RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 22 de diciembre de 2013

“…NO HUBO ERRORES, NO HUBO EXCESOS…”

“…NO HUBO ERRORES, NO HUBO EXCESOS…”

Así comenzaba una de las consignas que por durante años se cantaron, se gritaron enarbolando una determinada posición militante, comprometida con la memoria, la verdad y la justicia.
Desde los Organismos de Derechos Humanos se expresaba también: “…ni perdón ni olvido, juicio y castigo…”

Cuando el golpe de estado del 24 de marzo de 1976, golpe que ya tenía su planificación con antelación de más de un año; golpe que venía a institucionalizar, de alguna manera, la violación sistemática de los derechos humanos por parte de uniformados y que contó con la complicidad de varios civiles, religiosos, profesionales, funcionarios de la justicia, periodistas, etc. Cuando esa jornada se reflejaba en las portadas de los medios monopólicos, casi como un festejo por la barbarie que se ejercía y ejercería por varios años más; la sangre comenzó a correr por nuestras tierras, llevándose a militantes, obreros, estudiantes, docentes, jóvenes, adultos, niños, causando una de la mayores tragedias, tanto en la Argentina como en el resto del continente.

Las décadas de los sesenta y setenta fueron las peores del Siglo XX en nuestros territorios. No se pueden olvidar.

Se llega al fin de un diciembre del 2013 sumamente turbulento, agitado, caliente por donde se lo mire.
Había comenzado con la asesina inacción de un declinante gobernador que, ante las altas probabilidades que se podría generar un importante conflicto a nivel social, debido a las demandas de las fuerzas policiales de la provincia de Córdoba, se ausenta en viaje hacia Colombia. De inmediato se enciende la mecha y estalla el polvorín de parte de una sociedad que se viene resquebrajando, se viene rompiendo en miles de pedazos. No tardó, como seguramente se habría planificado, en repetirse la situación en otras provincias argentinas.
En medio se sumaron las demandas salariales de distintos sectores con interrupciones de servicios varios. El panorama se va complejizando de manera ascendente y por distintos rincones. Mientras, el Estado Nacional les sale al cruce con propuestas, iniciativas, decisiones que gusten o no, intentan dar calma y solución.

La memoria en relación a lo acontecido en los días 19 y 20 de diciembre del 2001, no deja, cada año que se retoma su recuerdo, de amagar con una repetición de situaciones lamentables como dolorosas. Y más, ya que quienes han tenido responsabilidad, desde sus funciones políticas cuando menos, aún no son condenados por las muertes producidas por su inacción y la incapacidad de dar respuesta a la situación que se estaba atravesando. Un vuelo en helicóptero fue el camino que tomó uno de los cobardes políticos, dejando el reguero de sangre y muerte en las calles argentinas.

“¡Hijos de puta, no tiren que hay pibes comiendo!”, gritó Claudio “Pocho” Lepratti sobre el techo de una escuela de Rosario, instantes antes de que una bala de plomo del policía Esteban Velázquez le perforara la tráquea…”El Ángel de la Bicicleta”, pasó de militante a convertirse en símbolo y ejemplo, de asesinado a Héroe de una resistencia contra la desprotección, el desamparo, el abandono y esa otra forma de genocidio, el silencioso, el que no figura casi en libros o portadas y titulares periodísticos…

La memoria continúa trayéndonos instantes, personajes, situaciones, reclamos…Hay una velada, disimulada ausencia de justicia para tantos hechos que, hasta la vergüenza se detiene, desaparece, se oculta por no poder mirar a los ojos, a una sociedad fragmentada, dolida, solitaria…

Maxi y Darío aún continúan gritando desde la estación de trenes, contra el avasallamiento de todos los derechos y garantías, contra la discriminación, la discriminación y la indigencia producto de un sistema tan oprobioso como es el capitalismo, oprobioso y asesino.
Sistema que, con declaraciones por parte de estructuras supranacionales creadas por él mismo, pretenden camuflar su legendaria perversidad.
Sistema que cuenta con el apoyo y beneficio de todas las estructuras políticas, civiles, religiosas, profesionales, comunicacionales, para legitimar lo ilegítimo, para justificar lo injustificable, para disimular lo indisimulable…

No hubo errores, no hubo excesos…y no solamente fueron los milicos los asesinos del proceso, como tampoco lo son los asesinos de los días 19 y 20 de diciembre del 2001, como tampoco de los días 3 y 4 de diciembre del 2013. No hubo errores, no hubo excesos, hubo premeditación concreta para generar caos, desestabilización y muertes.

¿Quién podría decir con justificada autenticidad que, habiendo pertenecido a alguna estructura del Estado Nacional, haya desconocido los horrores que nos estaban atravesando?
¿Alguien de esos que han pertenecido y aún pertenecen a las fuerzas armadas, podría argumentar inocencia, cuando aquellos que se negaron a participar fueron asesinados, perseguidos en el mejor de los casos, torturados, desaparecidos?

La fragmentación de nuestro tejido social es fruto de la planificación para dominar. Nadie tendría que desconocer esto. Sería saludable recuperar la conciencia para, hasta desde la duda, replantear nuestra sociedad, sus estructuras, la historia que nos atraviesa.

Reforzar, sostener, argumentar para no responder a alguna parte de la población que reclama por verdad y justicia, es reforzar parte de aquello que se estuvo combatiendo, sobre lo que se levantaron nuevas banderas de lucha y militancia

En este diciembre tan complicado, tan convulsionado, se aprobó el ascenso de un militar que ha generado diversos cuestionamientos, tanto desde alguno de los organismos de Derechos Humanos, como políticos y otros.
Ante el reclamo de investigación prevaleció la decisión. Más allá de las potestades que pidiese esgrimirse para argumentar medidas determinadas, podríamos acordar, tal vez, que ante la duda de algún sector, se podría avanzar con la tarea investigativa, si es que la hubo, y aguardar algún fallo que refuerce la decisión tomada.

Ante las dudas que aún prevalecen quedan las frases, las consignas dando vueltas…
Y a propósito de las consignas, hay una muy emblemática que significa una posición desde la ternura y la convicción: “Madres de la Plaza, el Pueblo las Abraza…” y nos preguntamos: ¿abrazamos a todas las Madres de la Plaza?... ¿También a aquellas que cuestionan alguna medida por sostener la complicidad o responsabilidad de algún determinado miembro de las Fuerzas Armadas en delitos de lesa humanidad?

Lo cierto, lo que no podemos poner en dudas, son las responsabilidades de todos los que de una forma u otra han tenido participación y/o complicidad en relación a los delitos que se han cometido en nuestras tierras…

“…No Hubo Errores, No Hubo Excesos, Son Todos Asesinos los Milicos del Proceso…” rezaba una de las consignas cantadas en todas las marchas realizadas los 24 de marzo de cada año. Habría que agregar que “No Hubo Ingenuos, ni Sumisos, no Fueron Inocentes los Cómplices del Proceso…”

Para recuperar la memoria, aquellos fragmentos que son constitutivos de nuestra identidad, con miserias y riquezas, con aciertos de errores, deberíamos lograr la mayor clarificación posible en relación a todas las responsabilidades que cada uno ha tenido en nuestra historia, que carga con mucha sangre que aún no ha sido sanada.

Recuperemos la memoria con todas sus características y consecuencias, y hagámonos cargo de lo que a cada uno nos toca, por el bien de nosotros, de nuestras descendencias.

Que así sea.




NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com

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