RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 9 de julio de 2023

CONGRESO DE TUCUMÁN Y NUEVA DEPENDENCIA - LIDIA INÉS RODRIGUEZ OLIVES

 

CONGRESO DE TUCUMÁN Y NUEVA DEPENDENCIA



Soy Lidia Rodríguez Olives, y desde Buenos Aires saludo a todos los oyentes de El Club de la Pluma.

Hoy es 9 de julio. Y en Argentina estamos recordando la declaración de Independencia, declaración hecha en San Miguel de Tucumán, en 1816. Ese Congreso tenía dos objetivos: declarar la Independencia y sancionar una Constitución. Con el primero no hubo problemas, porque había un amplio consenso. Pero la redacción de un texto constitucional nos llevó casi 40 años de guerras civiles, con dos intentos fracasados que no hicieron más que profundizar el conflicto. Y es esta incapacidad para controlar y organizar las fuerzas e intereses desatados en el proceso emancipador lo que exige no sólo festejos sino también reflexión.

Las Guerras Civiles argentinas giran en torno a la organización del Estado, un Estado que nunca es neutral, sino que representa la ideología y los intereses de los sectores que triunfan en el proceso de su formación. Según Marcos Kaplan, “El Estado no es la expresión de una racionalidad trascendente o inmanente a la sociedad (…) Es siempre, en última instancia, la expresión de un sistema social determinado y el instrumento de las clases y facciones hegemónicas y dominantes; corresponde a los intereses de estas, las expresa y consolida”. Por lo tanto, no hay forma de comprender las complejidades de nuestra independencia sin sumergirnos en el análisis de las causas de los enfrentamientos, sin saber qué estaba en juego, qué modelos de Estado entraron en colisión, o cómo se resolvieron, finalmente, las relaciones de mando y obediencia.

El Virreinato del Río de la Plata (al que pertenecía Argentina) presentaba, en 1750, un aspecto diferente al que tuvo después de la Revolución de 1810. El sistema colonial, con su mercantilismo y proteccionismo, había permitido cierto grado de desarrollo en las provincias del interior. Con abundancia de recursos naturales y mano de obra, lejos de los puertos principales, su economía prosperó. Abastecían el mercado interno y se integraban con otros circuitos y regiones. A mediados del SXVIII, la región más dinámica era, sin duda, el noroeste argentino. Mientras tanto, Buenos Aires sufría las consecuencias del monopolio español. Su producción, principalmente cueros, no encontraba un mercado apropiado en la metrópoli y los productos de consumo llegaban caros y eran escasos. El contrabando fue, entonces, el deporte preferido de los habitantes de esta ciudad… Declarada capital del Virreinato en 1776 y habilitado su comercio con el resto de las colonias, las expectativas de sus hacendados, comerciantes y financistas aumentaron: vender en cualquier mercado y comprar en los más baratos fue la meta que se propusieron alcanzar.

Tras la derrota de los sectores más progresistas de la Revolución de 1810, se impuso el libre comercio y los escritos de Belgrano, abogando por la industrialización y el proteccionismo, fueron archivados en el fondo de la Historia. El efecto fue inmediato: se amplió el mercado de cueros, aumentó el valor de la tierra, creció el comercio, y hacendados y comerciantes prosperaron.   

Pero para las provincias del interior, la situación fue diferente. En esas regiones, la ganadería era escasa. Y su producción manufacturera no podía competir con la proveniente de una Inglaterra industrializada. Se inicia entonces un proceso de disolución que estancará las economías regionales, profundizado por la inundación de productos importados.

Quedan así delineados los intereses en pugna que serán el motor de nuestras guerras civiles. Por un lado, las zonas ganaderas con epicentro en Buenos Aires; con base en la producción de materias primas para la exportación; impulsoras del libre comercio y de una economía dependiente y satelital de los principales centros industriales, especialmente Inglaterra; dueñas del puerto y de los recursos de su Aduana, fuente segura de financiamiento. Por otro, las provincias del interior, con una producción manufacturera diversificada, pero de escaso desarrollo tecnológico, que demandaba imperiosamente medidas proteccionistas para poder sobrevivir, sin financiamiento genuino y con sus circuitos comerciales destruidos por la fragmentación territorial que sobrevino luego de la Revolución de 1810.

Para las provincias, estaba claro que su supervivencia dependía de la capacidad para encuadrar a Buenos Aires, limitar su poder e impedir la construcción de un gobierno centralizado. En tanto, Buenos Aires también sabía que sus privilegios sólo se mantendrían si lograba obturar cualquier intento de las provincias por lograr mayores espacios de poder. Entonces, el problema económico se transformó en político, y adquirió solidez y significado cuando las doctrinas de unitarios y federales plasmaron sus intereses económicos en dos modelos de Estado antagónicos.

En esta larga disputa, la balanza se inclinó a favor de Buenos Aires. Aferrada a las ventajas que le daban su posición geográfica privilegiada y los recursos económicos derivados del usufructo exclusivo de la Aduana, Buenos Aires logró diseñar un modelo económico para su beneficio, que arrastró a la ruina al resto del territorio y condicionó de manera definitiva las posibilidades de desarrollo futuro. La Aduana porteña financió Congresos, armó ejércitos y compró voluntades. Y los ejemplos abundan.

En 1819 y en 1824, dos Congresos, ambos con representación de las provincias, terminaron redactando constituciones unitarias ¿Cómo pudo ocurrir tal cosa? Es que la situación del interior era tan precaria que no podían pagar ni a sus propios diputados. Entonces, eran reemplazados por porteños o financiados por Buenos Aires. Congresos armados de esta manera no podían dar un resultado diferente al que dieron.

El 1 de febrero de 1820, las tropas conjuntas de Santa Fe, bajo las órdenes de Estanislao López, y de Entre Ríos, comandadas por Francisco Ramírez (ambos aliados de José Gervasio de Artigas), derrotaron a los ejércitos porteños en la batalla de Cepeda. Buenos Aires parecía acabada. El gobierno del Directorio se disolvió y era inminente la entrada de las tropas federales en la antigua capital virreinal. Pero, sorpresivamente, López se retiró, traicionando a sus aliados y salvando a Buenos Aires ¿Qué había ocurrido? El historiador Enrique Barba nos explica: “Podían las provincias vencer a Buenos Aires, pero esta parecía haber aprendido de sus admirados ingleses que se pueden perder todas las batallas y que basta ganar la última, aunque esta no se libre en los campos de Marte”.  Es que en una operación más económica que la guerra y más eficaz que esta, Buenos Aires compró la paz entregando a López 25.000 cabezas de ganado. Con esto, mató dos pájaros de un tiro: neutralizó al santafesino y quebró su alianza con Ramírez que, solo, nada pudo hacer.

Se irá imponiendo así la hegemonía de una oligarquía formada por terratenientes ganaderos, comerciantes, financistas, políticos y profesionales vinculados al comercio exterior y a las inversiones extranjeras, ligados todos ellos a los intereses de Gran Bretaña, que consigue dominar definitivamente la economía argentina. Los caudillos del interior serán exterminados, sometidos o incorporados al sistema a través de beneficios personales, prebendas y negociados. Este modelo de economía dependiente y de hegemonía oligárquica se encuentra, a mediados del SXIX, lo suficientemente consolidado como para permitir la sanción de una Constitución federal. Para entonces, las decisiones fundamentales se toman desde y para Buenos Aires, y los gobiernos provinciales se han convertido en sus apéndices o agentes. El federalismo teórico se ha transformado en unitarismo de hecho.

De la historia posterior, ya hablamos en otra columna: se implementó un modelo agro exportador que limitó seriamente nuestras posibilidades de desarrollo; Argentina se insertó como una economía dependiente de los centros industriales; y la riqueza se concentró en una oligarquía que controlaba, también, el poder político.

En el debate entre proteccionista y liberales, suelen decir estos últimos que el libre comercio es la única forma de prosperidad; que aquellas economías que no resisten la competencia deben desaparecer. Justifican así la resolución de nuestras Guerras Civiles y defienden el modelo agro exportador, señalando que era el único sector dinámico y competitivo. Sin embargo, no es eso lo que nos muestra la Historia. La misma Inglaterra, cuya Revolución Industrial se desarrolló, según Hobsbawm, a partir de las manufacturas de algodón, prohibió en el SXVIII la importación de las telas que llegaban desde India, de alta calidad y que abastecían a Europa. Los ingleses consumieron por un tiempo las rústicas telas producidas en el país, mucho más caras que las importadas. Esta medida proteccionista hizo posible que la industria local alcanzara la competitividad necesaria para salir al mercado mundial. Lo mismo hicieron Canadá, Estados Unidos y Australia. No fue el desconocimiento de lo que ocurría en el mundo la causa de la elección de un modelo de atraso. En 1875 Rufino Varela, Ministro de Hacienda de la Provincia de Buenos Aires, afirmaba en el Congreso: “No conozco país alguno de la tierra donde la industria se haya desarrollado sin protección. La Inglaterra, librecambista hoy por excelencia, ha debido exclusivamente a la protección de sus industrias el grado de progreso en que se encuentra”. Y si no fue la ignorancia, entonces fue la conveniencia. La declaración de Independencia de 1816 quedó limitada al aspecto político. El beneficio de unos pocos nos ató a una nueva dependencia y poco les importó arruinar al resto.

En medio de los festejos de hoy, no podemos perder de vista que la soberanía política es una abstracción sin independencia económica, y que esta es insuficiente si no tenemos justicia social.     

Desde Buenos Aires, un cálido abrazo a todos los oyentes de El Club de la Pluma.

 


LIDIA INÉS RODRIGUEZ OLIVES

Profesora de Historia - Posgrado en Ciencias sociales por FLACSO

 

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente, como las anteriores columnas!!!