RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 15 de octubre de 2023

EL CLUB BILDELBERG Parte XIX - PROF. VIVIANA ONOFRI

 

EL CLUB BILDELBERG

Organización Mundial del Comercio:

creación de una carencia artificial

de alimentos

Parte XIX

 

 Un cálido abrazo a la distancia a toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA.

 

 Hemos iniciado hace varias semanas una extensa reflexión sobre cuestionamientos, problemáticas, incertidumbres que nos competen a todos, como seres humanos, de la mano de los libros del Dr. Daniel Estulin LA VERDADERA HISTORIA DEL CLUB BILDELBERG, EL INSTITUTO TAVISTOCK y METAPOLÍTICA.

 

 Recordemos que el CLUB BILDELBERG domina al gobierno de los Estados Unidos, a la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, a la Organización Mundial de la Salud, a la ONU, a la OTAN y a la Organización Mundial del Comercio, entre otras instituciones similares y hoy nos vamos a referir, en particular, a la Organización Mundial del Comercio en tanto creadora de una carencia artificial de alimentos a escala planetaria. De acuerdo con su publicidad, establece que es una infraestructura para generar políticas no discriminatorias de comercio recíproco, pero la realidad parece ser muy distinta.

 

 Las intenciones de la Organización Mundial del Comercio, contrarias al estatuto de Estado-nación, se hicieron evidentes desde que apareció su eslogan de 1988: “Un mundo, un mercado”. En 1993, la Unión Europea estuvo de acuerdo con una reducción importante de la producción de su agricultura nacional. Dicha reducción fue un proceso

de muchas etapas.

 

 En primer lugar, de acuerdo con las reglas del juego de la Organización Mundial del Comercio, los países miembros estarían forzados a abrir sus fronteras para otorgarles a otras naciones el derecho de operar libremente en su interior, y a eliminar las reservas nacionales de granos. Estas reservas dejaron de ser propiedad de los Estados-nación independientes y se convirtieron en propiedad que sería administrada por el “libre mercado”, por megacorporaciones privadas, principalmente estadounidenses. En otras palabras, por las corporaciones que dirían los mercados mundiales.

 

 Estas empresas ya dominaban, pero a partir de ese momento, “tuvieron un nuevo cuerpo supranacional no electo para impulsar su plan secreto a escala mundial con un

presupuesto anual de billones de dólares. “Sus reglas están escritas con la intención de ejercer un apalancamiento punitivo para imponer pesadas penalizaciones financieras y de otros tipos sobre quienes violen las reglas.”

 

 Mientras ahora están escuchando, más de 1000 millones de personas en todo el mundo están muriendo de hambre. Asimismo, hay cerca de 2000 millones de personas en el planeta que gastan más del 50% de sus ingresos en alimentos. Los efectos del derrumbe económico de 2007 han sido asombrosos: 250 millones de personas se unieron a las filas del hambre en 2008; es una cifra nunca antes vista.

 Es una verdadera paradoja. Nuestro planeta tiene todo lo que necesitamos para producir alimentos naturales y nutritivos para alimentar a toda la población mundial varias veces. Y es así a pesar de los estragos de la agricultura industrializada de los últimos cincuenta años o más.

 

 Volviendo a las reglas de la Organización Mundial del Comercio, me referiré a cómo esas reglas afectan a los países subdesarrollados que se las venden como un faro de esperanza. Esas reglas fueron redactadas por los gigantes corporativos que forman el núcleo de lo que Daniel Estulin denomina: EMPRESA MUNDIAL. El anteproyecto para la reforma agrícola “orientada al mercado” fue redactado por Gale Johnson de la Universidad de Chicago para la Comisión Trilateral de David Rockefeller y por Dan Amstutz, antiguo ejecutivo de Cargill.

 

 Por cierto, Cargill es la empresa de granos más grande del mundo. La dominación de los cárteles del comercio de granos en el mundo es más extensa. Además, el pacto internacional les prohíbe a los países restringir el comercio a través de las leyes de seguridad alimentaria conocidas como aranceles. Este mismo engaño también abrió los mercados mundiales a la importación sin restricciones de alimentos obtenidos a partir de organismos modificados genéticamente y sin necesidad de demostrar que son

seguros.

 

 En las últimas décadas, millones de campesinos en Estados Unidos, Europa, Canadá, Australia y Argentina han sido destruidos. Esto no es ninguna casualidad: que haya menos granjeros independientes significa mayor control corporativo sobre lo que comes. El GATT, el Tratado de Libre Comercio en América del Norte, el Tratado de Libre Comercio en Centroamérica y todos los convenios de este tipo, han propiciado el surgimiento de guetos y barrios bajos o favelas en ciudades de toda Latinoamérica, Asia y África debido a que crean condiciones que fuerzan a la gente a abandonar su tierra mientras la élite se apodera de los medios de producción.

 

 Con la destrucción de las repúblicas Estado-nación y la fundación de bloques megaeconómicos vinculados entre sí a través de un mercado globalizado, los países independientes pueden “ser reemplazados por megaciudades” con bases de población de más de 20 millones de personas. Estas ciudades creadas por el desplazamiento masivo de poblaciones crecerán hasta alcanzar proporciones inimaginables y ya habrán enfrentado la anarquía endémica y elevados niveles de violencia.

 

 El Club de Roma es la institución más importante del mundo en cuanto al impulso del plan malthusiano de despoblación. Uno de sus reportes deja bastante claro cuál es su verdadero plan ulterior: “En la búsqueda de un nuevo enemigo que nos uniera, se nos ocurrió que la contaminación, la amenaza del calentamiento global, la carencia de agua, la hambruna y otros males similares cumplían con las condiciones de lo que buscábamos”. El reporte concluye: “El verdadero enemigo es, por lo tanto, la humanidad misma.” Por esta razón, las instituciones internacionales principales están impulsando políticas de retroceso tecnológico y la reducción, en varios miles de millones, de la población mundial.

 

 En el caso de que no lo supieras, esto es genocidio. Y no hay mejor manera de reducir la población que por medio del hambre. Para matar a la gente de hambre se debe asumir el control de la producción alimentaria, arrebatársela a los campesinos independientes y ponerla en manos de corporaciones gigantes al servicio de los intereses de la EMPRESA MUNDIAL.

 Además, las regulaciones de la Organización Mundial del Comercio les prohíben a los países proteger su economía local o gravar los productos, aun cuando estos fueron evidentemente producidos con mano de obra esclavizada.

 

 Actualmente, la guerra de los alimentos se encuentra bajo el firme control de unas cuantas corporaciones. Por ejemplo, Nestlé. Otra buena parte del negocio de la leche está controlada por Unilever, de propiedad anglo-holandesa y dirige la United Africa Co., la empresa comercial más grande de África. Continúo con el reporte: “Las fronteras entre los Estados serán disueltas y sus contenidos serán organizados como una nueva franquicia de negocios con dos propósitos.

 

 El primero, garantizar la seguridad de las inversiones extranjeras y la apropiación de títulos de propiedad sobre materias primas, sobre todo por parte de la industria minera del Commonwealth británico y, el segundo, atiborrar los bolsillos de los individuos del gobierno que se encargarán de hacer cumplir las políticas”. Luego vienen las empresas de semillas y, entre estas, la más poderosa y sucia es Monsanto, propiedad de Bayer. Esta empresa tiene el poder que desbanca la influencia de la mayor parte de los países del planeta. Monsanto está repartida en 66 países. En 2010, Barak Obama nombró al doctor Roger Beachey, asociado de Monsanto, Asesor de Ciencias del Departamento de Agricultura.

 

 Este es un buen ejemplo de la forma en que se entrelazan los intereses financieros, económicos, políticos y de negocios que dominan la industria alimentaria. Sintetizando, entre y diez y doce empresas fundamentales dirigen el suministro mundial alimentario con la ayuda de entre 36 más.

 Estas empresas son los componentes clave del cártel alimentario anglo-holandés-suizo, el cual se agrupa alrededor de la Casa de Windsor británica. Cargill, Continental, Louis Dreyfus, Bunge and Born, André y Archer Daniels Midland son las seis empresas que constituyen el cártel alimentario y de materias primas dirigidas por la Casa de Windsor, un cártel que tiene dominio completo sobre los suministros mundiales de cereales y granos, del trigo al maíz y la avena y de la cebada al sorgo y el centeno. Sin embargo, también controla cárnicos, lácteos, aceites y grasas comestibles, frutas y vegetales, azúcares y todo tipo de especias.

 

 Esas empresas no emiten acciones publicas ni publican un reporte anual. Son más secretas que cualquier empresa petrolera, banco o servicio de inteligencia gubernamental. Mientras estas empresas perpetúan la ficción legal de que son organizaciones corporativas distintas, se trata, en realidad, de un sindicato entrelazado con un propósito común y múltiples consejos directivos superpuestos.

 

 La oligarquía formada alrededor de la Casa de Windsor es propietaria de estos cárteles y, estos a su vez, son los instrumentos de la oligarquía, instrumentos acumulados a lo largo de siglos para quebrantar la soberanía de las naciones.

 

 El cártel alimentario anglo-holandés-suizo domina entre el 80 y el 90% del comercio mundial de granos. Ningún otro grupo de poderes en el mundo, ni siquiera gubernamentales, está tan bien organizado como este cártel.

 Tienes que entender que este grupo de empresas entrelazadas que se perpetúan a sí mismas es el que decide quién come y quién no. La oligarquía tiene el control vertical de la cadena alimentaria. ¿Los países pueden protegerse a sí mismos? Si forman parte de la Organización Mundial del Comercio, no.

 

 Hoy en día, una séptima parte de la población mundial carece de lo necesario para comer, pero estas cuestiones no se debaten. ¿Por qué? Porque son crímenes contra la Humanidad.

 

 

 Me despido de nuestra querida audiencia, agradeciendo su amable atención, deseando que nos volvamos a encontrar una vez más en otra emisión de EL CLUB DE LA PLUMA.

 Como tema musical elegí una canción del grupo mexicano Molotov que no necesita demasiadas explicaciones: Dame el poder.

 

 


VIVIANA ONOFRI

Profesora en Letras

ex catedrática de la Universidad Nacional de Mar del Plata

 

No hay comentarios: