SEGURIDAD DIGITAL Y DESIGUALDAD:
BRASIL CONECTADO POR UN HILO
En medio
del avance de la digitalización, Brasil enfrenta una crisis silenciosa: la
vulnerabilidad cibernética que afecta de manera desproporcionada a la población
más pobre. Aunque el país se destaca por sus inversiones en ciberseguridad, con
una previsión de R $21,6 mil millones solo en 2020, sigue siendo uno de los más
atacados del mundo, con 1.379 intentos de ataques por minuto. Y quienes más
sufren son los brasileños en situación de exclusión digital.
Exclusión digital como puerta de entrada a estafas
Según el
Instituto Locomotiva y PwC, más de 33 millones de brasileños no tienen acceso a
internet. De los que sí tienen, 87 millones no logran conectarse todos los
días, y seis de cada diez acceden a la red únicamente por celular. Esta
precariedad limita el uso de antivirus, actualizaciones de seguridad y
autenticación multifactor, medidas básicas para evitar fraudes como phishing y
ransomware.
La empresa
Kaspersky reveló que Brasil lidera los ataques con enfoque en el robo de
información financiera en América Latina. Los troyanos bancarios, por ejemplo,
son desarrollados en su mayoría por programadores brasileños y explotan
especialmente a los usuarios menos preparados digitalmente.
Analfabetismo digital: la nueva brecha social
El informe
del INCC señala que más del 50% de los brasileños carecen de conocimientos
básicos sobre seguridad digital, cómo copiar archivos, transferirlos entre
dispositivos o adjuntar documentos, habilidades esenciales para acceder a
servicios públicos, buscar empleo o protegerse de fraudes.
El World
Bank Group alerta que Brasil ocupa el puesto 119 entre 168 países en
habilidades digitales entre jóvenes. En zonas rurales, solo el 28% tiene alguna
competencia digital, frente al 43% en áreas urbanas. Entre familias con
ingresos de hasta tres salarios mínimos, este porcentaje baja al 34%, mientras
que en hogares con ingresos superiores a diez salarios mínimos, llega al 78%.
El costo de la vulnerabilidad
El impacto
financiero es devastador. En 2024, Brasil registró más de 168 millones de
amenazas digitales. El costo promedio de una violación de datos fue de R$ 6,7
millones, y los fraudes por phishing generaron pérdidas de R$ 7,7 millones.
Para la población pobre, esto se traduce en pérdida de beneficios sociales,
bloqueo de cuentas bancarias e incluso robo de identidad.
¿Qué debe cambiar?
La
seguridad digital debe dejar de ser un privilegio técnico y convertirse en una
política pública inclusiva. Las inversiones en infraestructura son necesarias,
pero sin capacitación y acceso equitativo, continuarán beneficiando solo a los
ya conectados.
Es urgente
implementar programas de formación en habilidades digitales, especialmente para
los grupos vulnerables. Iniciativas como el programa Hackers del Bien, que
pretende capacitar a 30 mil profesionales hasta 2025, son un paso importante,
pero deben ampliarse para alcanzar también a los usuarios comunes.
La
seguridad virtual en Brasil no es solo una cuestión tecnológica, es una cuestión
de justicia social. Mientras el país no enfrente el analfabetismo digital con
la misma seriedad con la que combate los ciberataques, seguirá dejando a
millones de brasileños a merced de un mundo digital que debería protegerlos, no
excluirlos.
Desde Brasil –Comunicadora
Social
No hay comentarios:
Publicar un comentario