Sin intentar hacer un discurso o exponer investigación alguna, pretendemos compartir algunas miradas, pensamientos en relación a cuestiones que nos afectan, de una u otra forma.
Cuando la aparición del ser humano en el planeta, éste comienza a darse cuenta de la necesidad de actuar para su subsistencia.
Alimentación, protección, son pilares para cada una de sus acciones. Pero intuitivamente, suponemos, asume que en soledad hay menos chances de garantizarlos.
Busca unirse, vincularse, más no en forma consciente de lo que hoy significan las construcciones colectivas, sino, como lo expresamos, por un primigenio instinto de supervivencia, necesario para garantizar la preservación y crecimiento de su especie, casi como la de cualquier otra especie animal…
Ese sería más o menos el encuadre que correspondería, como para aventurar un simple comentario en relación a esto de las colectivizaciones y los liderazgos. Colectivizar la supervivencia fue, probablemente, una cuestión que la volvía más probable… pero no menos esforzada. Esta cuestión no es menor. Con el devenir y la complejización progresiva de las sociedades algo se perdió de vista: vivir en sociedad es más seguro pero no más fácil.
En nuestro camino hacia la desconexión del instinto, quizá un día nos despertamos creyendo que todas las funciones necesarias para la supervivencia ya estaban cubiertas por alguien: madres alimenticias, hospitales saludables, educación institucionalizada y, por último, participación social delegada en representantes. Así, no sería disparatado seguir una línea de pensamiento por la que confundiéramos las probabilidades aumentadas de sobrevivir con la idea de vivir sin esfuerzo consciente alguno.
En todos los aspectos esto trae, a nuestro entender, consecuencias notables. Pero en donde los efectos son más evidentes es en esto de la organización socio-política de la vida colectiva: en el primitivismo y en las monarquías, la función de pensar en el colectivo se había depositado en otros. Luego –o en otras latitudes- se formalizaron cuestiones participativas en las que, quienes “participaban” tenían que pensar, razonar, evaluar posibilidades, tomar decisiones, elegir. En ciertas épocas, eran unos pocos. Luego llegó la democratización y la participación popular.
Pero esa participación popular, bien lejos estaba de la participación de hoy: muy probablemente la gente iba de sus animales y huertos al mercado o desde sus talleres y manufactureras al mercado y construía allí su visión más o menos compartida de una coyuntura socio-política-económica. Y si alguien quería opinar y participar, era menester que hubiera hecho un esfuerzo intelectual de algún tipo para tomar posición.
Las democracias con el voto obligatorio, apostaron, indudablemente, a la gobernabilidad: siempre se le puede decir al elector que tiene que asumir su elección.
Pero algunos de esos se pusieron a pensar antes de elegir, y otros, empezaron a manipularlos y a distraerlos. Y empezaron a llegar noticias desde más lejos, y mucho más rápido. Y además de las noticias, venían también las distracciones al mismo ritmo.
Llegamos así a estos días en que todas las noticias y todas las distracciones están servidas en la misma mesa. Y el instinto está tan acallado que ya reacciona hacia cualquier derrotero: enfermedades, pasatismos, inconsciencias de toda catadura.
En circunstancias donde se intenta centrar la atención en eventos determinados que, sensibles y complejos como puede ser una elección presidencial, se pretende invisibilizar lo que está atravesando a todas nuestras sociedades, y se nos puede sumir en un alto grado de inconsciencia.
Si quisiéramos hacernos cargo de nuestra elección, sólo si quisiéramos no tener que poner las responsabilidades afuera de nosotros y recuperar así nuestro poder, tendríamos que hacer un esfuerzo intelectual por separar las noticias de la distracción, por distinguir los datos de las opiniones, por mirar un mapa certero, amplio y representativo de nuestra coyuntura. De ese modo, podríamos comprender que no estamos decidiendo un Boca-River. Que no estamos decidiendo si usaremos un look informal este viernes, sino que más bien nos estamos jugando el futuro no sólo nuestro y de nuestra cría, sino de la región y hasta del planeta.
No se trata de minimizar lo que habrá de acontecer por una elección. Se trata de ubicarlo en todo el contexto global en el que estamos inmersos, a pesar de los esfuerzos por invisibilizarlo.
Las redes sociales, como actuales herramientas de comunicación, donde la viralización de opiniones e información han posibilitado tomar mayor conocimiento respeto de todo lo que acontece en cada rincón del planeta, nos permiten también posicionarnos detrás de pensamientos que refieren a lo que no quieren que veamos, sobre lo que no quieren que pensemos, sobre y fundamentalmente lo que no quieren que actuemos.
En relación a recientes supuestos atentados, creemos que de falsas banderas, Miguel Angel Jose expresa: “…No olvidemos los bombardeos a Irak, Líbano, Palestina, etc. etc. que fueron realizados por EE.UU. y sus aliados poderosos (entre ellos están Francia, Inglaterra, Israel, etc.): ciudades arrasadas con miles de muertos, y sembrando el odio que ahora se manifiesta en estos graves ataques terroristas que son la respuesta de lo que sembraron…”
Asimismo Atilio Eugenio Bergese dice: “…Recuerdo que cuando EEUU invadió Afganistán para quedarse con el petróleo, arrojó un misil en un jardín de infantes matando a más de 200 niños........."Creímos que era un arsenal" fue la justificación, "en toda guerra siempre hay daños colaterales"...........Dijeron...”
Y Alex Corrons expresó: “…Siria, Libia, Irak, Afganistán... millones de personas asesinadas por las guerras de los que mandan, hoy las consecuencias las sigue pagando el pueblo. Los políticos y periodistas nos dicen que los terroristas quieren acabar con "la civilización occidental", yo creo que lo que va a pasar es que van a reforzarla, provocando que los Estados se cierren en banda y limiten nuestras libertades, como lo hiciera Bush tras el 11S, ya sabemos... "no hay mal que por bien no venga". No bajemos la guardia, a quien debemos temer es a nuestros propios gobernantes…”
Un debate tal vez defina algunos posicionamientos, algunas decisiones. Pero no podemos asumir que sólo se trata de evaluar quién se expresa mejor o qué es lo que mejor nos ofrece. Se trata fundamentalmente de decidir qué realidad queremos para nosotros, para todos. Si la realidad que promueve el desmembramiento social, la exclusión y la postergación de todos los anhelos, o la posibilidad de luchar por garantizar un mañana mejor, un mundo donde quepamos todos.
No es un debate entre dos, es un debate entre todos, los que pretendemos construir desde lo colectivo, con inclusión y sin ninguna posibilidad de discriminación, frente a los que persiguen retrotraernos a tiempos oscuros, sangrientos.
No es un debate entre dos, es un debate entre todos los que elegimos la participación y el compromiso, augurando, a pesar de las necesarias luchas que habrán de venir, la posibilidad de continuar construyendo el “…ahora eres nosotros…” que nos legara el Subcomandante Insurgente Marcos.
Que así sea.
NORBERTO GANCI –DIRECTOR- GABRIELA FERNÁNDES - El Club de la Pluma
NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
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