LA COLONIZACIÓN DE LA GUERRA
Hola, queridos amigos, compañeros y escuchas de El Club de La Pluma.
Desde Colombia los saluda Mauricio Ibáñez, con un fuerte abrazo por la
hermandad latinoamericana.
¿Quién se beneficia hoy día de las guerras Ucrania contra Rusia e Israel
conta Irán? – El crimen organizado. Aclaro que no considero que lo de Israel
con Palestina sea una guerra. Eso es una masacre, un exterminio, así quienes se
beneficien sean los mismos.
Si hay algo o alguien que hoy en día tiene un alto grado de
organización, gobernanza, estructura y gerencia, es el crimen organizado. Es un
tumor maligno que hizo metástasis en las élites, los bancos, el empresariado,
la industria, los gobiernos, los parlamentos, la justicia, las fuerzas del
orden, las religiones y la economía en toda la geografía global.
El crimen organizado es tan organizado que ni siquiera logramos descifrar
su eficiente estructura ni identificar una cabeza, pero lo que sí sabemos es
cómo ha logrado coparlo todo y en todos lados, y cómo ha logrado consolidar la
desigualdad humana, la pobreza que le es útil y la injusticia social de la que
saca sus instrumentos de guerra. No conozco soldados ricos.
Hoy en día el crimen organizado se sirve de grandes líderes globales con
mucho poder y poca cabeza como Donald Trump o Ursula von der Leyen, mequetrefes
con pretensión de líder como Xavier Milei, Álvaro Uribe, Jair Bolsonaro, Dina
Boluarte o Daniel Noboa, corruptos de gran calado como Benjamin Netanyahu o
Volodimir Zelenski, en fin, ¿para qué continuar? – la colonización sistemática
de las células cancerígenas del narcotráfico, la trata de personas, el
contrabando y el lobby corrupto empresarial en la economía y en la política ya
es evidente, y también es claro que se ha instalado en las élites, los de la
plata, los que perpetúan la desigualdad social porque pueden, porque, además,
les es útil.
En Colombia, las relaciones incestuosas entre el crimen organizado y la
política vienen desde la década de los años 70, si no antes. Al terminar el
acuerdo de gobierno entre liberales y conservadores, llamado Frente Nacional,
el liberal Alfonso López Michelsen llegó a la presidencia de Colombia en 1974.
Durante su gobierno, el país tuvo la tristemente célebre “bonanza marimbera”,
la cual consistió en un aumento sin precedentes en el cultivo y exportación de
marihuana, y el surgimiento de los primeros capos del narcotráfico con fuertes
lazos con políticos locales y regionales. Recientemente se desclasificaron
documentos del gobierno de Jimmy Carter, Presidente de los Estados Unidos de
Norteamérica entre 1977 y 1981, donde se revelan las conexiones entre al menos
30 funcionarios del gobierno de López Michelsen, entre ministros y altos
militares, con las actividades de tráfico de drogas de la época. En esos
documentos también se menciona al entonces candidato Julio César Turbay Ayala,
abuelo del senador de quien hablamos en los dos programas anteriores, como un
fuerte aliado del crimen organizado nacional. Desde el gobierno de Turbay hasta
nuestros días, la penetración del narcotráfico en la política y la economía de Colombia
ha sido escandalosa: en 1976, Pablo Escobar fundó el Cartel de Medellín, y con
la ayuda de figuras como Álvaro Uribe Vélez en la política nacional, llegó a
controlar el 80% de la producción mundial de cocaína. Colombia tiene desde
entonces el aparatoso estigma de país narcotraficante o narcodemocracia, hoy con
fuertes conexiones con el crimen organizado internacional que controla el
tráfico de drogas naturales o sintéticas, el contrabando de oro, armas y otros
activos, la trata y el movimiento irregular de personas a través de las
fronteras, el lavado de dinero a través de grandes bancos y empresas, y los
poderes políticos a escalas local, regional y nacional, controlando a su antojo
gobiernos y parlamentos en varios países del mundo.
Las guerras contemporáneas, donde no se sabe quién es el bueno y quien
el malo, como la famosa “guerra mundial contra el terrorismo internacional”
declarada por George Bush, y que le sirvió de excusa para invadir Afganistán,
emulando a su padre, quien invadió a Irak con la excusa de que fabricaba armas
químicas que nunca se encontraron, y para “liberar a Kuwait”. Guerras
colonizadas por claros intereses corruptos que tenían como propósito real
controlar el petróleo de oriente medio, como ya figura en los libros de
historia. En la invasión a Afganistán se hizo evidente la intervención de los
“contratistas” y “empresas de seguridad” del empresariado de los USA: una
empresa petrolera, Halliburton, obtuvo un jugoso contrato para el manejo
logístico de los servicios del ejército invasor. Imagínense a una empresa
especializada en exploración y producción de petróleo con un jugoso contrato
para lavar sábanas, planchar camisas y servirles las comidas a miles de
soldados invasores durante la ocupación.
El conflicto en Ucrania es otro ejemplo de una guerra colonizada: la
región del Dombass venia luchando por su independencia desde 2014 y estaba
siendo sometida a una brutal represión por parte del gobierno, cuando Volodimir
Zelenski entró al poder y la OTAN, una organización que había perdido toda
relevancia desde el fin de la guerra fría y estaba a punto de desaparecer,
encontró en el cómico – presidente la oportunidad de obtener un segundo aire y
colonizó el conflicto con Rusia, llevándolo a una escala donde la muerte, la
corrupción y el tráfico de armas ahogaron cualquier posibilidad de solución
diplomática.
¡Ni hablar del exterminio del pueblo palestino por parte de Israel! – un
pueblo desplazado, sometido y humillado por el sionismo con la complacencia de
los Estados Unidos y el silencio global, descubre que un día, como por arte de
magia, las poderosas defensas israelíes se bajan “un poquito”, lo suficiente
para que unos comandos de Hamas las penetren y asesinen o secuestren a cientos
de israelíes. La excusa perfecta para desatar una limpieza étnica con tintes de
holocausto para borrar del mapa la franja de Gaza con la bendición de quienes
esperan fortalecer la infraestructura portuaria y petrolera que permite llegar
directo al mediterráneo a través del Petroline de Arabia Saudita o el Sumed,
evitando el estrecho de Ormuz. Esta masacre anunciada, junto con la guerra
contra Irán, está colonizada por claros intereses empresariales, esas mismas corporaciones
que hoy en día sobornan congresistas, lavan dinero del crimen organizado y se
benefician de la desigualdad social y el descontento. El mundo está tomado por
las mafias, compañeros, así que la lucha que tenemos por delante para
devolverle la esperanza a este planeta es larga, difícil y tortuosa.
América Latina no parece ser relevante en el mapa mundial, pero sus
procesos políticos internos están totalmente copados por el crimen organizado
que está oculto detrás de la ultraderecha que busca mantenerse en el poder al
precio que sea, manipulando a quien sea necesario a través de la politiquería
corrupta, el empresariado cómplice, su prensa arrodillada y un pueblo
hipnotizado. Hasta la próxima semana,
compañeros.
MAURICIO IBÁÑEZ – Desde Colombia
-Biólogo
Especialista En Estudios
Socio-Ambientales
PARA SABER MÁS
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George W. Bush (hijo): Historia y
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