RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

jueves, 20 de febrero de 2014

CONTINUAMOS MARCHANDO…


CONTINUAMOS MARCHANDO…

En la década de los noventa, para no ir más atrás, las marchas estaban marcadas por la lucha contra la “obediencia debida”, los “indultos” y “el punto final”.
Pedíamos “Juicio y Castigo”, marchando bajo las miradas inquisidoras y desafiantes de fuerzas pertenecientes y primeros herederos del aparato represivo que regó con sangre estas tierras.

Marchábamos y “escrachábamos” a los genocidas, a los cómplices, a los torturadores, a los asesinos…

Pasó el tiempo y nos encolumnamos detrás de las banderas que exigían “Cárcel Común, Perpetua y Efectiva”. Y vinieron los juicios, con ellos, muchas cárceles comunes, perpetuas y efectivas. Y continúan los juicios y las condenas…

Son parte de las reparaciones por tantas violaciones a los Derechos Humanos. Justas y necesarias, como el respirar. Porque aquellos que quedaron con los dolores agarrotados en la piel, los músculos y el alma, tal vez, han comenzado a respirar algo del aire que puede brindar la aplicación de “justicia”.

Ese mismo aire que aún se les entrecorta a quienes cargan con nuevos dolores, viejas costumbres, las de los asesinos, dolores por la muerte, la desaparición, las torturas, y dolores por la falta de justicia.

Ayer la “Viejas”, esas queridas combatientes de la vida, tuvieron el desafío, el heroísmo de, al principio casi disimuladamente, luego con más contundencia, de generar espacios para el reclamo, la exigencia de saber “dónde están los hijos”. Y marcharon, rondaron la mítica Plaza de Mayo en Buenos Aires. Aún continúan, a pesar del tiempo, de las ausencias y de los juicios, continúan marchando para saber qué pasó con nuestros hijos, porque son nuestros, de todos…

Hoy, a la larga lista de padres, madres, familiares de detenidos, desaparecidos, torturados, asesinados en la última dictadura cívico-religioso-militar, se suman los que cargan con el dolor por padecer las viejas-nuevas formas que emplea el aún vigente y tan nefasto aparato represivo.

Les dicen “los desaparecidos en democracia”, marcando una línea que distingue una cuestión temporal. Pero más que temporal, señala aquello que aún no se ha podido alcanzar vinculado al ejercicio pleno de nuestras libertades. Libertades que tienen que ver con decisiones, con compromisos, con determinaciones. Libertades que también están relacionadas a aquellas circunstancias de vida que nos han colocado en un lugar u otro.

La violación sistemática de derechos y libertades, violación a los “derechos humanos”, no es algo que naciera en la década de los setenta o un poco antes. Las violaciones a los derechos humanos es una práctica que lleva, en nuestro continente, más de quinientos años. Y continúa aplicándose cada vez que nos “secuestran” como forma de violencia institucional a alguno/alguna de nuestros pibes/pibas; cuando los torturan, cuando los desaparecen, cuando los matan.

En las provincias argentinas existen herramientas, armas selectivas con las que, tanto fuerzas de (in)seguridad, narcotraficantes, varios funcionarios políticos y judiciales, violan sistemáticamente las libertades individuales, como colectivas.
Por lo general la “discriminación” es el manual por el que se rigen para aplicar esas “armas de desapariciones masivas”.
En la provincia de Córdoba el nefasto, discriminador y asesino “código de faltas”, es el arma que se emplea para, marcar terrenos en dónde ubicar las posibles extracciones de mano de obra clandestina, para el cometido de delitos y así tener “controlada” la zona.

Con la aplicación de “código de faltas”, recurriendo a la vieja figura del “merodeo”, contando con una formación irrestricta para determinar quién tiene cara de chorro, de ladrón, quién vive en un barrio humilde pasible de ser habitado sólo por marginados sociales (marginación, si se quiere, a la que fue sometida y es un sector amplio de nuestra sociedad, por parte de la otra parte de la sociedad que se arroga el privilegio de “pertenecer” al nivel impoluto, porque así lo define su acceso a recursos económicos pocas veces cuestionados…).

A pesar de declaraciones y de supuestas modificaciones al “código de faltas”, las prácticas continúan siendo las mismas. Diferente maquillaje para las violaciones reiteradas a nuestros derechos universales.

El modo en que se aplica ese código, es más o menos el siguiente: si el uniformado observa que determinada persona reúne las características insertas en el manual de discriminación oficial, tanto como rasgos faciales, portación de rostro que le dicen, o que proviene de un barrio humilde, etc. procede a su arbitraria detención bajo la excusa del merodeo, o alguna otra que lo habilite. Una vez detenido, sea menor o no, se lo amenaza, se lo tortura y se le indica que para frenar, un poco, tanta violación tiene que “aceptar” el hacer “unos trabajitos” para los uniformados, como convertirse en pasadores de droga, realizar algunos robos, auto inculparse por delitos no cometidos y hacer zafar a algún uniformado implicado, ejercer la prostitución, etc.
Cuando ya no les es útil o cuando la víctima se rebela, puede que lo torturen hasta la muerte, pueden que lo maten directamente o pueden derivarlo a alguna penitenciaría a purgar delitos que, tal vez, nunca cometió…

Es más o menos como se manejan con esta arma tanto uniformados, como políticos, tanto como judiciales…

Facundo Rivera Alegre fue otra más de las víctimas en el derrotero violatorio de derechos humanos en los últimos años. Fue desaparecido el 19 de febrero del 2012.
Hace ya mucho que lo buscamos, que reclamamos por “El Rubio de Pasaje”. Hace mucho, porque cuando nos falta un hijo, una hija, por más que sean minutos, son eternidades de ausencia…
“Sonrisa” Gómez también fue muerto pocos meses después que Facundo, el 17 de junio de ese mismo 2012, pero ello ocurrió en Jujuy. El trágico final fue consecuencia de las denuncias que se presentaron un tiempo antes por torturas. La venganza no se hizo esperar por parte de los sicarios
Unos años antes, desaparecería Yamila Cuello el 25 de octubre del 2009, en uno de los barrios de la Ciudad de Córdoba; caso en el que también, como en los anteriores y muchos más, están “sospechados” tanto uniformados, como integrantes de los poderes políticos y judiciales…

Hasta ahora se ha demostrado que la justicia no es un órgano, un poder independiente. Es una total falacia creer que pueda serlo. La justicia responde a poderes políticos, económicos, financieros. Y el brazo “ejecutor” es el uniformado. Conforman la estructura del crimen. Romper esas estructuras no es fácil, pero tampoco imposible.

Dicen que las leyes las hacen los poderosos para asegurar y perpetuar su poder, y someter al resto de la sociedad…Habrá que reformular, promover y dictar “nuestras leyes” para contrarrestar el “avasallamiento legal” de nuestros derechos…

Por ello, a pesar del paso del tiempo, habrá que retomar viejas costumbres o acciones para forzar y torcerle el brazo a la in-justicia, desbaratar el entramado delictivo “oficial”, desenmascarar a cuanto actor responsable y/o cómplice esté implicado en violaciones a los derechos humanos, hoy…

Hay que retomar, por ejemplo y “robando” las palabras, las propuestas de un comprometido militante, los “escraches”, para señalar en cada barrio, en cada calle, donde residen los asesinos, torturadores, secuestradores, violadores, etc.

Continuamos marchando como hace algunas décadas, reclamando por justicia, por juicio y castigo, por aparición con vida…
Continuamos marchando porque no han cesado las violaciones a los derechos humanos, porque nos siguen desapareciendo pibes, pibas, porque nos siguen matando hijas, hijos.

Y hasta que aparezcan, en la forma que sea, y todos y cada uno de los criminales, uniformados, políticos y judiciales estén purgando la más rígida de las condenas, continuaremos marchando…

Que así sea.

NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com

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