RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

lunes, 12 de agosto de 2024

NOS SIGUEN PEGANDO ABAJO - PEDRO RODRIGUEZ

 

NOS SIGUEN PEGANDO ABAJO

 


 Como habrá advertido quien haya seguido este espacio, hemos iniciado nuestro trabajo en torno al problema del narcotráfico, el narco menudeo y la narcocriminalidad, ciertamente por habitar en una ciudad afectada gravemente por estos problemas. El mero desarrollo de nuestro estudio nos ha llevado a otros aspectos y temas, no porque los primeros hayan tenido alguna resolución (más bien lo contrario: se nos muestran datos de "disminución de muertes" como si esa disminución fuera por el obrar represivo y no por la negociación abierta entre los interesados para mantener el gigantesco negocio y favorecer su crecimiento), sino por ir hallando en el transcurso de nuestra militancia y nuestro estudio obstáculos inmensos para resistir  las acciones del poder y para enfrentarlo.

 

 Aunque las preguntas que nos hacemos no estén taxativamente planteadas, los temas que hemos ido abordando son intentos de responder a ellas. Los problemas políticos de los trabajadores tienen, según postulamos,  una sola solución: la organización conciente que defienda los intereses propios, abandonando la ilusión y las expectativas que generan las políticas tradicionales, y en el mismo momento necesitamos fundamentar por qué razones planteamos lo que planteamos. Para ello hemos apelado a pensadores que no necesariamente se identifican con esta necesidad de transformar nuestra realidad: nos alcanza con que digan algo cercano a lo que vivimos. En nuestros últimos trabajos abordamos los problemas de lo que se ha dado en llamar la "sociedad de la información".

 

 Hemos dicho que la información no proporciona significado ni orientación. Sus datos No se congelan en una narración. Son puramente aditivos. A partir de cierto punto, ya no informan, deforman. Incluso pueden oscurecer el mundo. Esto los pone en oposición a la verdad. La verdad ilumina el mundo, mientras que la información vive del atractivo de la sorpresa, llevándonos a un frenesí permanente de momentos fugaces. 

 Esta observación, que es de un filósofo de moda, se repite a lo largo del tiempo, con esto decimos que no es novedoso. Ray Bradbury escribió ya en 1953 Farenheit 451, su obra más famosa, y lo hizo en pleno macartismo como una denuncia a la censura y persecuciones que vivía su país, EEUU, en aquellos años, En ese libro puede leerse:

 

 "Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares. Ó los nombres de las capitales de Estado, ó cuánto maíz produjo lowa el año pasado. Saturalos de datos no combustibles, lánzales encima tantos «hechos» que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces, tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven... sin moverse. Serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian.

 No les des ninguna materia delicada como Filosofía o Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese camino se encuentra la melancolía."

Es decir, hablamos de política, y específicamente de las políticas del poder. Bradbury dice: "Saturalos de datos no combustibles, lanzales tantos hechos que se sientan abrumados, pero al día en cuanto a información".

 

 Paulo Freire llama a esta política "la mentalidad bancaria". Un banco de datos sin capacidad de relacionarlos, sin análisis ni autocrítica. Ustedes saben: Paulo Freire fue el pedagogo y pensador más notable en la historia de la pedagogía mundial. Para Freire, la educación debe intensificar la capacidad de remover preconceptos inscriptos como verdades cuando en realidad son falsedades que abren camino a la aceptación de nuevas mentiras .

 

 En vez de comunicarse, el educador hace comunicados y depósitos que los educandos reciben pacientemente, memorizan y repiten. Tal es la concepción “bancaria” de la educación, en que el único margen de acción que se ofrece a los educandos es el de recibir los depósitos, guardarlos y archivarlos.

En el fondo, los grandes archivados en esta práctica equivocada de la educación (en la mejor de las hipótesis) son los propios hombres. Archivados ya que, al margen de la búsqueda, al margen de la praxis, los hombres no pueden ser. No existe creatividad alguna, no existe transformación, ni saber. Solo existe saber en la invención, en la reinvención, en la búsqueda inquieta, impaciente, permanente que los hombres realizan en el mundo, con el mundo y con los otros.

En la visión “bancaria” de la educación, el “saber”, el conocimiento, es una donación de aquellos que se juzgan sabios a los que juzgan ignorantes. Donación que se basa en una de las manifestaciones instrumentales de la ideología de la opresión: la absolutización de la ignorancia, que constituye lo que llamamos alienación de la ignorancia, según la cual esta se encuentra siempre en el otro.

En definitiva, no hay un saber de “experiencia realizada”: apenas si habrá  un  saber de experiencia narrada o transmitida.

No es de extrañar, pues, que en esta visión “bancaria” de la educación los hombres sean vistos como seres de la adaptación, del ajuste.

Esto satisface los intereses de los opresores. Para estos, lo fundamental radica en la preservación de la situación de que son beneficiarios y que les posibilita el mantenimiento de la falsa generosidad. Es por esta misma razón por la que reaccionan, incluso instintivamente, contra cualquier tentativa de una educación que estimule el pensamiento auténtico, que es CRÍTICO, un pensamiento que no se deja confundir por las visiones parciales de la realidad y que busca los nexos que conectan uno y otro punto, uno y otro problema.

Para la concepción “bancaria”, cuanto más adaptados estén los hombres tanto más “educados” serán y mejor adaptados al mundo.

Esta concepción, que implica una práctica, solo puede interesar a los opresores que estarán tanto más tranquilos cuanto más adecuados sean los hombres al mundo. Y tanto más preocupados cuanto más cuestionen los hombres el mundo.

Así, cuanto más se adaptan las grandes mayorías a las finalidades que les sean prescritas por las minorías dominadoras, de tal manera que estas carezcan del derecho de tener finalidades propias, mayor será el poder de prescripción de estas minorías.

 

 Lo que describimos en el campo de la digitalización, de la información, de la educación, lo que a diario consumimos en los medios, convertidos de inmediato en medios de propaganda (y donde los noticieros, los programas de entretenimiento y hasta la publicidad son vehículos de propaganda), es lo que se ha denunciado repetidas veces en innumerables oportunidades y lugares. Para terminar parafraseamos una cita clásica:  a la interpretación necesitamos con urgencia agregarle la transformación.

  

 

PEDRO RODRIGUEZ

Militante Social

8 agosto 2024

 

 

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