DISCURSOS TECNOLÓGICOS FALACES
Hablamos
ya hace un par de meses de la filosofía del chino Yuk Hui y de su lectura de “La
pregunta por la técnica”, célebre conferencia de Heidegger, que inicia un
desplazamiento fundamental: la esencia de la tecnología moderna es, antes que
un universal antropológico, una consecuencia de la metafísica OCCIDENTAL. En
otras palabras, la reducción del mundo a la condición de recurso para el ser
humano es el resultado de la antítesis entre naturaleza y cultura que gobierna
Occidente desde el siglo XVIII .El
filósofo Yuk Hui tuvo su formación primera como ingeniero informático, pero
cuando se dedicó a estudiar la inteligencia artificial advirtió, según él mismo
cuenta, que las preguntas que suscita la
IA son de índole filosófica, y comenzó una segunda formación en este campo con
la tutoría de Bernard Stiegler.
Se
sabe que antes del siglo XVI la tecnología y la ciencia estaban mucho más
desarrolladas en China e India que en Europa. Pero en
el siglo XVI algo cambió radicalmente. Eso significa que, probablemente,
existieron hasta ese siglo diferentes pensamientos tecnológicos. Había
conceptos o concepciones diferentes de la tecnología que permitieron que, en
China, en India o en Japón se desarrollaran otras formas de actuar con su
entorno.
Basándose cada cual en sus propias creencias y culturas, esto es,
basándose en la cosmología propia. Las cosmologías también sirven de
regulación. Todo ello se basa en diferentes asunciones cosmológicas,
epistemológicas y ontológicas. Ante peguntas como ¿qué es una cosa? ¿qué es un
animal? ¿qué es un árbol? ¿qué es la vida?, las respuestas variarán según el
lugar desde donde sean formuladas. Y estas constelaciones de pensamiento
permitirán el desarrollo de una determinada tecnología. Al mismo tiempo, se
limitarán determinados desarrollos tecnológicos.Sabrás que, según tu
cosmología, algunas cosas no deberían desarrollarse.
La
tecnología siempre presupone ciertas concepciones cosmológicas,
epistemológicas y ontológicas según el lugar del mundo en el que se desarrolle.
No existen lógicas puramente racionales y universales puras, siempre están
localizadas en un lugar determinado, con ciertas creencias que las posibilitan
y las limitan al mismo tiempo. Es posible analizar todo esto sistemáticamente.
Así
quizá entenderíamos mejor qué podemos hacer con la tecnología hoy en día,
porque ahora nos guía un solo discurso de la tecnología, el discurso del
determinismo tecnológico. Todo lo determina la tecnología. En las librerías de
los aeropuertos por ejemplo, todos los libros son sobre «Cómo va a transformar
la IA» no sé qué negocio o «Cómo va a transformar el arte ChatGPT», etc. Pero
no creo que esto sea muy útil para entender nuestras propias posibilidades. NOS
GUÍA EL DISCURSO DE SILLICON VALLEY. Ellos despliegan fantasías, mentiras,
rumores y profecías con las que hay que tener cuidado.
Ante esto, Yuk Hui propone el concepto de
tecnodiversidad.
Interesa la diversidad tecnológica, claro, pero no sólo eso. Yuk Hui propone construir una matriz que asocie
la propia tecnodiversidad, la noodiversidad (es decir, la diversidad del
pensamiento) y la biodiversidad. Tres ítems para pensar nuestra situación
actual.
¿Y cómo se articula esa matriz? Cuando hablamos de biodiversidad, debemos
entender que la actividad humana ha contribuido a reducir la biodiversidad
mediante el uso de la tecnología o los pesticidas. Muchas especies han sido
destruidas. En otras épocas, y dependiendo de cada lugar, la gente se
enfrentaba de una manera u otra a los problemas, había muchos tipos de
conocimiento. En lugar de utilizar pesticidas, buscaban otras soluciones. Con
este ejemplo vemos cómo el pesticida se considera como única solución sin
tener en cuenta cómo afectará al medio. Es lo que ha ocurrido en el siglo
XX. Si había un problema, se le echaba pesticida. Luego llegó el desastre y
ahora no sabemos qué hacer. No se puede hablar de biodiversidad sin hablar de
tecnodiversidad. No podemos decir que hay que «proteger los pájaros» y punto.
También tenemos que pensar qué tipo de tecnología utilizamos, en qué tipo
de actividad y qué relación tendrá con el entorno.
Además,
con esta matriz de la tecnodiversidad, la diversidad de pensamiento y la
biodiversidad también podemos plantearnos otras cuestiones. Por ejemplo: ¿es
que hay diversidad de inteligencias artificiales?
No hay diversidad en la inteligencia artificial y, por otra parte, en la IA tampoco se
entiende lo que es la inteligencia. Al principio se imponía una visión
cartesiana y racionalista sobre la inteligencia. Se pretendía desarrollar una
representación racional del mundo mediante símbolos. Se podían hacer
inferencias lógicas de los símbolos y desarrollar la inteligencia en
consecuencia, porque que se pensaba que la mente funcionaba así. Pero
después esa visión fracasó. Aparecieron las redes neuronales, apareció el
aprendizaje automático. Todo ello proviene del conexionismo. En el
conexionismo, la mente no está formada de representaciones simbólicas, sino de
una red que se actualiza dinámicamente. Y ese es el aprendizaje automático que
tenemos en la actualidad. Dentro de la inteligencia artificial también se han
producido cambios en la forma de pensar la inteligencia, pero sigue
constituyendo una visión muy limitada de hacerlo.
¿Por qué? Porque se basa en el empirismo: cuantos más
datos, mejores resultados. Creen que solucionarán el problema con más datos.
Por ejemplo: el reconocimiento facial tiene problemas para identificar los
rostros de las personas negras. Eso ha generado mucha violencia. La única
respuesta ha sido tomar imágenes de más rostros negros e introducir más inputs
de datos. ¿Pero realmente conseguiremos un mundo más justo recabando más datos?
No lo creo. Esta comprensión de la mente es muy limitada. Según el empirismo —y
vivimos el triunfo de dicha corriente— el mundo está formado por hechos, y la
inteligencia radicaría en la capacidad de analizarlos. Pero la
inteligencia no es algo tan simple. Debemos diversificarla. También empleamos
nuestra inteligencia en el cotidiano y en contacto con nuestras comunidades.
Estas
preguntas no se ponen sobre la mesa. Solo se habla de cómo va a cambiar el arte
el ChatGPT, cómo va a cambiar esto o aquello, cómo esto nos va a llevar a una
situación de desempleo masivo, etc.
Hoy
nos guía un solo discurso de la tecnología, el discurso de Silicon Valley, que
despliega fantasías, mentiras y profecías con las que hay que tener cuidado.
Los discursos tecnológicos estrechos hacen muy difícil que podamos pensar sobre futuros posibles. Debemos imaginar el futuro desde la diversidad. . Porque, hoy en día, cuando hablamos de futuro hablamos más o menos de apocalipsis. Se suelen proponer principalmente dos soluciones: una, huir, por ejemplo a Marte, para establecer allí las mismas lógicas que están destruyendo la Tierra. O, si no, abandonar del todo la tecnología y volver a las formas del pasado, algo que también es imposible. Pero existen alternativas concretas. Hay proyectos y esfuerzos para explorar las posibilidades de la tecnodiversidad, pero lo primero que hay que hacer es destruir esas narraciones tecnológicas tan estrechas. En el vasto mundo de las tecnologías (y aludimos acá a nuestra anterior columna sobre la mentira eficaz) también se tejen falsedades y se obtura la creatividad y el pensamiento crítico.
Desde Rosario- Militante Social