alguien esté gobernando, alguien cuya existencia política era por así
decirlo errática: no solo estamos frente a un panelista de televisión, sino que
en el 2017 2018 todavía podía movilizarse junto a la CGT. Es decir, estamos
hablando de alguien cuyo nivel de oscilación e inestabilidad política es para
decirlo muy amablemente, espantoso.
Alguien que reúne tan peculiares características se impone a todas las fuerzas políticas que gobernaron
Argentina. Nos hace saber del tamaño, la
intensidad y la calidad de la crisis. Milei no es el que provoca la crisis .
Milei es el nombre de una crisis en expansión y esta es la primera situación
que tenemos que entender.
Nos hace saber que estamos en presencia de la
descomposición del orden político, hoy completamente desordenado o desarmado.
Necesitamos pensar nuestra realidad. Y en
nuestra realidad nacional, la gestión de lo dado tal cual está dado arroja como
resultados a milei y arroja como resultado
la descomposicion y la degradación actuales,en vias de profundizacion.
Desde Rosario- Militante Social
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