RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

sábado, 1 de noviembre de 2025

NADA PARA FESTEJAR - PEDRO RODRIGUEZ

 

NADA PARA FESTEJAR

 


 

El fenómeno Milei  es el emergente de la grave crisis política que transcurre en el seno de la burguesía monopolista y sus representaciones políticas.

No es producto de la casualidad, o un milagro divino, que el individuo haya pasado en unos pocos años de panelista televisivo a presidente. Más allá de los intereses que operaron detrás de su figura, como siempre pasa, su irrupción en la política está íntimamente asociada a las causas y efectos que se fueron produciendo a partir de la actuación de los partidos llamados tradicionales. El discurso de “la casta” utilizado por Milei apuntaba (y apunta, aunque ya no con tanta eficacia) a esas representaciones que, una tras otra, causaron decepciones y hartazgos en una porción muy importante de la población.

Valga recordar que no sólo Milei fue manifestación de esa crisis; también en las últimas elecciones presidenciales se produjeron porcentajes de abstencionismo históricos para comicios de esa categoría.

 

El actual gobierno es entonces producto de la crisis política y, al mismo tiempo, receptor de la misma. Si bien es aplaudido por la clase dominante de ningún modo se han resuelto las contradicciones y disputas en el seno de la misma. Por el contrario, se podría decir que el ejercicio efectivo del gobierno afecta tanto a la fuerza política de Milei como a las otras fuerzas del sistema. Las renuncias y despidos de casi un centenar de funcionarios en diez meses de gobierno (también algo inédito), es cabal ejemplo de lo que afirmamos.

El carácter monopolista de Estado en el que derivó el capitalismo en el mundo y en nuestro país, adopta diversas fisonomías en la estructuración del poder y en el resultado de dicha estructuración.

En efecto, las facciones monopolistas pelean por los negocios y los mercados utilizando al Estado y a los gobiernos (que son su representación política) configurando bloques o alianzas que son cada vez más efímeras e inestables.

 

Con esto queremos decir que, a diferencia de otras épocas, las facciones de la oligarquía financiera logran hegemonías momentáneas, perecederas, ya que van al ritmo de la competencia feroz entre los capitales. Una competencia que se exacerba en el marco de la crisis capitalista mundial que tiene su correlato en los países, y el nuestro no es ninguna excepción.

 

Como ejemplo de lo que afirmamos es indudable que el grupo Techint es uno de los representantes de una facción del capital que ha desembarcado con cuadros políticos y técnicos en el gobierno de Milei. Dicho grupo, junto con otros como PAE (del grupo Bulgheroni), Pampa Energía (del grupo Mindlin), por nombrar a algunos, se están viendo beneficiados en el reparto de los negocios en ese rubro a partir de la explotación de los yacimientos de Vaca Muerta en Neuquén y la producción de petróleo y gas. Sobre todo, el GNL, gas natural licuado, que hoy es un producto altamente demandado en el mundo.

Se podría decir que esos sectores hoy hegemonizan el bloque monopolista burgués. Sin embargo, los anuncios de importación de acero o de la libre exportación de chatarra afecta directamente otro de los negocios del grupo comandado por los Rocca.

 

Al mismo tiempo, hay otros sectores monopolistas que no son tan favorecidos por las medidas del Estado y pugnan por imponer sus intereses. Podríamos mencionar a los laboratorios farmacéuticos ante la libre importación de medicamentos; los grupos del agronegocio que reclaman un tipo de cambio más favorable para exportar; las automotrices que se impacientan ante la tardanza en reglamentar el RIGI con beneficios para el sector, o que están en desacuerdo que en la llamada “ley hojarasca” se anule la exclusividad de compra por parte de las reparticiones del Estado de vehículos de fabricación nacional; o las empresas de medios que se ven obligadas a tributar el IVA del que estaban exentas.

 

Cada sector monopolista sabe y conoce que para verse beneficiado por las medidas concretas que toma el gobierno debe imponerlas a través del manejo de algún resorte estatal, lo que implica desplazar de ese lugar a algún funcionario o funcionaria que defienda negocios de otra facción.

 

Esta puja entre beneficiados y desplazados es permanente y determina la inestabilidad, también permanente, de los acuerdos, las alianzas, las representaciones políticas, los beneficios y las pérdidas según quien tenga más fuerza para imponerse en lo que, en definitiva, es el arrebato desmadrado de una clase parasitaria y que, a través del Estado, se apropia de la riqueza que el conjunto social produce.

 

Es evidente que a la par de esta disputa entre poderosos, la derecha política está ganando terreno. ¿Por qué falla la izquierda? ¿Demasiado ineficaz? ¿Demasiado dividida? ¿Demasiado lenta? ¿Demasiado debate, mientras que la derecha simplemente carga hacia adelante? Bueno, no, no hay debate en las izquierdas, hay sólo empecinamiento en la línea propia. Cualquiera puede darse cuenta que el FIT busca caerle simpático al "votante honesto" del peronismo, como si hubiera votantes deshonestos (¿en qué sentido podrían serlo?), abandonando el marxismo o ajustándolo a las necesidades electorales. En fin, ¿tienen hoy las izquierdas un modelo alternativo? ¿Que pretenden? ¿Cómo planean reorganizar la sociedad?

PEDRO RODRIGUEZ

 Desde Rosario- Militante Social

 

 

 

EL HACKEO DE LA MENTE DE LOS CIUDADANOS EN ARGENTINA Y EN EUROPA: EL SELLO DEL INSTITUTO TAVISTOCK. - PROF. VIVIANA ONOFRI

 

EL HACKEO DE LA MENTE DE LOS CIUDADANOS EN ARGENTINA Y EN EUROPA: EL SELLO DEL INSTITUTO TAVISTOCK.

 


 

          Un cálido abrazo a toda la querida audiencia de EL CLUB DE LA PLUMA. Otro día más, nos encontramos aquí, en este espacio de reflexión compartida. ¡Quédate, que lo de hoy, también te va a interesar! ¡Pónganse cómodos!

 

            La ciudad de Tavistock, en el condado de Sussex, Inglaterra, es el centro mundial del lavado de cerebros en masa y de ingeniería social. La red Tavistock con sus métodos de guerra psicológica se adapta, constantemente, no descansa, con la intención a través de sus técnicas de apoyar proyectos de manipulación social y estafas psicológicas a gran escala. Obviamente, el lavado de cerebros depende de la ignorancia de las víctimas. Está en todas partes, Todos percibimos la desintegración de nuestras naciones en el día a día, en las experiencias personales. Sin embargo, no se trata de una coincidencia, ni de un accidente. Lo que estamos presenciando es la desintegración de la economía mundial, la pérdida de soberanía planificada por las personas más poderosas del planeta. Aparte de sentir indignación y rabia, usted, llegará a la conclusión de que se trata del declive moral, material, cultural e intelectual que todos los días presenciamos en el mundo entero. Esto no es una ilusión, esto es real y lo que está en juego es el futuro del planeta Tierra. El Instituto Tavistock es el centro de control, pero existen decenas y decenas de instituciones en diversas universidades de Estados Unidos, de Gran Bretaña, en Suiza, etc., etc. donde se enseña cómo modificar la conducta. Son zombis humanos en puestos de alta dirección que nos conducirán a la Nueva Edad Media. Dos son los objetivos: alcanzar los cambios necesarios en Estados Unidos y en el orden mundial. Los grupos de sociólogos, psicólogos, psiquiatras, antropólogos, centros de estudios y fundaciones, que trabajan en estrecha colaboración unos con otros, están presididos por una élite integrada por poderosos miembros de la oligarquía mundial. Su propósito es implantar cambios forzados en nuestro modo de vida, en nuestra mente, sin nuestro consentimiento y sin que sepamos siquiera lo que nos está sucediendo.

 

 Para poder cambiar la conducta de los seres humanos, apartarla de la producción industrial para hacernos entrar voluntariamente en el mundo de la era posindustrial de crecimiento cero y progreso cero, es necesario forzar un cambio de imagen que tiene el ser humano de sí mismo. Y para buscar la imagen del hombre que resulte apropiada a la nueva era hay que sintetizarla y a continuación conectarla al cerebro de la humanidad. Tener a la mayoría de la población en un estado continuo de ansiedad interior funciona, porque se obliga a las personas a que estén demasiado ocupadas en asegurarse su propia supervivencia o a competir por ella para colaborar en la construcción de una reacción eficaz. Esto también lleva por todas partes la firma de Tavistock. Como también lleva el sello de Tavistock, la elección por parte de la élite global otanista, de Milei, en Argentina. Como ya lo hemos hablado, Milei es un producto del laboratorio Tavistock. El pueblo argentino que lo votó, cree que, libremente, lo escogió para presidir Argentina, pero no fue así. La mano de la red Tavistock está detrás del entramado mediático, porque saben cómo manejar tus prejuicios, tus ideas, tus odios, tus sentimientos más primitivos, para que hayas elegido esa opción electoral. Conocen a la perfección cómo actúa tu cerebro porque tienen registrados los mínimos resquicios de la mente de los seres humanos, especialmente. El cerebro humano no tiene misterios para el Instituto Tavistock. Y en Europa, también, la red Tavistock trabaja sin descanso. Nos encontramos en una encrucijada. Del camino que tomemos ahora dependerá que vivamos en el siglo XXI como repúblicas de Estados-nación o como un montón de esclavos subyugados, diezmados y deshumanizados. Obviamente, no somos tan ingenuos, ni tan soberbios para pensar que la acción del Instituto Tavistock es la única fuerza casi omnipresente que actúa en el planeta.

 

          En Europa, nadie quiere morir sin saber por qué, porque tú no sabes en nombre de qué estás muriendo. Nadie, absolutamente nadie, quiere ir a la guerra. No se sabe en nombre de qué se está luchando. Se están encontrando con problemas para encontrar un millón de soldados, pero no es porque no estamos dispuestos a dar la vida por una causa, sino porque no entendemos la causa, cuando los burócratas europeos y sus hijos viven de lujos en Occidente, robando el presupuesto de los gobiernos. Esas son cosas que no entendemos y, por eso, no hay gente dispuesta a dar su vida. Claro que sabemos que una guerra es el proceso de licuación de deuda por parte del sistema financiero: lo tenemos muy claro, pero la población europea no tiene injerencia sobre el poder transnacional de la élite satánica financiera que domina el mundo.

 Existe un plan satánico y es que a la ciudadanía la van a seguir empobreciendo, a que estamos destinados a, simplemente, desaparecer, no hace falta que creas en nada para darte cuenta de que eso es satánico, lee un libro, a quién se le pueden ocurrir esas locuras, puede que alguien esté diciendo, pero no, qué dicen esos señores, si aquí quien manda es Estados Unidos, pero cuidado, mucho cuidado. Desde la Segunda Guerra Mundial se han creado diversos organismos atlantistas, formaron cerebritos think tanks. Qué casualidad que los actuales mandatarios de Europa han salido de esos organismos: Mers (canciller de Alemania), Macron (Primer ministro de Francia), Starmer (Primer ministro del Reino Unido, bien mandados todos. No son incompetentes, son muy competentes y muy bien dirigidos para destrozar sus países en beneficio de terceros, que es lo que estamos viviendo ahora mismo. Alemania como está, Francia como está, Italia como está, Reino Unido como está. ¿Adónde va Europa? Ahora no diga la gente que confía en el euro, que el euro es muy volátil: el euro es basura pura.

 

 Somos conscientes de que hemos sufrido un engaño. Nos han dado una democracia de muy baja calidad; ya sabemos que la democracia es el menos malo de los sistemas, pero es que la degradación a la que estamos llegando nos espanta; nunca hubiéramos pensado que íbamos a ser fiscalizados en nuestras conversaciones por Whassap, que iban a poder entrar en nuestras imágenes digitales. Quieren lanzar una moneda y que con esa moneda ya no podremos comprar cosas por la incidencia de la huella de carbono y ahora parece que, en España, la Guardia Civil va a comenzar a perseguir la desinformación, la desinformación de quién y quién tiene la información de la verdad y cómo lo van a contrastar.

 

          En Argentina, ganó el partido de los poderosos. ¡Qué casualidad, en Europa siempre gana, también, el partido único, el partido de los ricos! Porque no sean ingenuos: todos los partidos políticos europeos son el mismo partido. En Europa, no existe el peronismo revolucionario. En Argentina, no es que perdió el peronismo, sino que perdieron los trabajadores, los jubilados, los enfermos, los discapacitados, los estudiantes, pero no solamente ellos, sino que se entregó, ya con sello y firma, la soberanía del Estado argentino al gobierno de Estados Unidos. Ahora sí, viene lo peor. Nada de lo que decimos, te va a quitar la amargura y tampoco tenemos que justificar nada de lo que hemos venido diciendo. Aparece un Milei triunfante. ¿Por qué nadie la vio venir? En nuestro caso, desde estas columnas, cerramos la boca, porque quizás intuimos la derrota. Como expresamos al comienzo de esta columna, tener a la mayoría de la población en un estado de permanente ansiedad funciona y, si existe el miedo, funciona mejor. Esto lleva la firma inequívoca del Instituto Tavistock. No se olviden que estudiaron, analizaron, documentaron hasta los mínimos resquicios de los mecanismos mentales de los seres humanos para manipularlos a su antojo y conveniencia. Han hackeado la mente de los ciudadanos; aquí, en Europa, para llevarnos a una guerra que será devastadora; en Argentina, para votar a los perversos de toda la vida.

 

 En Europa, como nos va a atacar Rusia y nos van a matar, hay que gastar más en defensa, por lo cual te voy a quitar el estado de bienestar, las pensiones, el seguro de desempleo y lo dicen: la clave va a estar en la industria armamentística. Este discurso es así todos los días, las 24 horas al día, siempre dicen lo mismo. Claro, las masas educadas frente al televisor están convencidas de que es de este modo. Esta es la estrategia para llevarnos a la guerra. La guerra contra la Federación Rusa la están fabricando desde los medios. ¿Cuál fue la estrategia más efectiva a nivel mediático para hackear la mente de los argentinos? ¿Qué discursos utilizaron desde las elecciones en la provincia de Buenos Aires?  La reflexión sobre la política argentina, no termina en nuestra frontera; se olvidaron del Instituto Tavistock, la guerra del genocidio mental que vienen librando contra la clase trabajadora. Así como la caída de Perón en el 55, fue financiada y organizada desde el poder imperial en connivencia con el antiperonismo, hoy mismo, la proscripción de nuestra líder, Cristina, a través de una causa falsa, fue planificada desde la élite financiera, conjuntamente con la OTAN y el ascenso de Milei y todo lo que se está viviendo en Argentina, ya hace décadas que ha sido proyectado, como también en Europa, la guerra contra la Federación Rusa: hace mucho tiempo que ya estaba prevista. No sean ingenuos. El tiempo de la geopolítica se mide en décadas.

 

          Me despido de nuestra querida audiencia, agradeciendo su amable atención e invitándola a otra nueva emisión de EL CLUB DE LA PLUMA, el próximo domingo. ¡Aquí no se rinde nadie!

¡Hasta la victoria siempre, compañeros! ¡Palestina libre!

 

 


PROF. VIVIANA ONOFRI

 Desde Islas Canarias

 Profesora en Letras, ex catedrática de la Universidad Nacional de Mar del Plata

GOBERNAR UN PAIS CAPTURADO POR LA EXTREMA DERECHA - CARLOS MEDINA GALLEGO - MAURICIO IBÁÑEZ

 

GOBERNAR UN PAIS CAPTURADO

 POR LA EXTREMA DERECHA

 


Apreciados compañeros, amigos y escuchas de El Club de La Pluma. Desde Colombia los saluda Mauricio Ibáñez, con nuestro acostumbrado abrazo por la unidad latinoamericana.

 

El día de hoy quiero dar lectura a un texto publicado por el Dr. Carlos Medina Gallego, Historiador, Analista Político y profesor de la Universidad Nacional de Colombia, en su página de Facebook.

 

Gobernar desde una posición progresista en un país como Colombia no es solamente una cuestión de voluntad política o de diseñar buenos programas de gobierno. Es, ante todo, una lucha contra un sistema profundamente enquistado, estructuralmente diseñado para resistir cualquier intento de transformación real. La promesa del cambio choca con un poder que no es solamente oposición parlamentaria, sino una amalgama de intereses económicos, militares, judiciales, mediáticos y criminales que han aprendido a actuar en bloque para garantizar la conservación de sus privilegios. Un gobierno que intente revertir esa lógica se encontrará frente a un cerco implacable.

 

1. La democracia secuestrada

 

Uno de los principales obstáculos para un gobierno progresista es que, aunque haya ganado las elecciones presidenciales, el sistema político en su conjunto está capturado por sectores conservadores y de extrema derecha. El Congreso de la República, cooptado por clientelas, partidos tradicionales y bancadas que no representan los intereses populares sino los de los gremios, el capital financiero, las iglesias y los clanes regionales, se convierte en un dique contra toda iniciativa de reforma estructural.

 

Las reformas fundamentales –como las pensionales, laborales, de salud o agrarias– son torpedeadas no solo por ideología, sino por el temor de estas élites a perder control sobre los recursos del Estado. En ese escenario, el Congreso deja de ser un espacio de deliberación democrática y se transforma en una maquinaria de chantaje político, donde cada voto tiene precio y cada debate es una negociación de intereses.

 

2. Las altas cortes como trincheras del viejo régimen

 

Pero no basta con controlar el Legislativo. Las élites han extendido sus tentáculos a la rama judicial, y en particular, a las altas cortes. La Corte Constitucional, el Consejo de Estado y la Corte Suprema han sido infiltradas por una lógica de reparto burocrático, cuotas partidistas y favores mutuos. Jueces y magistrados, lejos de ser garantes de la justicia y el equilibrio de poderes, operan como factores de poder que bloquean, ralentizan o sabotean las iniciativas gubernamentales bajo el ropaje de la técnica jurídica.

 

Se judicializa la política como mecanismo de guerra: cualquier reforma, cualquier acto del Ejecutivo que toque privilegios, es denunciado como inconstitucional, populista o autoritario. Se acude a tutelas, demandas, suspensiones preventivas, y todo el aparato judicial actúa como contención institucional contra el cambio. No se trata de justicia, sino de poder.

 

3. La conspiración mediática: la mentira como arma de guerra

 

En paralelo, el ecosistema mediático funciona como el brazo armado de la reacción. Los grandes medios de comunicación, en manos de conglomerados económicos que han lucrado históricamente del Estado, lanzan campañas sistemáticas de desprestigio contra el gobierno, sus funcionarios y sus iniciativas. Se manipula la información, se tergiversan datos, se repiten mentiras hasta convertirlas en sentido común.

 

Los medios construyen un relato en el que el gobierno progresista es incapaz, corrupto, autoritario, amigo de criminales o cómplice de la violencia. No importa la realidad. Importa el relato. Es una guerra cultural y simbólica en la que se busca aislar al gobierno de su base social, sembrar desesperanza, generar confusión y alimentar el odio. La prensa no informa: combate.

 

4. El aparato militar y policial: entre la desobediencia y la connivencia

 

Un gobierno progresista también debe enfrentar la resistencia interna de las fuerzas armadas y de policía. Cuerpos entrenados en la doctrina del enemigo interno, moldeados durante décadas por una visión anticomunista, elitista y autoritaria, miran con recelo a cualquier presidente que hable de derechos humanos, paz, justicia social o reforma del aparato represivo.

 

Muchos altos mandos boicotean en silencio las órdenes del Ejecutivo, filtran información a la prensa hostil, sabotean políticas de seguridad humana y mantienen alianzas con redes ilegales. La connivencia entre sectores de la fuerza pública y el crimen organizado –en particular con el narcotráfico y el paramilitarismo– sigue siendo una realidad inconfesable que debilita la capacidad del Estado para gobernar con soberanía.

 

5. Un Estado desarticulado, una burocracia corrompida

 

Colombia no es solo un país de instituciones capturadas, sino también de instituciones que funcionan mal. El Estado ha sido intencionalmente debilitado en nombre del “modelo eficiente” neoliberal: privatización, tercerización, contratos temporales, burocracia clientelista. Un gobierno que quiera transformar se encuentra atado a una maquinaria administrativa que responde más a favores políticos que a planes de desarrollo.

 

No hay una tecnocracia leal al proyecto de país. Hay funcionarios que sabotean desde adentro, que retardan la ejecución presupuestal, que incumplen órdenes, que filtran información, que responden a padrinos políticos antes que a su jerarquía institucional. Gobernar es nadar contra una corriente de intereses, mafias y mediocridades enquistadas.

 

6. La oposición: una alianza entre políticos, banqueros y mafias

 

La oposición en Colombia no es simplemente un bloque parlamentario. Es un entramado de poder que articula partidos tradicionales, sectores empresariales, grandes bancos, medios de comunicación, iglesias, mafias territoriales y redes paramilitares. Es un régimen que no se resigna a dejar el poder y que está dispuesto a usar cualquier medio –legal o ilegal– para desgastar al gobierno y preparar su retorno.

 

Las estrategias van desde el sabotaje legislativo hasta el uso de la justicia para perseguir funcionarios del Ejecutivo, pasando por campañas de desinformación, incitación a la protesta desestabilizadora, alianzas internacionales para presionar políticamente al país y hasta la promoción de golpes institucionales. En Colombia, la oposición no compite: conspira.

 

7. Un país atravesado por el odio estructural

 

Todo esto ocurre en un país donde el odio ha sido sembrado durante generaciones. El odio al diferente, al pobre que reclama, al indígena que resiste, al negro que se organiza, a la mujer que protesta, al joven que sueña. Un odio funcional a las élites que lo han cultivado desde la educación, la religión, los medios y la guerra.

 

Colombia no es solo un país violento, sino una sociedad estructuralmente vengativa. La paz es sospechosa. El diálogo es visto como debilidad. La protesta se criminaliza. En ese contexto, cualquier gobierno que apueste por la justicia social debe hacerlo no solo contra los poderes fácticos, sino contra una cultura política profundamente antiliberal, autoritaria y clasista.

 

8. La ciudadanía desmovilizada y fragmentada

 

Uno de los grandes dramas que enfrenta un gobierno progresista es que, al llegar al poder, las bases populares que lo apoyaron tienden a desmovilizarse. Muchos piensan que al ganar la presidencia se resolvió todo, cuando en realidad es apenas el inicio de la disputa. La calle se vacía, la presión social se diluye, y el gobierno queda solo ante la embestida de los poderes tradicionales.

 

Peor aún: las divisiones internas entre sectores progresistas, los egos, los sectarismos y los cálculos personales hacen que incluso las fuerzas del cambio se fragmenten. Se pierden energías en disputas menores mientras la derecha actúa con frialdad estratégica y cohesión.

 

9. La urgencia del poder constituyente

 

Ante este panorama, queda claro que un gobierno progresista no puede gobernar solamente desde la legalidad establecida. El régimen está diseñado para impedir el cambio. Por eso, resulta urgente la activación del poder constituyente: una movilización social consciente, organizada, permanente, que respalde al gobierno y empuje la transformación desde abajo, desde los territorios, desde las calles, desde las bases populares.

 

No basta con administrar el Estado capturado: hay que subvertirlo. No basta con negociar reformas con quienes quieren impedirlas: hay que imponerlas con el respaldo del pueblo organizado. La soberanía no está en las urnas cada cuatro años: está en la acción colectiva que reconfigura el sentido común y reescribe el contrato social.

 

10. La esperanza como resistencia

 

Pese a todo, la historia no está escrita. Cada día que un gobierno progresista sobrevive, resiste y avanza, aunque sea un milímetro, es una victoria contra siglos de dominación. La tarea no es fácil. Exige valentía, lucidez, inteligencia táctica y, sobre todo, pueblo movilizado. Porque si algo teme el régimen es a un pueblo que ha perdido el miedo.

 

En Colombia, donde el odio ha sido política de Estado, la única salida es construir un poder popular capaz de disputar cada centímetro de democracia real. Porque cuando los poderosos conspiran con medios, jueces, congresistas, generales y banqueros, el pueblo tiene que responder con organización, con unidad, con dignidad.

 

El cambio no vendrá desde arriba. Solo será posible si abajo se enciende el fuego de la esperanza echa fuerza transformadora.

 

CARLOS MEDINA GALLEGO

Historiador y Analista Político

 

MAURICIO IBÁÑEZ – Desde Colombia -Biólogo

Especialista En Estudios Socio-Ambientales