RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

viernes, 3 de junio de 2011

INTENTANDO CUMPLIR CADA AÑO CON LA MEMORIA

INTENTANDO CUMPLIR CADA AÑO CON LA MEMORIA

Junio suele ser para nosotros, los que hacemos “El Club de la Pluma”, un mes con muchos significados. A la vez de marcar un año más de trayectoria con nuestro programa radial, que nos invita a revisar todas las mutaciones experimentadas, recordar a cada colaborador, columnista que participó y participa realizando valiosísimos aportes en la apuesta de difundir, compartir temas poco tratados en la “prensa tradicional”; la “coincidencia” en la fecha, 26 de junio, con un hecho doloroso y a la vez heroico, nos hace reflexionar cada año al respecto.
Y como no podemos abstraernos de nuestra costumbre, cabe hacer un tanto de memoria…

En el 2001, los días 19 y 20 de diciembre marcaron en nuestra historia reciente un antes y un después en la forma de concebir la política, de hacer política, de entender política. Más allá de no haber cristalizado el “que se vayan todos” por una demorada madurez en la sociedad, la bisagra que separa la no participación a la paulatina participación y compromiso fue marcada en esas fechas.

Cabe recordar de esos días la lamentable actuación de las “fuerzas de seguridad” que embestían con sus caballos, con su violencia contra el pueblo, contra las heroicas Madres de Plaza de Mayo… Y aún no se ha hecho justicia ni se han encarcelado a los responsables, entre ellos el cobarde “de la rua”… Debemos no perder la memoria…

Pasaron pocos meses para que nuevamente el pueblo se volcara a las calles, durante la transición “encabezada” por otro responsable de más agresión, de más muerte, un lamentable duhalde que tampoco ha pagado aún por su responsabilidad en la sangre vertida.

Fue un 26 de junio cuando la violencia de la fuerza disfrazada de institucionalidad arremetía contra un pueblo harto de tanto desmanejo, de tanta soberbia. Maximiliano Kosteky y Darío Santillán caían por las balas asesinas que, en lugar de preservar la seguridad de las personas, las persigue y las mata.

Maxi y Darío se convirtieron desde ese día en los nuevos mártires de esta, nuestra historia reciente, la que hay que preservar del conveniente olvido que promueven los siempre sectores de poder, ubicados a la derecha de la vida…

Cuando iniciamos nuestras emisiones, también un 26 de junio pero del 2004, no habíamos vinculado la “coincidencia”. El tiempo fue transcurriendo y mutación tras mutación fuimos entendiendo el mensaje subliminal de la misma: el compromiso en palabra y acción para con las convicciones, para con los sueños, para con la luchas, para con las ideas.

Si bien se entiende que tanto arte, como ciencia y cultura son diferentes formas de hacer política, a medida que el tiempo transcurría la propuesta se fue “politizando” más, intentando abarcar la mayor cantidad de temas, de áreas; diversificando la posibilidad de transmitir aquello que, monopólica y sistemáticamente se le ocultó y se oculta, se distorsionó y se distorsiona en la arbitraria manipulación de la información.

También en esto de las mutaciones, fuimos rompiendo fronteras, derribando muros, venciendo silencios. El haber logrado, desde un medio comercial, salir al aire en el continente y el mundo, gracias a emisoras compañeras que nos retransmiten en directo y en diferido, nos obliga semana a semana a redoblar la apuesta por esta manera de entender “la comunicación”…

Es cuestión de compromiso, de convicción, como las que tenían Maxi y Darío respecto de tener la mirada y la acción en los demás. Porque más allá de haber caído, ambos, bajo las balas de la irracionalidad policial, estaban junto a los compañeros, junto a la gente, defendiendo sus derechos, el derecho a la libertad, a la vida digna.

Por su puesto que no han sido los únicos, lamentablemente, porque esos años, algunos antes, otros después, fueron de muchas caídas, desapariciones que nos marcaron a fuego, entre ellos: Teresa Rodríguez, Jorge Julio López, Carlos Fuentealba, Pocho Leprati, “El ángel de la Bicicleta”…

Se ha convertido en parte de nuestra impronta, el preservar, rescatar y revalorizar la memoria como motor y eje de nuestras identidades, como pilar de nuestras esencias, originarias y foráneas. Y en esa tarea del mantener viva la memoria, en cada programa, en cada revista, en cada espacio que intentamos crear para seguir con nuestro derrotero, recurrimos constantemente a “no olvidar”.

Es imposible sostener que un pueblo se pueda construir en base al olvido, al no compromiso con nuestro pasado, reciente y remoto. Es impensable una nación, un país, una Patria Grande basada en la desmemoria. Nuestros líderes, héroes como Bolívar, San Martín, Castelli, Moreno, Monteagudo, El Che, Sandino, Mariátegui, y muchos otros nos reclaman el compromiso ineludible para con nosotros, el pueblo y su derecho a la libertad, a una real y genuina independencia.

El olvido nos pude condenar a padecer eternamente el yugo, la opresión del imperialismo que también ha mutado a través del tiempo, de bandera y de lugar. El olvido nos puede someter al despotismo que se sostiene en la desmemoria.

Desde El Club de la Pluma intentamos plasmar continuamente nuestro compromiso con la historia, con la memoria. Y desde el 2004 creemos que más allá de las mutaciones, no hemos cambiado en nuestra esencia.

Los invitamos a que nos sigan acompañando en esta maravillosa aventura de la comunicación, ejerciendo plenamente la libertad.

Que así sea…

NORBERTO GANCI –DIRECTOR- El Club de la Pluma

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