RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 27 de noviembre de 2016

LA MUERTE NO EXISTE MI AMOR…


LA MUERTE NO EXISTE MI AMOR…



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 Hay diversas interpretaciones y sentires en relación a ese proceso natural de cada ser humano, la muerte, que dependen de muchos factores. Las concepciones religiosas, costumbres ancestrales, cultos folklóricos, etc.
Hay muertes a las que se les llora y hay otras a las que se les canta. Hay muertes que son celebradas con grandes comilonas y otras que pasan desapercibidas como si la vida que se acaba de apagar, nunca hubiese existido.
En fin, seguramente habrá más para describir cómo se interpreta y se siente la muerte.

 Creemos que hay muertes que no existen, tal vez como estrategia de sostener sentimientos muy profundos que no son conciliables con las ausencias físicas, no obstante, reiteramos, creemos que hay muertes que no existen. ¿Por qué?  Porque esas existencias fueron tan fuertes, tan emblemáticas, tan profundas que atravesaron y superaron cualquier concepción o interpretación mundana de la muerte.

 Seguramente ya se habrán disparado infinidad de trabajos, escritos relacionados al fallecimiento del más grande de los Revolucionarios que nos ha dado la historia contemporánea, y seguramente habrá quienes abordarán desde sus ideas y hazañas, hasta sus sentencias y consignas, la importancia que ha tenido y tiene esa existencia plagada de heroísmo y valor.

 Alguien escribió alguna vez por ahí: …De las manijas de mi ataúd irán colgando las risas y los llantos, las risas de quienes se alegren que haya muerto y los llantos de quienes he dejado debiendo algo…”. No es este el caso, porque de seguro serán innumerables los que lo lloren, pero por eso de aferrarse a la falaz inmortalidad de la carne, a ese sentimiento egoísta de la pertenencia. E incluso tal vez asomen algunas sonrisas, no por alegría por esa desaparición, más bien por el agradecimiento de haber compartido el lapso con esa existencia.

 Jorge Kostinger ha escrito en las redes: “…Fidel era el patriarca en joggineta que veía el código oculto de los diarios, que había aprendido a ver el revés de la trama, como Neo de Mátrix. Neo de nuevo, de hombre nuevo.
 Fidel era el arquero del partido del siglo XX, Fidel era el siglo XX. Fidel era el armador del equipo de los sueños.
 Fidel enterró a todos sus asesinos, a Fidel no le estallaron los habanos de chasco.
Fidel era el lomo plateado en la manada de los que soñamos un mundo distinto.
Fidel y Cuba desmintieron que siempre habrá pobres entre nosotros, tacharon lo imposible, que solo cuesta un poco más.
 No me resulta raro que un hombre de 90 se muera y hasta pienso que se ganó su derecho.
Pero Fidel era otra cosa más allá de lo humano, es como que te digan que se murieron las utopías…” Claro que las utopías están mucho más que vivas a pesar de la desaparición física de Fidel, y Fidel seguirá siendo Fidel a pesar de que, más allá de su física muerte, continuarán los intentos de asesinarlo. Sin embargo,  sabemos que es imposible matar lo que es inmortal...

 Cuando se honra la vida como reza la canción, cuando se la vive 180 veces como expresa Ernesto Argañaráz, es imposible razonar y aceptar la existencia de la muerte. No. La muerte no existe, mi amor…

A pesar de concebir, en estos casos, la inexistencia de la muerte, por ahí en un descuido, tal vez por el viento que se cuela por la ventana, o vaya uno a saber, se entromete en este desarrollo que intentamos, alguna que otra lágrima…sepan disculpar el descuido de la impecabilidad de las palabras y las ideas…

 Retomando, bien cabe recordar una frase del gran José Martí, que rescatamos al respecto de nuestra propuesta, publicada el 5 de marzo de 1876, en México: “…La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida…” (1)

  Expresa Raúl Eduardo Olmedo, también en las redes: “…Me la imagino a la muerte, pobrecita, venir a decirle que su tiempo se acabó. Me imagino su carcajada, la de él, diciéndole "yo ya he trascendido al tiempo, ya estoy vivo para siempre, porque los pueblos nunca mueren". Me imagino a la muerte avergonzada, pidiéndole permiso para cumplir el trámite. Me lo imagino a Él, diciéndole "haga nomás, que mi misión ya está cumplida y hay semillas para rato…”

 Y tal vez, puede que a estas muertes que no existen, se atreva la parca a reclamar lo que no le corresponde, como el accionar de los asesinos imperios que pretenden siempre arrebatarles a los pueblos, desde sus riquezas hasta los sueños.

 La muerte no existe mi amor, no, porque la vida es una experiencia más de la existencia, un casi imperceptible instante en la eternidad…

 La muerte no existe mi amor, no, existen los legados, las ideas, las convicciones, las utopías.
Y cuando todo eso existe, se plasma en lo cotidiano, en las vivencias, dan por tierra con todo aquello con lo que pretendieron colonizar nuestras emociones y sentimientos, bajo la excusa de la falsa existencia de la muerte.

 Hay presencias que son eternas, las que, cuando releemos sus aportes, sus historias de luchas y conquistas, replanteamos sus ideas, las discutimos, las re-valorizamos, cuando fijamos rumbos concordantes con las consignas de dignidad y justicia, igualdad y libertad, reafirmamos en cada instante, en cada acción, en cada movimiento, que la muerte no existe, que se traduce en esa militancia comprometida con la vida…

 La muerte no existe mi amor, no, claro que no, lo que existe es la entrega real y firme, existe el camino que se señala para avanzar en la conquista de nuestros derechos y en la defensa de nuestras garantías. Lo que existe es el eterno presente de la Revolución corriendo por nuestras venas, es el doloroso sentir permanente de las injusticias contra las que luchamos, desde diferentes trincheras, con el convencimiento inclaudicable de que es posible un mundo mejor.

 Hay una frase que utilizamos en reiteradas oportunidades, con la que sostenemos nuestro propósito y meta: …hasta la victoria siempre…”. No es una simple frase de saludo o despedida: es la consigna permanente de nuestras convicciones, las que nos empujan a retomar cada jornada; con el convencimiento que las utopías son realizables y los ideales permanecen inalterables. Esa frase ha sido y es el desafío al que nos empujara y empuja constantemente Fidel, con la que nos indica que la muerte no existe, sólo la meta de la victoria siempre…

 Quisieron matarlo infinidad de veces, y contrariamente a lo expresado en el dicho: “…uno no muere cuando quiere sino cuando puede…”, él decidió prolongar su existencia más allá de las ideas.

 De seguro los detractores y los miserables se habrán de regocijar en medio del estiércol con una noticia que esperaron desde hace más de cincuenta años, y lo festejarán como si en realidad se hubiese concretado su ruin anhelo. Pasarán los días, los meses, los años y no podrán comprender cómo el Legendario Comandante Revolucionario pudo vencer, no sólo a los imperios, sino también al tiempo, porque estamos convencidos y habremos de probar que, la muerte no existe mi amor, les aseguramos que no…

 Que así sea.


NORBERTO GANCI –DIRECTOR-
El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
http://.elclubdelapluma.wordpress.com
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Notas y Referencias

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