RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

sábado, 13 de febrero de 2016

URGEN IDEAS POR AQUÍ…

URGEN IDEAS POR AQUÍ…

 En realidad no teníamos ni idea sobre qué escribir, ni siquiera asomaba un esbozo de título o tema.
Porque el volver a reiterar cada una de nuestras posiciones, de nuestros análisis, de nuestros alertas y presunciones, nos parece que es un abuso. Y algunas veces algo de absurdo.
Decirnos entre nosotros, los que compartimos ideas similares, lo que casi todos sabemos, no consideramos que sea muy constructivo.
Tal vez el dar a conocer algo de información ignorada por algunos, pueda contribuir en algo, pero la insistencia, la reiteración, transformarnos en monotemáticos no; si bien puede servir para instalar, a fuerza de machaque cotidiano, una idea, un mensaje. Pero no mucho más.

 Nos está faltando, como siempre ha ocurrido, el zanjar los obstáculos impuestos por los monopolios de desinformación. Nos está faltando llegar con nuestros mensajes a aquellos/ aquellas que piensan, sienten, creen diferente a nosotros.
Nos está faltando la construcción de medios y canales por donde llegar al que nos mira desde el otro lado, al que nos sospecha desde otra trinchera, al que presupone somos sus enemigos.
Nos está faltando mucha imaginación para no caer en esa maquiavélica práctica de los monopolios, para no reiterar su nefasta inoculación de falsedades en las consciencias.

 Ahora, bien vale que discutamos en relación a cómo aprovechamos o desaprovechamos en los últimos años, la oportunidad de la innovación y la variación estratégica a nivel comunicacional. Tal vez la inexperiencia y la falta de oportunidades anteriores pueda justificarlo, más no creemos que sea tan así.
La construcción de espacios y personajes catapultándolos a la aceptación popular, reiterando lo que se viene haciendo en lo político, donde no tienen cabida más rostros y voces que la que se imponen, es multiplicar de manera efectista, pero insuficiente, lo practicado por los mercenarios de la incomunicación.

 Caemos en las mismas prácticas, en los mismos modos, con diferentes rostros y colores, con diferentes mensajes y diferentes slogans; pero no innovamos, no trascendemos ese umbral casi ridículo de la subestimación de los receptores.

 Las autocríticas en estos tiempos están cada vez más ausentes, y es urgente bajarse de los altos peldaños para acariciar el barro de la consciencia.
No podemos avanzar en la construcción de identidad si no clarificamos, si no damos paso a la razón y los hechos, si no nos apartamos de esa curiosa característica que nos distingue, la soberbia.
Porque. Dicho de manera soberbia, a soberbia no hay nadie que nos gane, como con el dulce de leche o el alambre de púas; y en algo vamos a tener que modificar nuestras actitudes, de lo contrario continuaremos reiterando viejos y conocidos errores.

 Por favor, desarmen todo con lo que se estaban armando para apuntarnos y acertar, por favor, déjennos al menos elaborar algunas otras ideas, o variantes del desquicio, pero deténganse sólo unos instantes para considerar lo que intentamos reflejar…

 Una de nuestras prácticas, desde los medios que disponemos para difundir, en que venimos planteando una variedad temática abundante, lo hacemos abriendo la posibilidad del disenso, del pensamiento diferente, de la interpretación contraria; porque intuimos que sin esa chance sería dificultoso construir una idea. Lo otro sería imponer, lo mismo que hacen a quienes criticamos y denostamos.

 Y ello es algo que difícilmente puedan comprender muchos sectores sociales, porque si bien hay quienes incluyen en sus discursos el tema de lo diferente, de lo opuesto, es casi probable que no lo hagas desde el  convencimiento, desde la aceptación completa y cabal de que es imposible toda construcción desde el pensamiento único.

 Transitamos unas de las peores páginas de nuestra historia como pueblo, a decir por el gran Osvaldo Bayer, reviviendo lo peor de la década del 30 del siglo pasado.
Y a la hora de responsabilidades, casi siempre señalamos en dirección de la oligarquía terrateniente, de las multinacionales, de los monopolios, ahora también del partido o corporación judicial, etc. Pero, ¿y nuestras responsabilidades?
No es válido esgrimir el latiguillo “sabemos que cometimos errores…” porque nunca se dicen cuáles han sido, porqué se cometieron y qué camino o alternativa tomaremos para remediar lo lacerado.

 Lo cierto, no… expresarlo en ese término se trata también de imponer una forma de considerar; lo que intuimos es que, sin toma de consciencia, sin la inclusión de la mayor cantidad de gente, de todos los sectores posibles y de los imposibles, sin asumir con claridad y certeza responsabilidades, sin poner el caballo delante del carro para comenzar a transitar un renovado camino donde la cosa política no sea atributo de unos pocos o impuestos iluminados; sin mirar lo recorrido, el panorama actual y nuestro porvenir con el convencimiento de que hemos fallado tanto en lo comunicacional como en la práctica política, porque no hemos formado intelectual e ideológicamente; sin estas consideraciones y sin ponernos a trabajar corrigiendo todo lo errado, difícilmente podamos barajar la alternativa que nos merecemos como pueblo.

 Porque, por más que hayamos errado, que nos hayamos equivocado en diagnósticos y análisis, en estrategias y acciones, sabemos, creemos que sabemos que somos un pueblo digno de vivir realidades mucho mejores que las que transitamos.
Y para ello nuestro compromiso debería ser ahora, sin dilaciones, para recuperar nuestro derecho a un País disponiendo para nosotros de todas nuestras riquezas, nuestros bienes y herramientas, institucionales, políticas y sociales.

 De lo contrario tal vez tengamos que reflexionar en esto que Gabys Alejandra en las redes sociales comentó: "...Ni el presidente ni sus funcionarios estaban preparados para ocupar el lugar que hoy tienen. Eso es evidente. No saben cómo responder a la pregunta más simple. Todo los incomoda y la tortuga en el poste lo explica de la mejor manera:
– “Si vas caminando por el campo y ves una tortuga arriba de un poste de alambrado haciendo equilibrio” ¿Qué se te ocurre?
– Primero: No entenderás cómo llegó ahí.
– Segundo: No podrás creer que esté ahí.
– Tercero: Sabrás que no pudo haber subido solita ahí.
– Cuarto: Estarás seguro que no debería estar ahí.
– Quinto: Serás consciente que no va a hacer nada útil mientras esté ahí.
“Entonces lo único sensato sería ayudarla a bajar..."

 No teníamos realmente idea sobre qué escribir en este editorial, no creemos que lo escrito sea de mucha utilidad y menos si al leerlo irrumpe el fastidio y el descontento de “quiénes se creen que son para barajar semejante barbaridad…”
Pero creemos sí, firmemente, que alguien nos tiene que sacudir la testa, alguien nos tiene que cachetear, abofetear para despabilarnos de aquello que nos ha adormecido a la espera de la llegada de algún ungido, de algún elegido para rescatarnos del desastre en que nos encontramos. Porque, o nos cacheteamos y despertamos entre nosotros para recuperar la consciencia y hacernos cargo de nuestra responsabilidad por construir un País para todos, sin exclusiones ni excluidos, un País para todos… O nos abofetearán cada día más cruelmente el dolor, el hambre y la muerte de nuestro vecino, de nuestro pueblo, de nosotros mismos.
Despertar no es solamente tomar conciencia de la realidad circundante, sino actuar de manera apropiada para modificar su sentido y sus efectos de manera eficiente, contundente y sostenida.

 Que así sea.

NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com
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