RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

sábado, 9 de enero de 2016

SOBRE LA HEGEMONÍA Y CONTRAHEGEMONÍA…

SOBRE LA HEGEMONÍA  Y CONTRAHEGEMONÍA…

 Según algunas interpretaciones, se dice sobre “hegemonía” que: “…refiere a la dirección suprema, la preeminencia o el predominio de una cosa sobre otra. Más usualmente se emplea en un sentido político para designar la supremacía de un Estado sobre otro u otros. El vocablo proviene del griego γεμονία (hegemonía), que significa ‘dirección’, ‘jefatura’.

 En este sentido, la supremacía de un pueblo sobre otros, o, dicho de otro modo, la superioridad que un país tiene sobre los demás, convertirá a esta nación en un Estado hegemónico.

 La hegemonía implica una situación de influencia que se registra a varios niveles y ámbitos de la vida de las naciones. Puede tratarse de hegemonía política, económica, cultural o militar
(…)
La hegemonía cultural se refiere a la supremacía de una cultura sobre otra u otras. Como tal, es un concepto desarrollado por el filósofo y político marxista italiano Antonio Gramsci, quien entendía la hegemonía cultural como el domino, en términos de imposición, del sistema de valores, creencias e ideologías de una clase social sobre otras, fundamentalmente de la burguesía sobre la clase obrera. Dicha clase, además, generalmente ejerce el control de las instituciones y de las formas de producción…” (1)

 Asimismo se trata de: “…una sociedad aparentemente libre y culturalmente diversa es en realidad dominada por una de sus clases sociales: las percepciones; explicaciones; valores y creencias de ese sector llegan a ser vistos como la norma, transformándose en los estándares de validez universal o de referencia en tal sociedad, como lo que beneficia a todos cuando en realidad solo beneficia o beneficia preferencialmente a un sector dado…” (2)

Ante lo expuesto aquí podríamos vincular esa interpretación del término hegemonía a lo comunicacional, emparentado directamente con la cuestión política.

 En nuestra región, a pesar de no conocer empíricamente sobre ello, nos hemos desarrollado entre diferentes estadios hegemónicos que han condicionado nuestros pensamientos, sentires, decisiones, etc.
Todo ha podido hacerse en base a estrategias de dominación, fundamentalmente desde lo comunicacional y lo educativo.
Se forman masas formateadas con determinados saberes en beneficio de quien o quienes ejercen el dominio a través de lo hegemónico.

 Desde las últimas décadas del Siglo XIX y principios de la siguiente, se impusieron saberes, a través de la educación, con los que procuraban instalar una falsa idea de nacionalismo, conceptos equivocados sobre patriotismo, negando la identidad de quienes proponían y bregaban por una real y absoluta independencia.
Se llegó hasta la “infamia” de justificar la destrucción de una pujante nación, como la paraguaya, en una guerra por impedir su desarrollo con el que se hubiese motorizado, valga el término, la industrialización de toda Nuestra Región.
 Nos estamos refiriendo a la conocida Guerra de la Triple Alianza, término con el que han querido imponer la idea de un falso continentalismo, ya que obedecía a intereses foráneos, fundamentalmente a la nefasta y siempre criminal corona británica.
Al respecto, y titulando como “La Guerra de la Triple Infamia”, el Historiador Norberto Galasso expresa, entre otras cosas, que: “…La guerra de la Triple Alianza obedece al interés de la oligarquía porteña, de la oligarquía montevideana, del Imperio del Brasil, y de Gran Bretaña, dirigido a liquidar los focos populares de posición nacional en Sudamérica (federales en el noroeste argentino, blancos de la campaña oriental) y muy especialmente destruir el modelo paraguayo de crecimiento autónomo. Es la misma orientación que, después de la batalla de Pavón, reprime en el Interior argentino e impone el modelo semicolonial…” (3)

 Basta la precedente muestra para graficar cómo nos manipulaban, desde un hegemónico manejo de la historia, denominada “la historia oficial”. El último término impone un no cuestionamiento, un algo indiscutible.

 En la misma forma y con los mismos objetivos, más allá del transcurso del tiempo y los personajes y personajescos, nos pretenden continuar sumiendo en el desconocimiento, la desinformación, la desculturización.
La avanzada neoliberal en la Región la podemos sentir como soplo en la nuca, y tal parece, con los siempre inestimables servicios de desinteligencia foráneos y propios, más la conveniente colaborativa actitud de un poder judicial proclive a la des-democratización del Estado y los siempre atentos servicios de los monopolios de desinformación –clarín y magneto a la cabeza y dirección-; están arrasando con todas las conquistas y logros de más de una década.

 ¿Qué hacemos?
 Se supone que deberíamos considerar, y de manera urgente, el recurrir a aquello denominado “contra hegemonía”. Sobre ésta y también haciendo referencias a las concepciones gramscianas, dice Francisco Hidalgo Flor: “…El concepto contrahegemonía da cuenta de los elementos para la construcción de la conciencia política autónoma en las diversas clases y sectores populares. Plantea los escenarios de disputa en el paso de los intereses particulares hacia los intereses generales, como proceso político clave hacia un bloque social alternativo. (…)

 En el primer nivel la construcción de una conciencia popular atraviesa por incorporar una propuesta multicultural, un proyecto integral de las clases y sectores populares, una visión de modelo de desarrollo emancipador. La experiencia de las últimas décadas, al menos en la experiencia latinoamericana, evidencia que el eje de una construcción contrahegemónica sería una integración entre las perspectivas emancipadoras de clase social (los trabajadores en general), étnica (los pueblos originarios y sus culturas ancestrales), y de género (la lucha contra el androcentrismo), junto con una propuesta de desarrollo que armonice equidad, industria, agricultura y naturaleza.
Se trata de articular una perspectiva insertada en un proceso de liberación económica respecto al sistema de propiedad monopólica; que integre la construcción desde abajo poder popular multicultural que se vehiculice en un bloque social alternativo, para transformar no sólo la estructura de poder económico, sino el sistema de poder político, disolver las estructuras oligárquicas vigentes y viabilizar el desarrollo de la democracia, la incorporación de todos los saberes en la edificación de una propuesta de sociedad donde quepan todos los proyectos populares gestados desde la lucha de los partidos y movimientos sociales, desde los movimientos étnicos y de género…” (4)

 Existe aquí un concreto planteo sobre qué herramientas, con qué elementos debemos hacernos de un poder contrahegemónico para contrarrestar el avance neoliberal y la entrega de nuestros bienes y conquistas.
Ese poder contrahegemónico, en lo comunicacional, debería poder construirse sin mayores dilaciones, ya que la urgencia por frenar la destrucción de nuestras naciones, nos impone el acelerar las estrategias y las acciones.
Los medios alternativos, desde siempre, han constituido ese espacio contrahegemónico desde el cual, en desventaja y desigualdad, se le ha plantado frente a los manipuladores seriales de consciencias.
Se debería poder alcanzar una estructura comunicacional que integre a todos los espacios alternativos, a todos los medios de contrainformación, a todas y todos los que, desde una concepción más genuina del término “comunicación”, militan desde hace varias décadas contra las imposiciones de ideas, hechos y realidades.

 Existen, afortunadamente, un importante número de medios y espacios, plataformas, colectivos con los que podemos dar batalla, porque no es suficiente la resistencia.
Es necesario y urgente responder con la suficiente contundencia como para impedir nos sigan arrebatando nuestro futuro y lo conquistado.
No podemos “distraernos” como lo ocurrido en aquel nefasto 2001.
Decía alguna consigna de la época: “…piquetes y cacerolas, la lucha es una sola…” y ello no era ni es verdad. No eran una sola lucha, eran dos completamente diferentes, como ahora. La lucha del pueblo nada tiene que ver con la oligarquía que sólo persigue su propio beneficio y si es en detrimento del pueblo mejor.
El enemigo está bien visible, a no confundirnos.

 En las redes sociales hay mucha carne podrida que se está diseminando para dividir, para diluir cualquier intento contrahegemónico y debemos estar atentos a ello. No estamos exentos de haber difundido, involuntariamente, una falsa información o una noticia ya pasada con bastante tiempo. En los intentos por confundir y restar esfuerzos, utilizan todo a su alcance para enfrentarnos.

 Los tentáculos del imperialismo son innumerables, pero no infalibles…estamos los que respondemos con nuestro compromiso y militancia en una posible construcción contrahegemónica que posibilite recuperemos el control de nuestro destino en esta Patria Grande.

 Bien vale aquí rescatar lo que expresaba Jonh William Cooke en su trabajo “Apuntes Para la Militancia”: “…"La resistencia no es suficiente: sin contraataque no hay victoria. El Movimiento exige una política en que se conjuguen las ideas, la práctica y la organización revolucionaria...” (5)

 Nos debemos un inmediato replanteo de estrategias y acciones, una rápida y consciente autocrítica y la posibilidad cierta de descartar personalismos, fanatismos, pretensiones individualistas. La construcción colectiva de un frente contrahegemónico comunicacional es vital para hacer frente a la avanzada imperial, del brazo de los monopolios de la desinformación y el partido judicial.

 Salir a las calles, a las plazas, poner nuestras voces, las de los otros, invitar al pueblo de a pie a empoderarse de los medios de comunicación social alternativos para que se expresen, para que manifiesten, para que denuncien.
Poner el micrófono, no para palmearnos entre nosotros los que tenemos objetivos e intereses comunes, compartidos; hay que poner el micrófono y la voz para los que piensan diferente, para los cooptados por la merdocracia imperante, para los adormecidos por los incomunicadores.

 Los medios alternativos debemos constituirnos de manera urgente, en el vehículo necesario para difundir, transmitir y desenmascarar a los apropiadores de consciencias, a los tergiversadores de la realidad.

 De nosotros depende anteponer un contraataque certero y efectivo que acompañe la resistencia y nos devuelva la posibilidad de retomar la construcción de la tan anhelada Patria Grande.

Que así sea.

NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com

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Notas y Referencias





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