RADIO EL CLUB DE LA PLUMA

jueves, 5 de agosto de 2010

DEFORMANDO UNIFORMIDADES O UNIFORMANDO DEFORMIDADES

DEFORMANDO UNIFORMIDADES O UNIFORMANDO DEFORMIDADES

Era niño y recibía, entre tantas, dos miradas de las realidades de aquella época, no muy diferente de la actual.

Siendo muy pequeño, andando con mis padres por las calles y al cruzarnos con un niño mendigando o un adulto vestido de “ciruja”, recibía de quienes me llevaban de la mano, el comentario de ¡“cuidado”!... Diferente al pasar junto al denominado en esos tiempos “vigilante”, el oficial de policía de la cuadra, me indicaban que le debía respetar y temer…

Debía cuidarme del necesitado, y respetar al uniformado…

El hambre estaba vestida de harapos, un uniforme corriente para la desconfianza por lo “diferente”.

La posibilidad del autoritarismo deformaba la certeza del respeto que se pretendía “imponer”.

La cita en los mediodías era frente a la mal llamada caja boba (la convirtieron en tal no habiendo nacido para ello…), frente a la imagen del estereotipo a imitar, por más que no se cuenten con los medios para lograrlo; el tema era al menos aparentar “pertenecer” al segmento opulento que disfrazaba su oprobiedad con perlas, maquillaje y “rositas rococó rosadas”…

Las mismas “muchachas” que diariamente hacían lo que sus “amos” no querían y cobraban por ello miserablemente, soñaban ser despertadas de la pesadilla del abuso por…por ejemplo “un taxista” con sentido de humanidad…

Aprendíamos, al menos en mi caso, que la mafia estaba en Italia, la guerra en un país lejano sin descifrar, el éxito fumando un cigarrillo y tantísimas estupideces más…

Teníamos como escape y conexión con algo de la vida, en el potrero de la cuadra, donde entre risas y picardías construíamos un mundo diferente, donde nosotros éramos los policías y los ladrones, los enemigos de una guerra y luego terminábamos riéndonos de las payasadas actuadas…

Teníamos la posibilidad de construir lazos indestructibles, por ese contacto del día a día, cuerpo a cuerpo, cara a cara; adivinando tantas veces que al otro algo le pasaba con sólo mirarlo…

Alguna vez conté que mi vieja me recriminaba el asistir a alguien con determinada necesidad; me gritaba “¿qué te pensás, que sos el Che Guevara?” Al menos inconcientemente la vieja tenía un buen concepto del Héroe Revolucionario. Yo no sabía de qué me hablaba…Me hubiese gustado ser como el Che…

Recuerdo que, la maestra le escribía a mi madre contando sobre mis avances y retrocesos en la escuela; que la citaba y mi vieja iba; que actuábamos vestidos de granaderos ganando batallas Sanmartinianas…; que Ignacio Copani conquistaba compañeras cantando y tocando la guitarra; que en los cumpleaños repartíamos caramelos entre todos…

Recuerdo también que me hablaban de un tal Perón que vivía en Puerta de Hierro (¿), que había carteles en las calles que decían “la vida por Perón”…pero Perón estaba allá, en esa puerta… Y recuerdo que este hombre volvió y mucha gente moría cerca de Ezeiza… Y que después se murió y oí decir a varios “acá tiene que haber un golpe militar”, “se viene la guerra civil”, y…

El golpe vino, casi, casi como una guerra, despareja: los uniformes a los que debía tener respeto abusaban de las mujeres, asesinaban a jóvenes, secuestraban gente; muchos de los muertos también vestían harapos…

Sinceramente no se cómo viene a parar acá, a pesar de las deformadas uniformidades, creo que nos salvaba la inocencia de no ser devorados por la necedad vestida de aparente opulencia televisada…

Me parece bueno, de vez en cuando, rebobinar, ir hacia atrás, revisar nuestra memoria. ¿Y si entre todos lo ejercitamos para intentar reformar realidades? Que así sea.

NORBERTO GANCI –DIRECTOR- El Club de la Pluma
elclubdelapluma@gmail.com – elclubdelapluma@hotmail.com

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