LA CRISIS DE ELLOS Y LA
NUESTRA
En nuestras últimas columnas hemos investigado problemas de
muy distinto carácter. Aunque nuestro trabajo se inició a partir de la
experiencia y el estudio de problemas locales (narco tráfico, narco menudeo y
narcocriminalidad), nos hemos ido desplazando a temas económicos, políticos e
incluso filosóficos. Quien nos escuche puede encontrar algunas claves de
nuestra evolución en las preguntas que necesariamente surgen en nuestra
práctica cotidiana. Venimos de una semana especialmente cargada de sucesos, y
el registro de los fenómenos suscitados por la derrota electoral del gobierno
ya nos ocuparía varias columnas. Pero pretendemos destacar un hecho no
suficientemente transmitido por medios tradicionales: aunque hay numerosas causas
particulares que explican esa derrota, sostenemos que hay una esencial y
definitiva: los trabajadores no se suicidan.
Con esto queremos
decir que han arrasado con nuestras
condiciones materiales de vida, y se nos ha llevado a una situación
crítica de sobrevivencia, en varias esferas que confluyen, claro, en lo
material. No es la amoralidad pestilente de estos zánganos, no es el insulto y
el agravio enfermizos y gratuitos que desparraman sin pudor por todos los
medios, no es la corrupción gigantesca prevalente en el sistema actual, no son
las ideas estúpidas declamadas y que no importa cuánto se acepten en alguna
porción de la sociedad, no es la evidente insanía del presidente y familia lo
que lleva a estos resultados. Es, por supuesto, la insostenible condición a que
nos han llevado a quienes dependemos de nuestro trabajo. Y sin embargo se insiste, sin vergüenza
alguna, sobre la crisis en las empresas.Durante estos últimos meses se han
disparado conflictos generados por recortes o despidos. La causa, eterna causa
esgrimida por los empresarios, es la crisis.
Que la crisis existe es algo innegable. No hace falta
“consultar a las consultoras”, sino tan solo salir a la calle para entender que
el consumo no repunta, así como tampoco lo hace el nivel de actividad
industrial, víctima de una recesión que golpea tanto a la Argentina como al
resto del mercado global. Sí, porque a pesar de que aquí gobierna un sector de
la burguesía que está más para el psiquiátrico que para el poder, la crisis no
deja de ser global, y el desplome del consumo es algo más que un mero factor
local.
Por esa razón las patronales han salido a cacarear -una vez
más- que “no hay plata”. Con este motivo mandan recortes salariales, despiden
trabajadores contratados para enchufarle más tareas a los trabajadores de
planta, quitan beneficios… en fin, recorte en todas las
líneas. Y luego salen los medios
de comunicación –“progres” incluidos- a decir que “estas
políticas desindustrializadoras llevan a las empresas a la quiebra”. Nosotros
les respondemos: BASTA DE PAVADAS. Veamos algunos números de los Estados
Financieros presentados estos últimos días en la Comisión Nacional de Valores,
correspondientes a los primeros seis meses de este 2025 (¿saben que los
balances son públicos? Pueden revisar lo que decimos a continuación, están a la
mano de cualquiera que busque en internet):
Molinos Rio de la Plata, empresa que viene afrontando un
conflicto para bajarle el salario a sus trabajadores, donde particularmente ha
causado mucho ruido la respuesta de los trabajadores de la planta de Esteban
Echeverría. La empresa en cuestión declara haber reducido un 10% el costo
salarial en la comparación 2024/2025. Hoy la empresa declara que “da pérdida”,
lo que habría que preguntarles es a dónde fueron a parar los $74248 millones
que amasó el año pasado solamente como ganancia
financiera, monto que representa el 126% del costo salarial del año en
curso.
Mastellone Hnos., dueña de la mitad del paquete accionario de
La Serenísima, vio disminuida su ganancia este año, aunque claro, es difícil
comparar el ejercicio actual siendo que el año pasado facturaron $98.274
millones solo a través de negocios financieros. Como el negocio este año no
anduvo tan bien, a la pobre empresa no le quedó otra que recortar la masa salarial
en un 4%. Eso sí, los que se ve que hicieron bien los deberes fueron los
directores de la empresa, que se asignaron un aumento del 7%.
A la que parece le fue bastante mejor es a su socia, Arcor
-quien por cierto está por comprar Mastellone-: la ganancia neta de Arcor se
disparó un 701% respecto al mismo período del año pasado, aunque parece que los
obreros no se enteraron, ya que les recortaron un 8% el salario.
Molinos Agro también presentó balance, y a pesar de la
crisis, sus ganancias solo cayeron un 5% respecto al año pasado. En sintonía
con la reducción de la facturación, los pobres empresarios tuvieron que ajustar
a los obreros, que perdieron un 3% de su salario, aunque, curiosamente, el
directorio de la empresa se otorgó un aumento de sus ingresos del 97%
Pasemos a otro sector en crisis: la industria de la
construcción.
Por un lado, Loma Negra declara que no tocó los salarios, y
la masa salarial salió empatada con la inflación ¿Será? También anuncia que
cayeron sus ventas, y este año ganó un 82% menos que el año pasado. Quizás este
sea el lugar oportuno para decir que ese año la empresa amasó una fortuna de
$142,9 mil millones solamente con negocios financieros. La teoría del derrame
no les habrá llegado a los obreros, pero sí a los directores, que este año se
otorgaron un aumento del 15% en términos reales, y muy a pesar de la crisis del
sector.
En fin, veamos Richmond, una de las pocas farmacéuticas que
cotizan en bolsa. Richmond nos declara un 2025 no tan bueno como el año pasado,
aunque todavía reportando una ganancia jugosa de unos $3 mil millones. Y bueno,
como los negocios no marcharon “tan bien” como con los $15 mil millones del año
pasado, no les quedó otra que reducir la masa salarial un 3%. Eso sí, a los
directores les aumentaron los ingresos un 27%.
O la empresa energética Central Puerto, que redujo los
salarios un 3% a pesar de haber incrementado su ganancia un 219%. Tema aparte
es la ganancia de los bancos, deberíamos dedicarle una columna específica.
En toda crisis capitalista existe una retracción del mercado,
caen los niveles de producción y con ello se achica la porción de la torta. Los
empresarios buscan entonces achicar salarios no porque no puedan pagarlos, sino
porque lo que quieren es mantener su margen de
ganancias ¡Y vaya si lo vienen sosteniendo!
Por un lado, hicieron y hacen grandes negocios financieros
con el Carry Trade de Caputo, que no es ni más ni menos que la reducción de jubilaciones, salarios
estatales y asistencia social para transferir todos esos recursos financieros
hacia el capital privado vía emisión de títulos públicos.
Por otro lado, el ajuste salarial a los obreros de esas
empresas, en donde incluimos el aumento de los ritmos de producción. Porque
para ellos es más rentable producir lo mismo en menos horas, aunque en el medio
tengan que tener un turno suspendido.
Por eso, cuando nos vienen con el discurso de que “la empresa
da pérdidas", de que están “con la soga al cuello por la caída de la
producción”, etc., en
lugar de buscar soluciones para la rentabilidad empresarial (que es
lo que terminan haciendo el progresismo y la izquierda) tenemos que plantarnos en la defensa de nuestro salario, de
nuestras condiciones de vida, porque la crisis que vivimos los
trabajadores no es la misma crisis que viven los capitalistas.
Cuando nosotros hablamos de crisis, hablamos de los problemas de la vida, de la alimentación, la educación de la niñez, la falta de asistencia médica, la situación de nuestros ancianos, la peste de la droga, de los colapsos mentales por las presiones laborales o por la falta de perspectiva de vida. Cuando ellos hablan de crisis se refieren, pura y exclusivamente, a la reducción de su margen de ganancias, y disponen de suficientes herramientas económicas y financieras para combatirla.
Desde Rosario- Militante Social