LA
PASIVIDAD FEMENINA COMO CANON FEMINICIDA REPRESENTACIONAL. LA GUERRA EN EUROPA
ES INEVITABLE. ACTOS DE FALSA BANDERA.
Un cálido abrazo a toda la querida audiencia
de EL CLUB DE LA PLUMA. Otro día más, nos encontramos aquí en este espacio de reflexión
compartida. ¡Quédate, que la columna de hoy, también, te va a interesar!
Entre algunas de las temáticas que abordamos
el domingo pasado, nos referimos, en especial, a la tortura y asesinato de
Morena, Brenda y Lara, en Argentina y la enmarcamos en la llamada “guerra civil
molecular”. Creemos que es un marco teórico adecuado que responde a las últimas
tendencias globales. Hans Magnus Enzensberger es el teórico alemán quien la
presentó a principios de la década de los 90 de una manera casi profética. Hace
dos domingos nos referimos a que, en Suecia y Bélgica, sus gobiernos habían
sacado al ejército a las calles para combatir a las bandas narcotraficantes,
hecho que demuestra que estos fenómenos se despliegan en todo el planeta. La
guerra civil molecular es un tipo de guerra civil descentralizada, multifocal y
desideologizada. Comienzan a aparecer moléculas que se desprenden de la
sociedad y no las guía una ideología y no hay un centro de mando único.
Solamente existen zonas de control con el ejercicio de la violencia y no hay
fronteras y pueden estallar en cualquier momento o lugar. Las ciudades del
planeta son el nuevo campo de batalla. Los actores de la guerra civil molecular
son diversos: los señores de la guerra, bandas criminales, el narcotráfico,
milicias étnicas y religiosas, sectas, policía corrupta, organizaciones
terroristas y pandillas callejeras.
La motivación de esos actores es la codicia y
los sujetos se desgajan de la sociedad cuando el Estado no cumple sus funciones
básicas. Las causas son múltiples: el fin de los metarrelatos, ya no se lucha
por el socialismo ni por el movimiento obrero, se lucha individualmente; la
globalización neoliberal con su exponencial miseria, la desindustrialización,
la exclusión social. Y el blanco de los actores son los civiles al que tienen
que inducir al terror para que se vayan o se unan. La descomposición o la
debilidad del Estado cuando pierde el monopolio de la violencia, también,
pierde la capacidad de proveer seguridad a la población y empieza a estar en
peligro.
También es una guerra contra un Estado
determinado. Recuerden la destrucción de Siria por ejércitos mercenarios de
medio planeta. La ciudadanía vive un “sálvese quien pueda” lo que es
absolutamente comprensible. Pero esta introducción a través de este marco
teórico no excluye otro tipo de interpretación del fenómeno de los femicidios,
o narcofemicidios o femicidios dentro del narcoterrorismo. El reduccionismo de
los medios nos impide una mirada profunda, reflexiva. Esta columna es un poco autorreferencial,
porque nos referiremos al trabajo de investigación de Fin de Máster sobre
Feminismo de mi hija Sofía Roda Onofri, presentado en la Universidad del País
Vasco, que mereció el premio María Goyri. Es una pena que no podamos presentar
en una radio, los innumerables cuadros, esculturas que, a lo largo de toda la
historia de la humanidad, crearon y enfatizaron una subjetividad: “La guerra
contra la mujer fue mayoritariamente librada en el campo de batalla de las
palabras y de la imagen, y no por ello fue menos destructiva que muchas guerras
físicas.” Esta es una cita del pensador Bram Dijkstra, crítico literario
estadounidense de origen holandés nacido en Indonesia.
A lo largo de los siglos, el canon de belleza
creado por y para los hombres ha relegado a la mujer al mero objeto exhibido,
al representarlas en posturas siempre atrayentes, a modo de cuerpos abandonados
a la mirada del Otro. A través de la historia del arte puede rastrearse el
origen de la imagen del cuerpo femenino que establece a nivel visual la
pasividad como un rasgo de feminidad, de fragilidad y, por tanto,
característico como elemento de atracción sexual. La imagen de la sumisión
femenina, respaldada por el hecho de haber sido creada no sólo por los grandes
maestros, sino por el género masculino, en general, y en un intento de
exacerbar las características de feminidad, nos ha llevado al punto de no ser
ya capaces de distinguir entre la representación de una mujer yacente, es
decir, recostada, acostada, viva, y la de una mujer muerta. Bajo los conceptos
de lo bello, lo natural, lo salvaje, lo sexual o lo erótico se ha creado una
iconografía femenina y podemos establecer analogías con representaciones de
muertos reales, y nos sitúa ante la visión de mujeres que han muerto, han sido
asesinadas y, en ocasiones, literalmente arrojadas en el medio de algún lugar
bucólico, idílico, campestre.
Esa tipología de escenas ha inundado los
espacios de la vida: desde la construcción de nuestras subjetividades, a partir
de las creencias de los hombres (tanto teóricos, como filósofos o científicos),
sobre el cuerpo femenino, hasta la necesidad de plasmar esas ideas en diversos
soportes, pues el apoyo que han proporcionado las artes plásticas, la
literatura y, posteriormente, el cine y la publicidad, han contribuido como
fundamento o pilar de ese imaginario. Una obra de arte visual es un texto y
como tal ha de ser examinada. Lo que ha guiado esta investigación parte de la
hipótesis de que la imagen de las yacentes, de las mujeres acostadas, ha derivado,
en el transcurso de los siglos, en la imagen de la mujer asesinada o, en su
defecto, en la iconografía que la relaciona más con el mundo de los muertos que
con una fémina reclinada, debido a la insistencia y al incansable intento de
remarcar cada vez con más fuerza la pasividad femenina.
Esa inactividad que se establece como rasgo
característico del género femenino, se ha trasladado y mutado en las diversas
prácticas contemporáneas y, simultáneamente, debido al aumento de la violencia,
se ha ido agravando con el paso del tiempo. Esa fémina dormida que con una
postura y desnudez parece invitar al espectador siempre hombre, esa entrega
incondicional que se establece y pretende atraerse ya desde el plano simbólico
de la representación, ha acabado convirtiéndose en la línea iconográfica que la
ha encasillado, en el transcurso de los diferentes movimientos artísticos, en
la imagen idónea para expresar la debilidad, el sufrimiento, la enfermedad, el
pecado, la fragilidad y, cómo no, la muerte; y, paralelamente, dichas
características la han establecido como el paradigma de la feminidad, el deseo
erótico y sexual desde la perspectiva masculina, pues el dominio empírico que
ya ejercen sobre el cuerpo de la mujer, probablemente, se cultive ya desde la
representación.
La compilación de información para esa
investigación fue de lo más diversa: las yacentes, las similitudes entre los
cánones de vivas y muertas, las Venus anatómicas, las tuberculosas, las
ahogadas, los cuerpos arrojados, las mutiladas, los cuerpos maltratados,
descuartizados, entre otros, en un reforzamiento de la unión entre belleza y
muerte, por ejemplo, durante el Romanticismo. Hay una normalización de la
crueldad a la hora de iconografiar el cuerpo femenino. Este planteamiento
feminista implica una variedad de fuentes: la historia, la historia del arte,
el psicoanálisis, la sociología, la semiótica, la filosofía, la teoría y
crítica literaria, cultural, artística y feminista y el análisis con
perspectiva de género, y así se pudieron realizar analogías y similitudes en
cuanto a las obras de arte de diferentes artistas, momentos históricos
diversos, formas de expresión o corrientes artísticas. En el trabajo de
investigación, se recurrió a textos literarios, publicitarios,
cinematográficos, pintura, escultura, fotografía, leyendas, etc., etc.
Sintetizando, podemos decir que el marco
teórico de la guerra civil molecular puede tomarse como un complemento de lo
que se ha investigado a través de la historia del arte. Ambas investigaciones
no se excluyen mutuamente. Debemos abrir nuestra mente a todos los trabajos de
los especialistas. Nuestros oyentes deben recibir el amplio abanico de
respuestas a las desgarradoras problemáticas de nuestro tiempo, para poder
alcanzar una verdad que se muestra escurridiza.
Y ahora haremos un corte abrupto y nos
referiremos a cuestiones no teóricas, sino de prácticas, de la vida cotidiana y
es que Rusia acusa al Reino Unido de planear un sabotaje en un puerto de Europa
para responsabilizar a Moscú y justificar un aumento del apoyo militar a
Ucrania, información proporcionada por los servicios de inteligencia rusos en
el exterior. Asimismo, el servicio de inteligencia exterior ruso, afirma que
Kiev y sus aliados preparan una operación encubierta en territorio polaco para
involucrar a la OTAN en un enfrentamiento directo con Moscú. Habrá guerra,
absolutamente, habrá guerra y, en este contexto, las conversaciones sobre la
probabilidad de una guerra entre la OTAN, por un lado y, Rusia, por el otro, no
parece una retórica alarmista, sino que se trata de una parte de una agenda
política consciente reflejada tanto en la postura oficial de los líderes
occidentales, como en los informes públicos, centros de análisis, los think
tank, medios de comunicación. Además, el conflicto de Ucrania se presenta como
un ensayo general de un enfrentamiento más amplio. La mayoría de nosotros jamás
hemos vivido una guerra.
Y saltamos a Argentina que, todos los días, e
inclusive a cada hora, nos llegan noticias que nos desestructuran.
Es tanta la contrainformación que nos es
imposible, a veces, seguir la continuidad de todo lo que ocurre, pero entre
todo lo que hemos leído y escuchado, rescatamos lo que nos parece altamente
valioso y es que Milei haya confesado que él “metió presa” a Cristina, es
decir, que su prisión es, evidentemente, política; admitió la existencia del
lawfare; su persecución fue un acto político y Cristina es una presa política.
Esto le dará más apoyo a Cristina para pulverizar su sentencia. Lo de Milei fue
una confesión, no fue una mera frase. Esto va a recorrer el planeta. Esa
confesión, en cualquier país del mundo, merece un juicio político. Es
gravísimo.
¡Ah, y ojo con el narco Fred Machado y sus
vínculos con Espert y con Milei! ¡A cuidarlo, que puede ser asesinado, antes de
extraditarlo a los Estados Unidos! La guerra total en Europa sabemos que es
inevitable, ¡a bancársela! pero lo que ocurrirá en Argentina es una profunda e
inquietante incertidumbre. Aquí, en las Islas Canarias estamos esquivando
drones rusos. Es una broma macabra. ¡Cuánta mentira de los degenerados de la
OTAN y sus secuaces asesinos occidentales! Claro, sus hijos no van a ir a la
guerra; los nuestros, sí.
Me despido de nuestra querida
audiencia, agradeciendo su amable atención e invitándola a una nueva emisión de
EL CLUB DE LA PLUMA, el próximo domingo. ¡Hasta la victoria siempre,
compañeros! ¡Palestina libre!
PROF.
VIVIANA ONOFRI –
Desde Islas Canarias
Profesora en Letras, ex catedrática
de la Universidad Nacional de Mar del Plata
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