RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

lunes, 11 de noviembre de 2024

NUESTRAS PALABRAS - PEDRO RODRIGUEZ

 

NUESTRAS PALABRAS

  

 

 Desde el momento mismo en que decidimos hablar y actuar políticamente (en nuestro caso, es lo mismo que decir desde siempre, o desde nuestra adolescencia como mínimo, desde que adquirimos alguna conciencia política) tenemos presente que disputamos lenguajes, disputamos ideas (formuladas en lenguaje, en alguna lengua comprensible), disputamos contenidos, discursos, palabras, definiciones.  Esto que se afirma acá, sin embargo,  es necesario cernirlo, circunscribirlo: ¿es un problema de lenguaje el que abordamos? ¿Es una disputa de lenguaje la que nos enfrenta? NO. Lo que enfrenta a los humanos son los INTERESES, y en primer lugar, los intereses materiales. La lucha es por la vida.

 

 Al carecer del instinto animal y al ser esencialmente sociales, nuestra lucha, para tener alguna posibilidad de éxito, por parcial que éste sea, necesita comunicarse, difundirse, agrupando y colectivizando. En cuanto decidimos dar esa lucha, no podemos sino programar la comunicación de nuestros enfoques, de nuestros principios, de nuestras posiciones. Lo hacemos a diario, a cada minuto, postulando una visión, una explicación de los sucesos. Es aquí, en este punto, en el que hoy nos detenemos a pensar, aunque sea brevemente.

 

 Detectamos, como les sucede a muchos, cierta dificultad para transmitir, para comunicar, para trasladar propuestas, conceptos o ideas.  Nos estamos refiriendo, y debe aclararse esto, a un problema que no es independiente de la existencia de discursos hegemónicos, pero que de alguna manera debe encontrar su caracterización como DESAFÍO a los discursos hegemónicos, a eso que han llamado "pensamiento único" o "pensamiento unidimensional" -Marcuse lo definió como ese universo del discurso poblado de hipótesis que se autovalidan y que, repetidas incesante y monopolísticamente, se tornan en definiciones hipnóticas o dictados".

 Para decirlo abruptamente: existen discursos hegemónicos, claro,  pero no podemos enfrentarlos con la diáspora de significaciones que nos impiden elaborar políticas y proyectos -dejamos a un lado, por ahora, el problema de las "identificaciones primitivas", esas que nos hacen creer que ya tenemos definido eso y no vale la pena discutirlo.

 

 Hay entonces un problema de lenguaje, sí, cuando no hay expresiones políticas potentes que reúnan masas de población en torno a un proyecto, o dicho de otra manera, a un discurso.

 De eso estamos hablando cuando decimos "crisis política", ¿no? Cuando faltan planes que movilicen expectativas, cuando faltan horizontes o salidas -sin importar que sean imaginarias o poco creíbles, como se planteó alguna vez aquella "Argentina Potencia", tal vez la última en que pudo creerse mínimamente, cuando faltan programas políticos de transformación de la realidad, cada quien significa como quiere o puede, y todo se vuelve una Babel boba de discusiones estériles en las redes. En este punto cualquiera estaría tentado a pensar que  ese "mundo repodrido y dividido en dos"  al que aludía la marcha de la bronca era más sencillo que el actual, en la práctica atomizado y con impotencia para oponer fuerzas significativas al poder real.

 

 Sin embargo, esta perspectiva pierde de vista que el poder real TAMBIÉN tiene sus disputas, sus contradicciones y sus imposibilidades. No hay nada que sea más evidente, y sin embargo se olvida: un mundo atravesado por conflictos y guerras que amenazan su propia existencia, no es más que un mundo donde no se consigue ordenar el sistema, darle cauce para mejor explotar y aumentar las ganancias. El negocio de la guerra, por fabuloso que sea,  no alcanza para explicarlas. Es insostenible, y que lo reconozca ¡hasta donald trump! debería llamar la atencíón a cualquiera.

 

 A propósito: la decadente presencia de enfermos mentales al frente de los gobiernos no hacen más que señalar otra vez la crisis en que estamos inmersos -hablamos, por supuesto, en principio, de occidente y de la agonía de su democracia liberal. En el problema del lenguaje y en el de los gobiernos que padecemos hay muchos ejemplos, no citaremos más que los que hoy se ponen en juego fuertemente: desde la "libertad" (pocas palabras han tenido tan infausto destino) al "progresismo" enfrentado a un supuesto "conservadurismo" (en la época de la apabullante revolución tecnológica 4.0 emplear estos términos suena cómico), desde las nociones de "izquierda" y "derecha", tan poco eficientes a la hora de perforar la mentira organizada, a la llamada "agenda wouk -woke-" mientras continúa imperturbable el afán de conquistarse por la fuerza o por la explotación...

 

 Necesitamos, como siempre y como nunca tan urgentemente, salir de falsas oposiciones y enfrentamientos, de discusiones que tildaríamos de inconducentes si no fueran tan importantes al punto de poner en juego la vida misma, para pensar y discurrir y planificar y  actuar según los intereses propios, que planteamos son los del trabajo.

 

 Y lo diremos cuantas veces lo necesitemos: que la tarea de la unidad, no se empantane entre refriegas identitarias y sectarismos, y que seamos capaces de oponer a la diluyente acción del enemigo la contundencia de un proyecto emancipador. Sin abandonar jamás la creación, condición sine qua non para producir ese discurso emancipador, porque como dijo el escritor mexicano Carlos Fuentes: "El Arte da vida a lo que la Historia ha asesinado" (¡y vaya si los mexicanos y los latinoamericanos sabemos de historia asesinada!)

 

PEDRO RODRIGUEZ

 Desde Rosario- Militante Social

 

 

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