RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

domingo, 6 de octubre de 2013

LA MARCA TENEBROSA DE MONSANTO…

LA MARCA TENEBROSA DE MONSANTO…

Tal como si fuese  parte del libro “un mundo feliz”: “---Producir más. Conservar más. Mejorar la calidad de vida.
De eso se trata la agricultura sustentable y esa es la esencia de Monsanto.
Monsanto no podría existir sin los agricultores.
Miles de millones de personas dependen de lo que hacen los agricultores. Y miles de millones más lo harán en el futuro. En las próximas décadas, los agricultores deberán cultivar la misma cantidad de alimentos que en los últimos 10.000 años juntos.
Nuestro propósito es trabajar junto con los agricultores para poder lograrlo. Y lo hacemos vendiendo semillas, eventos biotecnológicos y productos para la protección de cultivos.
El desafío: satisfacer las necesidades actuales y preservar el planeta para el futuro…”( 1)
Con esta argumentación, una de las firmas más poderosas del planeta, se presenta cual altruista benefactor que sólo piensa y actúa para el bien de la humanidad…

Muy lejos de ello, y al menos desde 1988, la multinacional junto a otras empresas y personajes poderosos, comenzaron a manipular nuestras costumbres y hábitos alimentarios, como así también la transformación y modificación de la naturaleza para lograr, como otra estrategia más, someter, controlar y colonizar nuestras tierras.

Desde hace más de cien años que esta empresa, nacida en EE.UU., (1901 en San Luis Missouri) se dedica a la investigación y producción de todo lo que pueda modificar para controlar. Modificar y patentar cualquier producto alterando las formas conocidas de laboreo, condiciona esos trabajos y los sujeta al pago de cánones por la utilización de sus productos patentados.
Pero no termina allí el tema. En los años 20 del siglo pasado, Monsanto fabricaba  sulfúrico, y PCB's (bifenilo policlorado) “…El bifenilo ploriclorado (PCB) es un compuesto químico formado por cloro, carbón e hidrógeno. Fue sintetizado por primera vez en 1881. El PCB es resistente al fuego, muy estable, no conduce electricidad y tiene baja volatilidad a temperaturas normales. Éstas y otras características lo han hecho ideal para la elaboración de una amplia gama de productos industriales y de consumo.

Pero son estas mismas cualidades las que hacen al PCB peligroso para el ambiente, especialmente su resistencia extrema a la ruptura química y biológica a través de procesos naturales (…)  El PCB es considerado un "contaminante orgánico persistente", es decir que permanece en el medio ambiente por largos períodos.

Está incluido en la "docena sucia", un listado de los doce contaminantes más peligrosos del planeta…” (2)

A finales de los años 40 Monsanto comienza con la fabricación de herbicidas que contenían dioxina, y muchos de los trabajadores que estuvieron en contacto con esta sustancia se enfermaron. Los especialistas en guerras químicas de EE.UU. se interesaron entonces por este producto, y lograron acuerdos para la elaboración de armas químicas.
Uno de los resultados fue la utilización de ochenta millones de litros de herbicidas esparcidos en Vietnam para lograr despejar bosques y facilitar los bombardeos.
El Agente Naranja utilizado en Vietman fue fabricado por Monsanto, y no afectó sólo a la población vietnamita: muchos soldados norteamericanos también lo padecieron, pues contrajeron cáncer de piel y/o tumores cancerígenos.

Al convertirse la multinacional en una empresa agrícola, sin dejar por supuesto la elaboración e investigación de nuevas y más efectivas armas químicas, pretende tomar el control agroalimentario en el planeta.
La modificación genética de semillas, con su correspondiente patentamiento, condiciona y sujeta, por lazos de dependencia, tanto a agricultores como a campesinos vendiendo en un mismo paquete transgénicos y agroquímicos.
Ya no es posible acopiar semillas para nuevas siembras: o bien no sirven o bien una vieja costumbre se transforma en delito que sólo beneficia a los dueños de las patentes…

“…En lugar de frutos sanos, verduras, granos y animales alimentados con hierba natural, las granjas industriales de Estados Unidos y Argentina producen un exceso de comida chatarra de ingeniería genética para ocasionar enfermedades cardíacas derrame cerebral, diabetes y cáncer, con el respaldo de subsidios agrícolas, mientras que los agricultores orgánicos no reciben dichas subvenciones…” (3) 
Hay que agregar las cuestiones legales a las que se sujeta la multinacional, con la connivencia de jueces y jurados, por las que somete a agricultores que no responden a sus “mandatos”
“…Las víctimas de los depredadores juicios de Monsanto son los agricultores que usaron semillas de la gran empresa sin hacer caso de la patente, y también los que jamás tuvieron la menor intención de sembrar plantas transgénicas…”

Si bien es un negocio redondo, el tema lucrativo no es el que predomina, ya que para controlar a poblaciones enteras es necesario el control de las voluntades. ¿Cómo lograrlo???
No sería disparatado suponer que al introducir modificaciones genéticas en los productos y semillas, los alimentos resultantes pueden llegar a contener los ingredientes necesarios que posibiliten la manipulación y control de los individuos. El control de la voluntad.
No solamente la disminución en la calidad alimentaria, mayor incidencia en la manipulación de la motricidad, el intelecto, etc.
La manipulación adeneica puede alterar las bases químicas constitutivas de la personalidad.
Baste recordar que “…El uso de la maquinaria bélica y de los recursos energéticos no ha sido suficiente para el control completo de la voluntad de los pueblos. Se necesita algo más y este “algo más” resulta ser la comida diaria en el planteamiento de uno de los más siniestros globalizadores, David Rockefeller…” 4
Y si bien esa afirmación está vinculada al control de los alimentos, qué, cuánto y cómo les llega a los hogares para generar dependencia, volvemos a sostener que a pesar de lo descabellado que parezca, la posibilidad de que puedan controlar, dirigir, condicionar nuestras voluntades a través de las manipulaciones genéticas debemos de tenerla en cuenta.

Monsanto tuvo y tiene que ver en la fabricación de armas. Entre 1943 y 1945 desempeñó un importante papel en el conocido Proyecto Manhattan (4), involucrándose en la creación de la primera bomba nuclear en tiempos de la Segunda Guerra Mundial.

Monsanto no está solo, hay complicidades y asociaciones que lo acompañan: “…Bill Gates, la Fundación Rockefeller (con más de 100 millones dólares de capital inicial desde la década de 1970 para promover su ideal de pureza genética mediante el cambio agrícola), Monsanto y Syngenta se juntan en un proyecto común: El Banco de Semillas Mundial que se encuentra en Dinamarca. (5)   
Esto último nos remite a una ineludible vinculación: Monsanto-Rockefeller-Bill Gates= Club Bilderberg.

Y no termina allí la red que vincula a poderosos en el control poblacional mundial. El Club Bilderberg al que pertenecen los antes mencionados, responden a los servicios secretos de la OTAN que son los que “arman la agenda” del Club 6 que, como informáramos desde hace muchos años, en el 2005 se habían fijado la meta de reducir la población mundial a la mitad para el 2025.

Para garantizar sus “operaciones” Monsanto cuenta con Blackwater, “…el mayor contratista privado del Departamento de Estado de Norteamérica, como una agencia secreta de “servicios de seguridad” que practica terrorismo de Estado dándole al gobierno la posibilidad de negarlo…” que “…venden sus servicios que van desde información ilegal hasta inteligencia de infiltración, lobbismo político y entrenamiento paramilitar – para gobiernos, bancos y corporaciones multinacionales…” (6) Como vemos, no se escatima absolutamente ningún recurso, a la hora de silenciar asesinando a quién se interponga en su camino…

Monsanto ingresa en Argentina en la década de los 90, como industria plástica primero y luego como productora de semillas no transgénicas. El apoyo oficial para la manipulación genética de semillas no tardó en llegar, de la mano de funcionarios menemistas. Esto posibilitó que la multinacional convirtiera grandes extensiones -que antes eran ganaderas- en campos de cultivo de soja transgénica, disminuyendo así la diversidad de cultivos como de productos agropecuarios.
Al empobrecimiento de los suelos hay que agregar los desmontes, expulsión de campesinado y comunidades originarias, algo de lo que los grandes medios de desinformación no dan cuenta. Sólo de vez en cuando algún asesinato de campesino u originario sale en el noticiero, si les sirve para distraer la atención de algún otro tema que deba invisibilizarse.
Monsanto no solamente tiene que ver con transgénicos y armas químicas. Como ya vimos, no está sola: además de esos estrechos vínculos con Bill Gates, la Fundación Rockefeller y Blackwater, se dice que su dueño es George Soros. Este sujeto tiene una enorme influencia y está relacionado con la banca Rothschild, la cual se ocupa del lavado de dinero de los sindicatos del crimen, del comercio de armas, del narcotráfico.  Así  que “meterse” con Monsanto es, ni más ni menos,  meterse con el poder mundial…

En la localidad de Malvinas Argentinas la lucha de los pueblos se ha instalado, ha acampado, contra Monsanto y en defensa de la vida. Una lucha desigual  que se libra con el esfuerzo y la convicción de cada uno de los que, desde el primer momento, se asentaron frente a la pretendida instalación de la multinacional Monsanto. Una multinacional que responde a poderes supranacionales y que es responsable del exterminio de millones de habitantes del planeta. Monsanto lleva el sello de la muerte en su nombre y ante tanta impunidad, la organización de las masas se hace presente para detener esta otra forma de genocidio.

Un genocidio que cuenta con las complicidades políticas, judiciales, sindicales y sociales. Genocidio justificado por jueces, empresarios, políticos y comunicadores. Los medios monopólicos de desinformación también trabajan para la muerte. Los monopolios de la incomunicación aturden con sus mecanismos de distracción, intentando invisibilizar la lucha de los pueblos, en este caso, contra Monsanto.
No obstante, persistir en esta guerra contra los personeros de la muerte, es y debe ser la consigna principal, hasta lograr que desaparezca de estas tierras la marca tenebrosa de Monsanto.

Que así sea.
 
NORBERTO GANCI –DIRECTOR-El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com –elclubdelapluma@hotmail.com

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