RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 16 de febrero de 2025

PREGUNTAS NECESARIAS - PEDRO RODRIGUEZ

 

PREGUNTAS NECESARIAS



 Intentaremos sintetizar en pocos minutos una preocupación que debatimos hace mucho tiempo entre compañeros, y que necesariamente deberá continuarse en futuras columnas. Quien escucha este espacio puede saber que nuestra perspectiva de análisis está basada en la contradicción fundamental entre capital y trabajo. Esta formulación ha sido planteada en el siglo XIX, y desde entonces las condiciones estructurales del sistema no han modificado esta contradicción fundamental. Hay, por supuesto, muchos cambios tanto en el polo del capital (la existencia de un capitalismo monopolista de estado, por ejemplo) como en el del trabajo.


 Veamos el polo del trabajo. Hoy la dispersión de una solidaridad ampliada -
producto de la segmentación de los atributos productivos de la clase obrera y la fragmentación de su reproducción como clase-, condena a buscar reconstruir microcosmos tribales donde se reponga esa solidaridad colectiva mediante formas directas de control y contacto dentro de grupos que podemos calificar de caleidoscópicos que comparten vivencias o impresiones personales, de orden casi inmediato e intransferible. Cada uno de ellos se repliega a reconstruir su propio sentido y sociedad directa en miniatura. Participan de teorías conspirativas y del fin de los tiempos, creen en el apocalipsis ecológico o recrean la sociedad cosechando sus propios alimentos, usando sus propios tratamientos médicos, sus propias evidencias, y hasta buscan perfeccionar el producto de estos cambios actuales viendo en grupos que poseen vínculos imaginarios con sociedades precapitalistas la semilla del futuro (nos referimos a cierto indigenismo presente en algunos grupos o partidos).

 

 El avance del protestantismo sobre el pueblo católico revela sintéticamente lo que decimos: Las viejas iglesias católicas que reflejan símbolos y rituales universales de un pueblo universal que se unía por medio de éstos, van dejando paso a galpones o locales comerciales donde un pastor toma contacto directo con su "rebaño particular" de fieles. Donde el vínculo aparece contingente, personal, fragmentario y tribal. Como sucede también en el aula con cada curso nuevo que hay que "ganarse" para que escuche y respete al docente. O como en la política identitaria con cada nicho "oprimido" que busca su propia "liberación"... Puede encontrarse así, entonces, desde el cambio en la producción misma, una manera de entender los fenómenos actuales observables en toda la sociedad. Pero sostenemos que también puede leerse desde la acción del poder real (que en nuestra época es el de las corporaciones y monopolios), que sin lugar a dudas tiene un proyecto y un plan para sostenerse. En este punto hay lecturas distintas y no necesariamente divergentes. Intentaremos plantearlas en forma suscinta. Partimos de considerar que el poder opera principalmente a través de la ideología, una estructura simbólica que define lo que consideramos real. Por un lado, algunos afirman que  el poder funciona como un mecanismo difuso y descentralizado que nos disciplina sutilmente (seguramente Foucault suscribiría esta hipótesis),  Otros hablan de  una maquinaria ideológica que nos engaña para aceptar nuestra propia opresión,


 Para Foucault, el poder no es una fuerza que desciende desde una autoridad central, sino un flujo de relaciones que atraviesan la sociedad. No hay un solo opresor, 
sino múltiples formas de disciplinamiento. muestra cómo el Estado moderno no solo impone reglas, sino que administra la vida misma, regulando cuerpos y poblaciones en un ejercicio constante de normalización. Desde su perspectiva, el poder no se impone con violencia evidente, sino que nos hace creer que ciertos comportamientos son "naturales" o "correctos", llevándonos a interiorizar las normas sin necesidad de que alguien nos fuerce directamente.


 Žižek, en cambio, argumenta que el poder se encuentra en la estructura ideológica que determina lo que podemos pensar y percibir. Para él, la ideología no es SÓLO un conjunto de creencias impuestas por la clase dominante, sino la forma misma en que terminamos experimentando la realidad. Los sistemas de poder logran que la población participe en su propia dominación sin siquiera cuestionarla. No basta con que existan mecanismos de vigilancia y disciplina, como dice Foucault, sino que las personas deben aceptar y hasta desear esos mecanismos. La ideología nos vende la ilusión de que somos libres mientras seguimos atrapados en un marco de pensamiento que impide cualquier cambio real. La ideología más peligrosa no es la que se nos impone con violencia, sino aquella que ni siquiera reconocemos como ideología. "Sentido común" es otro de sus nombres.

 

 La diferencia clave entre ambos pensadores radica en la forma en que conceptualizan la resistencia. Para Foucault, el poder nunca es total: siempre hay fisuras y espacios donde los sujetos pueden subvertirlo. La resistencia no se da en un acto revolucionario definitivo, sino en pequeñas rupturas dentro del sistema, en prácticas marginales que desafían la normalización. Pero Žižek ve la resistencia como un proceso mucho más complejo, ya que la ideología es capaz de apropiarse incluso de las formas de disidencia. Un sistema puede tolerar la protesta, e incluso promoverla, sin que ello suponga un cambio estructural real. La rebeldía muchas veces es absorbida por el propio sistema y transformada en mercancía, volviéndose funcional al mismo poder que intenta desafiar. Este contraste se vuelve crucial cuando analizamos la era digital. 

 

 El problema, entonces, no es sólo quién nos vigila, sino cómo hemos aprendido a desear esa vigilancia, participando activamente en nuestra propia exposición. No solo estamos vigilados, sino que muchos interiorizan el deseo de ser vistos, aprobados y validados dentro del sistema.

 

 En fin, esto necesita una mejor fundamentación, lo haremos en columnas sucesivas.

 


PEDRO RODRIGUEZ

 Desde Rosario- Militante Social

 

 

 

 

 

 

 

 



 

 

 

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