RUSIA,
CHINA Y ESTADOS UNIDOS…
EN
BÚSQUEDA DE ASOCIACIONES ESTRATÉGICAS
No es la primera vez
que se reúnen Vladimir Putin y Kim Jong-un. La primera vez fue el 25/04/2019,
también en Vladivostok, lugar elegido por las autoridades norcoreanas por la
predilección de Kim, obsesionado por su seguridad, de viajar en tren y jamás en
avión. En aquella oportunidad el mundo no estaba tan convulsionado ni en pleno
proceso de modificaciones del esquema de poder como está hoy. Pero los
estadistas olfateaban movimientos tectónicos.
Las relaciones entre
ambos países habían sufrido un congelamiento tras la disolución de la Unión
Soviética, que era el gran aliado protector del régimen socialista juche. El
presidente Yeltsin fue un gran crítico del gobierno norcoreano y prácticamente
apoyó todas las políticas sancionatorias de Occidente mientras se regodeaba de
ingresar al G8, que era el G7 + Rusia.
Ya con Putin en el
poder, durante los primeros años la situación no cambió demasiado: su gobierno
– y luego el de Medvédev - se mostró crítico de la investigación bélica nuclear
de Corea del Norte, aun con las experiencias dramáticas de Irak y Afganistán, y
hasta apoyó solapadamente la negociación de alimentos por desnuclearización
encarada bajo el patrocinio de la ONU. Pero para 2019 la situación había
cambiado totalmente. Putin ya había dado su discurso “perturbador” en la
Conferencia de Seguridad de Munich de 2007, acusando a Occidente Colectivo de
un orden unipolar injusto y arbitrario; el cual constituyó un verdadero
parteaguas en su política exterior. Para 2008 ya había intervenido en el
Cáucaso, frenando el empuje atlantista en Georgia. Para 2014 anexionó Crimea y
respaldó furtivamente los alzamientos del Donbás.
Y para 2015, salió en
auxilio de una República Árabe Siria asolada por el yihadismo internacional,
que respondía a los intereses de la Anglósfera. Pero Rusia es un país inmenso
que también tiene presencia en el Extremo Oriente, fundamentalmente en la zona
del Pacífico Norte, donde contraste con su enemigo histórico, Japón, y su
creciente reivindicación del imperialismo de preguerra, esta vez, de la mano
del aliado norteamericano.
Entre esas
reivindicaciones niponas están las islas Kuriles, obtenidas por la URSS al fin
de la Segunda Guerra Mundial. Desde ese lugar, encontrar aliados, más allá de
algunas cuestiones de sintonía ideológica, es fundamental para fortalecer las
situaciones. La península coreana está absolutamente militarizada.
Pero el mayor desafío
lo presentan la impresionante cantidad de fuerzas estadounidenses presentes
tanto en Japón como el Corea del Sur, sin contar las bases desperdigadas por el
Pacífico, desde Pearl Harbour hasta Guam, pasando por Singapur y las Filipinas.
Durante 2019, además, el mandatario norcoreano tuvo innumerables choques
verbales – con sus correspondencias en acciones – con el presidente
estadounidense Donald Trump, donde uno y otro amenazaron con reducirse a
cenizas. Estas bravuconadas de Trump, que eran tamizadas por sobrevuelos de
bombarderos B-52 o B-2 cerca del espacio aéreo norcoreano, tenían la
peligrosidad de que, ante un fallo de cálculo, se generase un casus belli.
En ese sentido,
chinos y rusos, que comparten frontera con Corea del Norte, se sentían
desafiados porque Kim descansa su disuasión en el instrumento nuclear, básicamente.
Desde ese lugar, Kim sabía que mostrarse con Xi Jinping – con quien se reunió
en marzo de 2018 – y luego con Putin, le proporcionaría un respaldo político
indudable, simbolizando que se internacionalizaría el conflicto. Kim sabe muy
bien que su dinastía y el régimen juche son una oportuna creación de la Guerra
Fría y de los PC de las URSS y de China. Hoy las naciones herederas aun
necesitan de los norcoreanos como una zona búffer que mantengan más o menos
alejadas a las tropas estadounidenses. Pero ahora es 2023. Y han pasado algunas
cosas más estos últimos años.
Rusia se halla en una
guerra abierta con la OTAN en el “campo de pruebas” ucraniano. No es una guerra
territorial. Es una guerra que supera las cuestiones geográficas y se expande
hacia la creación de nuevas instituciones que impongan un mundo multipolar, donde
Occidente ya no tenga el predominio de barajar las cartas y asignarle
caprichosamente valores. Otros chispazos siguen activos, a punto de explotar,
como el Sahel, el Levante y el Cáucaso, que son resortes de la misma dinámica.
En virtud de la consagrada interconexión entre los escenarios europeos y
asiáticos, máxime considerando que el polo de poder económico ahora hace
epicentro en China, India y zonas circundantes, la conflictividad está girando
lentamente hacia la zona del extremo oriente, la llamada región del
Indo-Pacífico.
De hecho, la
proliferación de alianzas militares de inspiración occidental por esos lares es
inaudita: al Five Eyes y al ANZUS, sobrevivientes de la guerra Fría, se le
sumaron el Diálogo Cuadrilateral de Seguridad o QUAD en 2008 y el AUKUS, en
2021, destinados a “contener” a China, y negarle los pasos marítimos de
aprovisionamiento, como alguna vez se hizo, allá por el siglo XIX, en las
guerras del opio, que los chinos recuerdan amargamente como una piedra en su
destino, que inauguró “el siglo de la humillación”.
Pero quizás lo más
llamativo fue la reciente reunión en Camp David, Washington, el 17 de agosto,
de la tríada occidental del Extremo oriente, compuesta por Japón, Corea del Sur
y Estados Unidos, tres países ubicados directamente “en la frontera”
geoestratégica con chinos, rusos y norcoreanos, que sellaron una alianza “de
todo tipo” que incluiría la instalación de armamento nuclear y misilería
estratégica. Esto se hace aún más peligroso a sabiendas que ambas coreas no tienen
un tratado de paz, sino simplemente un armisticio... tratado firmado por
firmado por Corea del Norte y Estados Unidos el 27 de julio de 1953 ¡no por
Corea del Sur! que declaró el fin de las hostilidades pero no el estado de
guerra, y el establecimiento de una zona desmilitarizada tomando como
referencia el paralelo 38 norte.
A eso sumemos que
Corea del Sur y Japón sellaron una amistad histórica, puliendo sus rencores de
posguerra, y que ambas naciones han incrementado enormemente sus presupuestos
de defensa, abriendo o previendo abrir “oficinas de enlace” de la OTAN en sus
capitales. En el caso nipón, además, este 18 de agosto entró en vigor el
Acuerdo de Acceso Recíproco (Reciprocal Access Agreement), que la une a
Australia en cuestiones de defensa, lo que significa una vinculación indirecta
de Japón al AUKUS. En ese marco, no puede asombrarnos entonces esta nueva
reunión entre Putin y Kim, que viene apenas después de la visita del ministro
Shoigú a fines de julio a Corea del Norte, donde fue convidado incluso al
desfile del 75° Aniversario fundacional de la República, como un invitado de
honor.
Lo cierto es que
Putin y Kim rubricaron un nuevo acuerdo, que implica obviamente un intercambio
de armamento y tecnología, incluso espacial, para lo cual visitaron el
cosmódromo militar de Vostochni, pero que además saca a Corea del Norte del
aislamiento político internacional al que usualmente es sometido y lo encolumna
decididamente bajo la protección sinorrusa, fundamentalmente, por el
importantísimo rol que jugaría en caso de una conflagración como primera línea
de trincheras. Kim Jong-un lo sabe perfectamente y piensa sacar el mayor rédito
de su situación, que es comprometida, pero que también le abre un panorama
alentador.
De hecho, enfatizó
que su visita "se produce en un momento muy importante" aclarando que
"Ahora la parte rusa recibe a Corea del Norte con un sentimiento muy
cálido". Nótese que Kim dijo “ahora” pues no siempre fue así. Este
encuentro no solamente tiene alcances para Asia… sino también para Europa.
Norcorea suministrará masivamente municiones y armamento de artillería,
tanques, drones y misilería a Rusia, para engrosar sus arsenales. Esto generó
el repudio occidental… que a mediados del año pasado había ido a exigir
exactamente lo mismo a Surcorea y Japón en una misión de Jens Stoltenberg en
persona. Es que la paja en el ojo ajeno se ve más que la viga en el propio.
Casi en paralelo a la
reunión Putin-Kim, Joe Biden empezaba su gira en Vietnam, un país que fuera
devastado por la violencia francesa y estadounidense durante casi 20 años.
Biden declaró enfáticamente “no pretender contener a China” sino “buscar la
prosperidad y seguridad de la región”, lo que más o menos significa afirmar y
negar algo al mismo tiempo. Lo cierto es que, más allá de acuerdos comerciales,
entre los que se cuenta tratados por aviones Boeing 737 y semiconductoress,
Biden fue a Vietnam a buscar una nueva alianza militar, destacando los
problemas irresueltos entre Hanoi y Beijing respecto a ciertas reivindicaciones
territoriales en el Mar de China Meridional. Pero Vietnam no quiere abandonar
ni por asomo sus acuerdos secretos de armas con Rusia, y con China, siendo
vecina, la une un comercio nada desdeñable. Más allá de algunas cuestiones de
soberanía, China es el principal socio comercial de Vietnam y Vietnam es el
sexto socio comercial de China, siendo el principal socio comercial de China
dentro de la ASEAN.
Dudosamente ingrese
en una alianza militar contra dos importantes socios estratégicos, a pesar del
conocido signo independentista vietnamita, que tiende a contrarrestar y
equilibrar influencias buscando cercanía a Japón y a los Estados Unidos En su
libro blanco de Defensa de 2019, Vietnam reafirma el principio de los tres
“no”, esto es, “no” a las alianzas militares; “no” a las bases militares
extranjeras en su territorio; y “no” a amenazar con el uso de la fuerza en las
relaciones internacionales.
En concordancia con
los sucesos citados, el tercer gran protagonista de este cruce de potencias en
búsqueda del rediseño global, me refiero a China, hacía también su parte en
esta oleada de acercamientos hacia naciones pequeñas en cuanto a influencia,
pero valiosas en cuanto a la suma de peso crítico. Xi Jinping invitaba a
Nicolas Maduro a Beijing, para hablar de comercio y cooperación tecnológica,
alcanzando ambos la categoría de “socios estratégicos”, en lo que podría ser la
antesala de la incorporación venezolana al BRICS en la próxima cumbre.
Les habló Christian Cirilli, espero hallan disfrutado esta columna internacional.
Los espero la próxima
semana en una nueva entrega, siempre aquí, por el Club de la Pluma.
Analista
Internacional
Licenciado en administración UBA De ciencias
económicas
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