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domingo, 27 de julio de 2025

SEGURIDAD DIGITAL Y DESIGUALDAD: BRASIL CONECTADO POR UN HILO - LÍVIA MARTINS

 

SEGURIDAD DIGITAL Y DESIGUALDAD:

BRASIL CONECTADO POR UN HILO

 

En medio del avance de la digitalización, Brasil enfrenta una crisis silenciosa: la vulnerabilidad cibernética que afecta de manera desproporcionada a la población más pobre. Aunque el país se destaca por sus inversiones en ciberseguridad, con una previsión de R $21,6 mil millones solo en 2020, sigue siendo uno de los más atacados del mundo, con 1.379 intentos de ataques por minuto. Y quienes más sufren son los brasileños en situación de exclusión digital.

Exclusión digital como puerta de entrada a estafas

Según el Instituto Locomotiva y PwC, más de 33 millones de brasileños no tienen acceso a internet. De los que sí tienen, 87 millones no logran conectarse todos los días, y seis de cada diez acceden a la red únicamente por celular. Esta precariedad limita el uso de antivirus, actualizaciones de seguridad y autenticación multifactor, medidas básicas para evitar fraudes como phishing y ransomware.

La empresa Kaspersky reveló que Brasil lidera los ataques con enfoque en el robo de información financiera en América Latina. Los troyanos bancarios, por ejemplo, son desarrollados en su mayoría por programadores brasileños y explotan especialmente a los usuarios menos preparados digitalmente.

Analfabetismo digital: la nueva brecha social

El informe del INCC señala que más del 50% de los brasileños carecen de conocimientos básicos sobre seguridad digital, cómo copiar archivos, transferirlos entre dispositivos o adjuntar documentos, habilidades esenciales para acceder a servicios públicos, buscar empleo o protegerse de fraudes.

El World Bank Group alerta que Brasil ocupa el puesto 119 entre 168 países en habilidades digitales entre jóvenes. En zonas rurales, solo el 28% tiene alguna competencia digital, frente al 43% en áreas urbanas. Entre familias con ingresos de hasta tres salarios mínimos, este porcentaje baja al 34%, mientras que en hogares con ingresos superiores a diez salarios mínimos, llega al 78%.

El costo de la vulnerabilidad

El impacto financiero es devastador. En 2024, Brasil registró más de 168 millones de amenazas digitales. El costo promedio de una violación de datos fue de R$ 6,7 millones, y los fraudes por phishing generaron pérdidas de R$ 7,7 millones. Para la población pobre, esto se traduce en pérdida de beneficios sociales, bloqueo de cuentas bancarias e incluso robo de identidad.

¿Qué debe cambiar?

La seguridad digital debe dejar de ser un privilegio técnico y convertirse en una política pública inclusiva. Las inversiones en infraestructura son necesarias, pero sin capacitación y acceso equitativo, continuarán beneficiando solo a los ya conectados.

Es urgente implementar programas de formación en habilidades digitales, especialmente para los grupos vulnerables. Iniciativas como el programa Hackers del Bien, que pretende capacitar a 30 mil profesionales hasta 2025, son un paso importante, pero deben ampliarse para alcanzar también a los usuarios comunes.

La seguridad virtual en Brasil no es solo una cuestión tecnológica, es una cuestión de justicia social. Mientras el país no enfrente el analfabetismo digital con la misma seriedad con la que combate los ciberataques, seguirá dejando a millones de brasileños a merced de un mundo digital que debería protegerlos, no excluirlos.

 

LÍVIA MARTINS 

 Desde Brasil Comunicadora Social

 

 

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