RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

sábado, 24 de septiembre de 2016

COMO SI FUESE AYER… REPETICIÓN CASI INTERMINABLE DE LA DESMEMORIA…


COMO SI FUESE AYER… REPETICIÓN CASI INTERMINABLE DE LA DESMEMORIA…


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 Solemos acordar en que los procesos históricos son cíclicos, que en una imaginaria espiral ascendente se van reiterando, o casi, situaciones cuya comprensión nos impone mirar hacia atrás: revisar aquello que ha sucedido y ponerlo de nuevo en relación con lo que está sucediendo. Ahora bien, parece que una gran mayoría, lamentablemente, no ha podido o no ha querido madurar ni en su observancia ni en su análisis. Menos aún, en algún afán de transformación.

 Una de las estrategias de que se vale el sistema dominante a nivel global, es la falta de memoria, la ausencia de aquellos registros que han marcado momentos cruciales en el andar de la humanidad.
La falta de memoria tiene como herramienta aleatoria la deformación de la historia; sobre ello nos hemos referido en algunas otras oportunidades.

 Expresa una frase anónima y divulgada en los últimos tiempos que: “…Los que no estudian la historia, están condenados a repetirla… y los que sí la estudian, están condenados a ver cómo la historia se repite por culpa de los que no la estudian…”

 Hasta el hartazgo hemos venido alertando cómo de manera casi (tartamuda…) repetimos cíclicamente muchas de esas Zonceras de las que nos hablaba Don Arturo (Jauretche).
No es patrimonio exclusivo de estos tiempos, eso de manipular la historia y la información. En estos primeros años del Siglo XXI y gracias a la supuesta masificación de tecnología y redes sociales, se puede acceder a aquellos conocimientos, aquellas producciones que tenían un acotado nivel de llegada. Antes no muchos podían acceder a publicaciones con las que se intentaba clarificar, “avivar”, desmantelando las estructuras de dominación poblacional, mediante los diversos mecanismos o herramientas de comunicación, fundamentalmente educación y prensa.

 Al respecto, en su trabajo “El Medio Pelo en la Sociedad Argentina”, Jauretche, entre otras cosas decía: “…Del dominio económico surge el dominio cultural. La gran prensa es el instrumento más efectivo para sembrar entre la “gente culta” el ideario conveniente que es facilitado por las comprobaciones del éxito inmediato, que parece evidente, de la teoría del progreso ilimitado a lograr por esos carriles; sólo eso se necesita mantener como dogma indiscutible los enunciados liberales impuestos después de Caseros, y que constituyen el fondo común del pensamiento ilustrado de la Universidad, la escuela y el libro. Ya veremos cómo la falsificación de la historia es una complementación útil al mantenimiento de esa dogmática…” (1)

 Podríamos sostener que el comportamiento social es un tanto masoquista, a la vez de hipócrita y psicópata; porque no sería posible comprender cómo reiterativamente va cayendo en los mismos errores, en las mismas dependencias.

 Cuando nos hablaban de una “Conquista al Desierto”, desde el título ya nos estaban estafando, porque no había desierto alguno, pero tomamos a pie juntillas desde la frase a la deformación de los sucesos; se vitoreaba la supuesta recuperación y ocupación de territorio, pero nada se decía de la masacre contra pueblos originarios.
 Hoy nos hablan de soberanía cuando en realidad están rematando al mejor postor nuestros territorios.

 En editoriales anteriores hacíamos mención a una renovada como criminal variante del tristemente conocido “Plan Cóndor”, con el que se asoló gran parte de Nuestro Continente en la década de los setenta.  Pero no era nuevo, Francisco Garricho manifiesta en las redes sociales que: …Pero “planes cóndor” existieron desde los albores de nuestra historia.
  En 1809 se produjeron las revoluciones de Chuquisaca (actual Sucre) y La Paz, que proclamaron los primeros esbozos de independencia sudamericana del reino español, y son antecedentes directos de lo que sería al año siguiente la Revolución de Mayo en Buenos Aires.
 Ambas ciudades pertenecían al Virreinato del Río de la Plata, por lo cual la represión le correspondía a nuestro conocido virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, que mandó tropas desde Buenos Aires. Pero solidaria y diligentemente, el virrey Abascal desde el Virreinato del Perú se ofreció a colaborar con la represión, enviando tropas desde Cuzco, al mando del tristemente célebre general José Manuel de Goyeneche. Así, este “plan Cóndor de principios del siglo XIX” logró sofocar las revueltas en la actual Bolivia coordinando los ejércitos de los actuales Perú y Argentina…” (2)

 Interpretamos o aceptamos sin discusión ni interrogante que las cosas son así como nos la muestran o nos las imponen desde los medios de comunicación. No miramos hacia atrás para indagar si lo que hoy nos atraviesa tuvo algún antecedente que nos permita comprender mejor y actuar en consecuencia. Lo aceptamos tal como nos lo transmiten y nos quedamos sumergidos, muchos sin saberlo, en la más grande de las ignorancias.

 Eso que denominaron “Revisionismo Histórico” fue y es necesario y útil para entender lo que hoy nos ocurre. Pero tanto la maquinaria desinformativa como las corporaciones de toda índole, se están esforzando para recuperar el terreno perdido en eso de la dominación y control. Ante una porción de la población que había comenzado a visibilizar la realidad, no la infestada por los monopolios mediáticos, de manera acelerada se ha comenzado a reforzar las estrategias distractivas que permitan desviar la atención.

 El continente experimentó lo terrorífico que puede ser un proceso neoliberal, lo experimentó y lo padeció; y no hace mucho tiempo. Sólo unas décadas atrás. Y ahora vuelve a caer en esa telaraña criminal como si nunca antes la hubiese padecido.
Pero no alcanzan las muertes, los padeceres, los pesares, no alcanzó sufrir el despojo de nuestros bienes y riquezas, no alcanzó con perder la posibilidad de progresar, de construir, no alcanzó con ver cómo crecía la pobreza y la exclusión, y aumentaba el poder de una clase oprobiosamente dominante.
Nada ha alcanzado para evitar se reiteren nefastos momentos de nuestra historia.
Presenciamos cómo se deslegitiman procesos populares y se vuelve a privilegiar a sectores que están más cercanos al vendepatrismo que a la lealtad nacional.

 No ha pasado mucho tiempo desde que comenzamos a padecer la pérdida de puestos de trabajo, el despojo de nuestros bienes y riquezas, el cierre de industrias, la ausencia de productos con valor agregado, la destrucción del sistema educativo, la carencia de patriotismo en beneficio del cipayismo neocolonial… No ha pasado tanto tiempo, como para argumentar una falta de memoria, no, pero como si en realidad existiese una epidemia de la desmemoria, a un par de décadas de tanta destrucción de la Patria, se reiteran las mismas calamidades: desocupación, desempleo, entrega, vaciamiento de empresas, desarticulación de instituciones privadas y estatales, etc.

 En aquella lamentable década de los noventa del pasado Siglo XX, no sólo se logró el desempoderamiento de todo aquello que nos permitía aspirar a la autodeterminación, la autosustentación y a una aceptable o supuesta independencia: también se logró desmovilizar y desmotivar a gran parte del tejido social.
Las dictaduras de los sesenta y los setenta, tuvieron en sus objetivos, su correlato en los noventa; y en los primeros años del Siglo XXI vuelven a presentarse, mejor que en los noventa, sin ejércitos, sin militares, pero con una infernal batería desinformativa y judicial con las que conforman lo que hoy denominamos “dictocracia”.

 Pero no sólo es responsabilidad del común de la sociedad el que se haya posibilitado que esos mercaderes de la muerte se asienten en los espacios de poder. Hay quienes se han quitado la máscara e hipócritamente se muestran genuflexos, cuando antes enarbolaban consignas populares. Traidores de toda laya se han mimetizado con el poder de turno y han entregado, si las tuvieron alguna vez, convicciones e ideales.

 Pero nada es gratuito en la historia. Así como no se ha podido sostener la imagen de supuestos héroes de bronce que en realidad sólo fueron promotores de una entrega criminal, tampoco habrán de permanecer y menos perdurar quienes están haciendo entrega al poder global de nuestro presente y futuro.

 Nada es gratuito, nada, sólo falta que el tronar del pueblo comience a hacerse oír para escarmentar a quienes nos han robado conquistas y derechos.

 Algunas calles y plazas han retomado la vieja impronta de la protesta y la manifestación y de a poco, al descorrerse el velo de la ignorancia, se va sumando más pueblo a los reclamos y a la lucha que se está gestando.
La batalla por destruir la desmemoria no es fácil, no es sencilla, porque nos enfrentamos, no solamente a las maquinarias desinformativas y a las corporaciones imperiales y judiciales, sino que, además, nos enfrentamos a muchos de nuestros iguales que han sucumbido a la deformación del mensaje y a la no comprensión de las ideas.

 Nuestras convicciones deberían ser claras, firmes e inclaudicables para posicionarnos frente a gobiernos que jamás entenderán de pueblos; y presentarles batalla con todas nuestras armas, las genuinas, las que se fueron construyendo en tanta militancia comprometida con la edificación de una Patria Libre, Soberana e Independiente.

 Pero es imprescindible para que ello ocurra, militar sobre cada una y cada uno de los que aún permanecen en la ignorancia y la obnubilación por lo efímero, lo inconsistente, lo intrascendente. Es imprescindible y urgente articular estrategias para contrarrestar el avance de la ignominia sobre nuestros pueblos. De nosotros, de los que intentamos ver un poco más allá, de los que anhelamos otra realidad posible e integradora, depende la posibilidad de alcanzar un mejor presente y mañana para toda nuestra gente.

 Que así sea.


NORBERTO GANCI –DIRECTOR-
El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
http://.elclubdelapluma.wordpress.com
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POR FM 103.9 RADIO INÉDITA

Notas, Referencias y Material Consultado

1 “El Medio Pelo en la Sociedad Argentina” – Arturo Jauretche -  Ediciones Corregidor
  




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