RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

sábado, 26 de marzo de 2011

LAS CONQUISTAS QUE NOS QUEDAN, SON LAS LIBERTADES QUE NOS FALTAN…

LAS CONQUISTAS QUE NOS QUEDAN, SON LAS LIBERTADES QUE NOS FALTAN…

Cada 24 de marzo se renuevan muchas emociones, sensaciones, pensamientos y por supuesto, análisis.
Hace varios años, refiriéndome a las marchas en repudio por el golpe cívico-eclesiástico-militar perpetrado en la República Argentina, manifestaba lo alarmante que resultaba comprobar la poca participación de ciudadanos, gente de todos los sectores, fundamentalmente aquellos afectados en forma directa por el siniestro golpe de estado…

A medida que pasa el tiempo, es bueno reconocer los errores y asumir un dejo de intolerancia, empujado por la desesperación por pretender una transformación urgente en nuestra sociedad.

Cuando se cumplieron 30 años del fatídico día que marcara la bisagra entre la libertad y la muerte, latía la esperanza al comprobar una importante cantidad de personas, en todas las ciudades del país, que se congregaron para participar y manifestarse.

Desde el 2003, en Argentina comienza a vislumbrarse la posibilidad del cambio necesario que nos sacara de un letargo impuesto por tanto dolor y miedo acumulados…

Desde el 2003 la posibilidad de la acción concreta y la construcción de movimientos de base que traduzcan las urgencias en soluciones, va tomando cuerpo y fundamentalmente los jóvenes, los humildes y los hasta ese momento siempre postergados, comenzaron a tomar las riendas de los destinos del país, por más que no lo quieran aceptar los oligárquicos burgueses de siempre…

Desde el 2003 se comienza a hablar de política en la calle, se comienza a hacer política en la calle; la política es desde ese año el código común que manejan distintos sectores y espacios que nacen desde las preocupaciones, desde las inquietudes y desde la necesidad de sentirse partícipes, actores en esta construcción social que contenga a todos, o a casi todos…

El 24 de marzo del 2011 pudimos ser testigos emocionados de una realidad que imaginábamos más lejana: la conformación de espacios y agrupaciones, integradas en su gran mayoría por jóvenes, muchos jóvenes, trabajadores, gente sencilla del pueblo, de los barrios. Todos ellos alcanzando en esa oportunidad un más que importante número de asistentes al recuerdo, la manifestación y el repudio.

Ya no éramos los mismos de siempre buscándonos para abrazarnos, como muchas veces, con la esperanza de despertar a las masas.. Ya tuvimos, y por suerte, dificultad para encontrarnos; eran tantos y tantas las caras nuevas, para nosotros, que me era imposible contener las lágrimas por la emoción al comprobar tanta militancia viva, activa, comprometida con el ayer, el hoy y el futuro…

No obstante aún quedan muchas batallas por librar y ganar, como las realidades en ciertos establecimientos educativos, donde sin respetar las resoluciones de instancias superiores, incurren en la grave falta de no conmemorar fecha tan cara para nuestro pueblo. Directivos de escuelas que han desoído la indicación de preservar la memoria, son el reflejo de un sector que se resiste al reconocimiento de las luchas populares.
Aún quedan algunos retrógrados que se refieren al período del genocidio como una guerra, pretendiendo confundir con la vieja y recurrente teoría de los dos demonios, con el fin de desvirtuar las luchas sociales en defensa de la vida.

Los juicios a los responsables de tamaño horror sembrado en nuestra tierra, van instalando paulatinamente la imagen de una justicia ya sin vendas en sus ojos, capaz de ver claramente el rostro de asesinos y cómplices, aunque falta todavía un largo camino por recorrer, a fin de esclarecer, completamente, esta siniestra historia reciente.

Caras desacostumbradas en los actos del 24 de marzo de todos los años, han hecho su presencia pero no por compartir nuestros sentires, éstos son tiempos pre electorales y no quieren perder oportunidad para mostrarse… ya sabemos quiénes son…

A pesar de ser actos conmemorativos y de repudio, también sirven para sumar los reclamos por una definitiva solución a la problemática diaria que diversos sectores padecen: violencia policial, abuso de poder y autoridad, persecución y hostigamiento y diversas formas de coartar las libertades individuales y colectivas; judialización de las protestas, paulatina destrucción del medio ambiente y su consecuente efecto en la población, y muchos etcéteras más. Etcéteras con nombres y apellidos que aún no encuentran el eco necesario para resolver sus penosas realidades: los chicos y las chicas de la calle, nuestros originarios y sus derechos a la tierra, en fin…hay más… de los etcéteras digo…

Por suerte mucho ha cambiado y me veo en la obligación de mudar el pesimismo en esperanza y alegría, porque más allá de llorar a los nuestros que nos fueran arrebatados, resurge con fuerza la posibilidad de concretar aquellos sueños que los nuestros y nosotros soñamos…

Ojalá que esta realidad maravillosa, también acompañe los procesos revolucionarios en nuestro continente y se repitan carteles como el que vimos en la marcha, perteneciente a una agrupación estudiantil que decía: “…disculpe las molestias, estamos haciendo la revolución…” ; y que pueda contagiar a aquellas naciones que aún conviven con monstruosos genocidas disfrazados de civilidad… Entiéndase el caso de Chile, Perú como ejemplos…

Por ello aún nos quedan conquistas por alcanzar, la completa liberación de nuestra Patria Grande; y es un compromiso que cada uno de nosotros debemos asumir y concretar cada día, en cada lugar, para cumplir aquello que nos legara en Che: “…Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo…” Y así lograr que desde estas tierras se irradie al mundo entero la posibilidad de un presente y futuro que nos contenga a todos, por todos y para todos; para alcanzar las libertades que nos faltan…

Ahora más que nunca nos envuelve una consigna compartida, una consigna que nombra lucha, convicción y resistencia: “…ni un paso atrás…”

Que así sea.

NORBERTO GANCI –DIRECTOR- El Club de la Pluma
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