LA
POLÍTICA DE HAMBRUNA COMO ARMA DE GENOCIDIO COLONIAL
EN
ARGENTINA, HA DESAPARECIDO LA PALABRA
EL NUEVO
ACUERDO DE YALTA
Un cálido abrazo a toda la querida audiencia de EL CLUB DE
LA PLUMA. Otro día más, nos reunimos aquí en este espacio de reflexión
compartida, con múltiples temáticas.
En 1868, en el punto álgido de la campaña bélica
estadounidense destinada al exterminio de los nativos americanos de
Norteamérica, el general Philip Sheridan redactó una misiva oficial dirigida a
un colega del Ejército estadounidense, en la que exponía su propuesta para la
resolución del “problema indígena”.
El general sostuvo que la estrategia más efectiva sería la
pauperización de los nativos americanos, mediante la destrucción de sus
depósitos de agua, de reservas de alimentos, para, posteriormente, proceder a
la reubicación en los territorios que les habían sido asignados en aquel
momento. La política de hambruna contra los indígenas fue todo un éxito.
Hoy esta política encuentra su eco en la Franja de Gaza.
Exterminio por medio de armamento; devastación deliberada de áreas urbanas;
destrucción de hospitales y sector sanitario; política de hambruna por la
destrucción de terrenos agrícolas, redes hídricas y la no distribución de
alimentos para los “animales humanos”, como fueron llamados los palestinos.
Esta es una política intencionada y estructurada por el
régimen israelí desde 2016.
Y pasamos a Siria. El primer día hábil de 2025, apenas días
después de la caída de Damasco en manos del Frente Al-Nusra, el ejército de
ocupación israelí anunció el control de la presa de Al-Mantara en el sur de
Siria. Las fuerzas de ocupación israelíes continuaron ocupando el río Yarmuk y
varios manantiales subterráneos, acuíferos y presas. Esto del saqueo del agua
como estrategia de ocupación para imponer la hegemonía en la región tiene sus
ligeras variantes.
Chile, hace dos años, denunciaba a la empresa del agua
israelí Mekorot, como agencia activa del crimen del Apartheid y la violencia
colonial de Israel contra Palestina. ¡Fuera de Chile! Mekorot participa
activamente de los crímenes de guerra. La empresa estatal israelí Mekorot,
acusada de limitar el acceso al agua en Gaza y Cisjordania, ahora planea
gestionar el agua en varias provincias de Argentina.
¿El agua en nuestro país será utilizada, también, como “arma
de guerra”?
Y Milei invitó al genocida Netanyahu a Argentina, mientras
Gaza entierra a sus hijos, pero el movimiento nacional y popular es cómplice de
esa acción y, también, del silencio sobre Gaza.
Parece que el partido justicialista está de acuerdo con la
visita del asesino israelí. Y así como existe
silencio sobre el genocidio en Gaza, existe silencio
absoluto, también, sobre la deuda externa de Macri y Milei. Parece que es una
agenda de la que no se puede hablar. HA DESAPARECIDO LA PALABRA. Ni mencionar
las palabras “imperialismo” ni “colonia”, porque “esos peronistas” no
aparecerán en las listas futuras. Vamos, que todo es una clara señal para EL
PODER de parte del
peronismo colonial. El peronismo ha perdido su sabiduría y
Cristina está presa y nadie reacciona.
No sé si la militancia está mirando para otro lado, pero la
OTAN ya definió las listas para tener un
“Congreso adicto” por varios años, un acuerdo entre la OTAN,
el Pentágono, la DEA, la Hidrovía y la red de Aeropuertos 2000, los 60
aeropuertos para controlar la droga en todo el mundo, porque no olvidemos que
Milei quiere que Argentina se convierta en un narcoestado. Y recordemos de
otras columnas, que la droga es el lubricante que mueve la economía mundial.
Que las élites liberales satánicas financieras no los engañen...
La idea que subyace, evidentemente, es que hay que controlar
al peronismo, por eso, los “peronistas” que serán candidatos sólo tendrán de
peronistas, el nombre. Ya fueron nombrados los “presidenciables” para el año
2017: Bielsa, Felipe Solá, Jorge Taiana y otros más; que se peleen entre ellos.
Hay un disciplinamiento absoluto del peronismo con una agenda colonial muy
clara y una traición abierta hacia el pueblo y hacia la memoria peronista.
Y Argentina es clave para desintegrar Latinoamérica. No
olvidemos las palabras de Evita: “El peronismo será revolucionario o no será
nada”. ¿Qué hacemos, compañeros?
Esta última parte será para referirnos a la Cumbre de
Alaska, entre Trump y Putin. Ya el Dr. Daniel Estulin en su libro: “La
trastienda de Trump”, escrito durante la primera presidencia de Trump, editado
en noviembre de 2017, nos decía que Trump ya había adoptado medidas que podrían
entenderse como acciones políticas encaminadas a iniciar negociaciones en
serio. En concreto, había tachado a Rusia de la lista de “enemigos” de Estados
Unidos y la participación rusa en una conferencia de ese tipo (el “nuevo Yalta”)
era casi inevitable; habíamos llamado a esa cumbre de Alaska, como Yalta II.
Obviamente, la guerra en Ucrania todavía no se había
iniciado, por lo tanto, podemos deducir que la contienda que enfrenta a la OTAN
contra Rusia fue uno de los tantos temas y no, justamente, el más importante.
Nadie, ni quisiera Trump ni Putin tienen un programa claro, ni siquiera un
lenguaje para el programa económico que viene. Eso es porque los grupos de
expertos estadounidenses y, en general, de Occidente han estado integrados por
la élite financiera liberal y bancaria desde el final de la Segunda Guerra
Mundial, en consecuencia, el lenguaje de la corriente económica y financiera se
ha diseñado para servir a los intereses financieros y bancarios.
Y hablando de “Yalta” saltamos a Argentina. Nos vino a la
memoria un libro del profesor Pablo Vázquez sobre las relaciones históricas
entre Argentina y la Unión Soviética y como hipótesis revisionista, plantea que
los bombardeos de la Plaza de Mayo del 55 fueron la respuesta del Imperio por
haber sido Perón el primer mandatario que normalizara las relaciones
comerciales y
culturales con los rusos, quebrando el acuerdo Yalta I,
entre Roosevelt, Churchill y Stalin. Perón, de
forma provocativa dijo: “Si en 1955, los rusos hubieran
estado en condiciones de apoyarme, yo hubiera sido el cartilla Fidel Castro del
Continente”. Interesante, ¿no?
Y volvemos a la cuestión de Trump que había cometido su
pecado capital cuando dijo que estaba abierto a negociar con la Rusia de Putin
(estamos hablando de la primera presidencia de Trump) y había comparado
negativamente el fuerte liderazgo de Putin con las debilidades de Barack Obama.
Lo empeoró aún más defendiendo el sistema de naciones soberanas frente a la
idea de un mundo globalizado con un gobierno único. Declaró la guerra a las
drogas y al papel de los bancos de Wall Street como facilitadores del blanqueo
de capitales. Y la peor ofensa fue el 20 y 21 de marzo de 2017 cuando Trump
abrazó directamente el “sistema estadounidense” de política económica, el tipo
de economía que de verdad puso en pie Estados Unidos y que la élite satánica
financiera pensaba que había sustituido completamente por su libre mercado y el
Nuevo Orden Mundial global.
Y la locura cotidiana de los medios de comunicación a ambos
lados del Atlántico con su propaganda belicista, a cada instante, que habla del
deseo de Putin de haber comenzado la guerra con Ucrania y que intentará
apoderarse de toda Europa, sigue la línea de que “yo también querría comenzar
una Tercera Guerra Mundial, eso haría que el poder y el dinero siguieran
fluyendo hacia mi dirección.
No hay nada como una lucha peligrosa para proporcionar
cobertura al fraude financiero.”
Ningún Imperio puede sobrevivir sin un flujo constante de
dinero que financie sus operaciones ilícitas en todo el mundo. Y así, la
pregunta para el Estado Profundo es ¿cómo se implementa un modelo que es muy
dependiente del dinero del crimen organizado?
Es imposible pasar a un modelo productivo basado en el
crecimiento si tienes un sistema que depende del tráfico de drogas. Durante
cuatro décadas, los estadounidenses han consentido que el consumo de drogas los
inundara. Lo que resulta algo espectacular es que las operaciones en contra de
Trump, en el que la Inteligencia británica y su equipo equivalente
estadounidense, que habían trabajado durante décadas como espías en la sombra,
se han visto obligados a salir a la luz. Y recordemos que hablar de “Imperio”
es algo más que la suma de Estados Unidos y Gran Bretaña.
Son las fuerzas oligárquicas que ejercen su poder en todo el
sistema financiero transatlántico neoliberal y la defensa militar del orden
mundial del poder único, y les importa un pimiento el bienestar general de la población
de los países en que da la casualidad que viven. La principal guerra del siglo
XXI es contra la mente: el intento desesperado por obtener el control total de
la narrativa a escala mundial.
Me despido de nuestra querida audiencia, agradeciendo su amable atención e invitándola a una nueva emisión de EL CLUB DE LA PLUMA, el próximo domingo. ¡Hasta la victoria siempre, compañeros!
PROF. VIVIANA ONOFRI – Desde Islas
Canarias –
Profesora en Letras, ex catedrática
de la Universidad Nacional de Mar del Plata