PREGUNTAS
NECESARIAS II
Veníamos hablando en nuestra
columna sobre algunas preguntas que necesitamos hacernos, en este caso sobre lo
que significa el poder real, y las distintas lecturas que se hacen sobre el
fenómeno. Tocamos apenas dos autores, Focault y Zizek, que se abstraen de
realidades políticas concretas para analizarlo. Expusimos sus diferencias
principales, las que radican en la forma
en que conceptualizan la resistencia. Para Foucault, el poder nunca es total:
siempre hay fisuras y espacios donde los sujetos pueden subvertirlo. La
resistencia no se da en un acto revolucionario definitivo, sino en pequeñas
rupturas dentro del sistema, en prácticas marginales que desafían la
normalización. Pero Žižek ve la resistencia como un proceso mucho más complejo,
ya que la ideología es capaz de apropiarse incluso de las formas de
disidencia. Un sistema , decíamos, puede tolerar la protesta, e
incluso promoverla, sin que ello suponga un cambio estructural real. La
rebeldía muchas veces es absorbida por el propio sistema y transformada en
mercancía, volviéndose funcional al mismo poder que intenta desafiar (éste
contraste se vuelve crucial cuando analizamos la era digital, el uso de las
herramientas digitales y las utilidades que brinda a las clases en pugna).
Hoy queremos intentar la misma pregunta sobre
el poder real trasladándola a la actualidad política argentina.
La estafa con criptomonedas que protagonizó el
presidente Milei ha potenciado, exacerbado, profundizado, una crisis
política por arriba que ya existía, poniendo sobre la
superficie la degradación del sistema político e institucional del país.
Allí donde precisamente el experimento Milei
había logrado mostrarse “distinto” al resto de las fuerzas del sistema, con sus
bravatas contra la política tradicional, se ha producido un antes y un después
que afecta directamente la supuesta fortaleza política del gobierno.
Las reacciones de todo el arco político del sistema no hacen más que
agravar la situación. Desde los pedidos de
juicio político que, de antemano, se saben inconducentes; las defensas que
ensayan fuerzas aliadas que terminan siendo un salvavidas de plomo; la creación
de comisiones de investigación que no investigarán nada; los procesos
judiciales abiertos por las denuncias de los damnificados por la maniobra
presidencial que terminarán en los cajones de la mal oliente justicia
argentina; todo ello suma al desprestigio de una institucionalidad que viene
dando signos de podredumbre estructural y que en esta situación, a cada paso
que se intenta para superar la crisis, se hunde más en el barro.
Institucionalidad que todas las fuerzas del
sistema, sin excepción, quieren rescatar. Nadie saca los pies del
plato porque lo
principal es salvar al sistema. Las denuncias y contra
denuncias caminan todas por el mismo andarivel buscando socorrer a las
instituciones burguesas.
Esta situación de crisis
por arriba, la que además es fogoneada por la lucha entre corporaciones por los
negocios y los favores del Estado, tiene un correlato por abajo que se puede
sintetizar en una frase: para cada vez más amplias masas, "son todos lo mismo". Esa sentencia pega
de lleno en la política que se apoya en el engaño a la población, en hacerle
creer que las cosas se resuelven mirando hacia arriba, esperando al salvador de
turno. Ese papel cumplía Milei... hasta ahora.
La magnitud de esa conclusión no se expresa
del todo en lo inmediato, pero suma a un estado de ánimo que viene creciendo en
contra del ataque a las condiciones de vida y de trabajo del pueblo trabajador.
Tan es así que mientras estos hechos se
suceden, mientras a cada rato se conocen nuevas confirmaciones de la estafa
mileista, los signos de resistencia no han mermado sino, por el contrario, se
consolidan. Se mantienen en el tiempo luchas como las de Praxair en Buenos Aires,
las de Granja
Tres Arroyos en Entre Ríos, en el frigorífico Fishing Mart de Mar del Plata
(donde a pesar de la represión se quebró la decisión empresarial de no pagar el
aumento acordado), y se suma en estos días la lucha de los petroleros en
Santa Cruz. Estos son algunos ejemplos que confirman que la resistencia
se sostiene, aun en el medio del feroz ataque que el poder desató contra el
pueblo para lograr el disciplinamiento político.
De esta forma, la paz y
estabilidad que necesita la clase dominante para consolidar su proyecto
político y económico se ve afectada tanto por los hechos por arriba como por
los de abajo. Y al mismo tiempo confirma que las fuerzas del sistema van por un
lado (el de salvar las instituciones) mientras que el movimiento de masas
recorre su camino para pelear por sus demandas, aun cuando se encuentre en la
“orfandad” a la que nos arrojan las estructuras políticas y sindicales del
sistema.
Si antes de estos hechos decíamos que la única salida
es enfrentarlos, esa consigna hoy toma un nuevo y necesario impulso. Como en
toda pelea entre fuerzas antagónicas, cuando el enemigo está sumido en sus
escándalos, está aturdido por los acontecimientos que no atina a resolver, es
el momento de profundizar el enfrentamiento, de no dejarlos acomodarse, de
avanzar en la independencia política que, en los hechos, se viene manifestando
en las luchas cuando se consolida una acción en la que las masas no esperan ni
se resignan ante la defección de los partidos y sindicatos del sistema.
Se ponen de manifiesto así dos tácticas: las
de los que buscan salvar al gobierno y sus instituciones y las de los que
enfrentan y luchan con lo que tienen a mano.
En ese enfrentamiento se estará aportando a una acumulación de
fuerzas de los de abajo que debe apuntar hacia el objetivo de derrotar al plan
del gobierno, y a generar mejores condiciones para avanzar
hacia nuevos escalones de enfrentamiento político, en el que los actores
principales sean las bases trabajadoras, acumulando lucha y experiencia.
Nuestra larga historia de luchas nos lo reclama.
Desde Rosario- Militante Social
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